Quienes hayan disfrutado de la reciente Jojo Rabbit y de las bufonadas de su Hitler “imaginario”, podrán revisitar otras películas de su director, el neozelandés Taika Waititi. Entre ellas, y disponible en Netfilx, destaca Cazando salvajes: una variación extrema de The Kid, aquella donde Chaplin daba cobijo y ternura paterna a un niño de la calle, situación que lo enfrentaba a los servicios de minoridad.
En el caso de Waititi, la acción transcurre en medio de la foresta, con un montañés huraño (Sam Neill) y un niño obeso, huérfano y díscolo. De manera impensada, entre los dos surge algo cercano al afecto. Pero hay que ver de qué maneras. Porque si algo tiene el cine de Waititi (What We Do in the Shadows, Thor: Ragnarok) es la asunción de golpes de efecto grotescos, que sostienen el relato a partir de humoradas que pueden resultar disonantes. Como si Waititi fuese un integrante (a destiempo o expulsado) de los Monty Python.
Como alternativa asumida, en Cazando salvajes la vida “aborigen” (en estos términos habla la película) se impone como vía de escape para este dúo de seres más o menos queridos, en la compañía de sus perros y ante el peligro de jabalíes grandotes, cazadores, y una funcionaria de tarea empecinada, que no dudará en hacer lo que sea con tal de recuperar al niño. Entre otras cuestiones, vale destacar, como siempre, a ese enorme actor que es Sam Neil, hoy un tanto retirado de la gran pantalla.
Cazando salvajes (Hunt for the Wilderpeople, 2016). Dirección y guión de Taika Waititi. Con Sam Neill, Julian Dennison y Rachel House. Disponible en Netflix.