En la crisis financiera de 2008, la salida de capitales de mercados emergentes sumó 20 mil millones de dólares en los primeros 50 días posteriores al estallido. En la crisis actual esta cifra es cuatro veces más elevada: en ese mismo período se registró una fuga cercana a los 60 mil millones de dólares.
La crisis financiera internacional avanza a pasos acelerados. La reacción de los inversores es de efecto manada. El mundo enfrenta la suma de los problemas sanitarios (pandemia), de la demanda, de la oferta por el parate de las cadenas productivas, del mercado laboral, de las acciones, del petróleo, de los bonos soberanos y de las monedas emergentes. Se juntaron todas las plagas para generar un estallido de los mercados internacionales.
Existe una salida extraordinaria de capitales desde los países emergentes hacia activos seguros del mundo desarrollado. Este diario accedió al último informe del Instituto Internacional de Finanzas en el que se cuantifica la reacción de pánico de los inversores en las últimas semanas. El principal problema es para las economías no desarrolladas con déficit de cuenta corriente. Estos países necesitaban del ingreso de inversiones para poder cerrar sus desequilibrios macroeconómicos.
“La interrupción repentina en los flujos de capitales pone a los mercados emergentes con necesidades de financiamiento externo en un riesgo particularmente alto”, indicó el informe del Instituto Internacional de Finanzas. La entidad es patrocinada por los principales bancos del mundo y tiene un monitor en tiempo real de los movimientos de divisas en el mundo.
En el informe se mencionó un escenario de fuerte volatilidad principalmente para dos países de la región. “Chile y Colombia son algunos de los emergentes con más riesgo. Este se debe a los bajos precios de los productos básicos (materias primas) que complican el panorama externo de estas economías”, planteó. El principal mecanismo de ajuste de estos países es la devaluación de las monedas: un fenómeno que empieza a registrarse en las últimas semanas.
El peso colombiano subió este miércoles un 4 por ciento y el chileno lo hizo al 3 por ciento. Estas no son las únicas monedas latinoamericanas que enfrentan presiones. El real brasileño es una de las más golpeadas en medio de la turbulencia financiera global. Este miércoles llegó a subir casi el 8 por ciento a media jornada y termino con un avance del 5 por ciento. Estas devaluaciones no son menores considerando que son países con inflación anual menor a 3 por ciento.
El panorama que plantea el Instituto Internacional de Finanzas no es alentador para los próximos meses. Menciona que “incluso si los esfuerzos de contención y políticas expansivas tienen impacto positivo para contener la crisis de la economía real, el freno en el ingreso de capitales a países en desarrollo seguirán siendo inusualmente severo. Los datos de salida de divisas que monitoreamos en tiempo real son muy grandes si se los compara incluso contra episodios de volatilidad extrema como la crisis asiática a finales de los noventa”.
Las estimaciones del crecimiento para la economía global en 2020 muestran que buena parte del mundo entrará en recesión en los próximos meses y que la actividad mundial crecerá al menor ritmo desde el estallido de la burbuja hipotecaria en 2008.
“En las últimas dos semanas hemos reducido nuestro pronóstico de crecimiento global. Este año el Producto mundial puede acercarse al 1 por ciento este año, la cifra más baja desde la última crisis financiera mundial”, dijo el informe. El impacto por ahora se siente en un derrumbe de los activos bursátiles pero difícilmente tarde en empezar a sentirse las consecuencias en la producción y el empleo.