“Sekrè es una palabra haitiana que significa ‘secreto’, concepto que engloba perfectamente nuestra colección: cada una de nuestras carteras incluye un secreto único, exclusivo, no reconocible a simple vista. Solo la dueña sabe cuál es, y suya es la decisión de compartirlo”. La altisonante parrafada, con ínfulas enigmáticas, proviene de una startup germano-suiza, la susodicha Sekrè, que fabrica bolsos de estricta alta gama con polémico girito: en sus diseños de edición limitada, cosido un compartimento oculto que “esconde” pequeños fragmentos de cartas y notas redactadas por figuras famosas de la historia.
De puño y letra, valga el remachado, autentificados los textos por expertos en materia, previo a ser despedazados por la firma para vender a precios desorbitantes cada carterita. “Compramos valiosos escritos de Brigitte Bardot, Grace Kelly, Charles Lindbergh, Napoleón Bonaparte y otras personalidades conocidas en subastas mundiales. Y todo esto para destruir irremediablemente estos artefactos preciosos (sic) para nuestros nuevos bolsos de lujo. ¿Una locura? Tal vez, pero hecha a consciencia”, se pavonea la compañía en Instagram, que ha echado las garras a documentos originales de la emperatriz María Teresa I de Austria (autorizando el despliegue de su ejército en 1756), de la reina Victoria de 1855 (al mariscal Henry Hardinge de 1855), de Federico Guillermo III de Prusia (una carta de amor de 1829), de Charles Dickens (nota escrita a mano de 1851), de Katharine Hepburn, de Grace Kelly, de Marlene Dietrich…
Documentos que luego descuartiza en decenas o cientos de pedacitos, para incluir algunas palabritas sueltas, desprovistas de contexto, de intención, en sus “bolsos con aura misteriosa”, disponibles a casi 7 mil euros la unidad. Un asunto que ha escandalizado a anticuarios de distintos puntos cardinales, horrorizados ante la “canibalización” de legados insustituibles…
“Una vez que un manuscrito ha sido cortado de
esta manera, se pierde para siempre. Y es parte de nuestra historia compartida”,
puso el grito en el cielo Sally Burdon, presidenta de la International League
of Antiquarian Booksellers: “¿Realmente vale la pena esta destrucción para
diferenciarse y lograr más ventas?”. Para su colega alemana Sibylle Wieduwilt,
se está cargando Sekrè “bienes culturales que deberían preservarse y cuidar
debido a su singularidad, por su valor histórico y científico irrecuperables”. En
respuesta, la compañía fashionista no se hizo mala sangre: solo aclaró que usó epístolas
y notas no incluidas en las listas de bienes culturales dignos de protección de
instituciones como la Unesco (¡menos mal!). Y procedió luego a ofrecer las
fotografías que han tomado de los documentos -antes de aplicar tijera usurera-
a cualquier institución que los requiera en pos de investigación. Una mojada de
oreja, en fin, porque ni planes de acabar con la masacre de originales, documentos
históricos estropeados por Sekrè para ganar más y más y más cash.