Juan Ignacio Zaracho es ingeniero civil graduado en la Universidad Nacional del Nordeste. Está a punto de realizar su doctorado en Australia tras un largo y complejo camino que no pudo haber realizado sin el mayor de los compromisos con la educación.

Uno de los primeros pasos importantes fue una beca de pregrado interna de la universidad; luego consiguió otra del Consejo Interuniversitario Nacional (CIN), para tomar impulso y llegar hasta Alemania con otra beca otorgada por el Ministerio de Educación.

Ahí pasó un año e hizo su tesis de grado enfocada en el viento, a lo que se dedica actualmente. Cuando llegó al país en 2018 homologó la tesis y se recibió.

Juan no sabe parar de soñar, así que se postuló para realizar su doctorado en Australia guiado por su mentor, Bruno Natalini. Presentó un proyecto y quedó seleccionado. El 27 de abril partirá hacia aquel país con su proyecto “Respuesta del sistema estructural de viviendas vulnerables y daño frente a tormentas”.

Juan es sencillo como su nombre. Su tonada correntina es marcada y su forma de hablar es tranquila, pausada. Es amable, es soñador, pero por sobre todo es metódico. “Fueron tre años de estudiar alemán sólo para aplicar a la beca”, señaló, como si fuera una anécdota menor, sin pensar que quizás sea el detalle que más lo describe.

Su proyecto comenzó a tomar forma cuando envió un mail a un ingeniero en Australia por consejo de Natalini. En el correo contó quién es y consultó si había algún puesto disponible, pero la respuesta llegó de parte de otro ingeniero. “Hay dos proyectos para desarrollar. Elegí uno, escribí un plan de trabajo y envíalo junto con tu CV”, recordó Zaracho.

“Nunca había escrito un plan de trabajo, ese fue el primer desafío. Fue todo en inglés, casi un filtro. Midieron mi capacidad y si podía proyectar cuatro años. A partir de ahí me dieron luz verde para postularme al doctorado en la Universidad James Cook”, relató al Suplemento Universidad.

Luego vino la aceptación del proyecto y el financiamiento por parte de empresas a las que les interesa ese desarrollo en particular. También tuvo que imaginarse viviendo en tierras desconocidas, sin familia ni amigos. Llegó la incertidumbre y el temor, pero también la valentía de la sangre correntina que lo empuja siempre un poco más allá.

Uno de los puntos más interesantes del proyecto es que va a estar dedicado en su totalidad a generar soluciones en los sistemas constructivos de viviendas de personas de bajos recursos. Y aquí es donde se destaca otro valor en Juan: no concibe la ingeniería sin una aplicación social que mejore la vida de todos.

“Al margen que se haga en Australia, tiene aplicación en cualquier parte donde haya viviendas de este tipo, como en Argentina. El problema con el cambio climático es que los primeros afectados son las personas más pobres y de bajos recursos”, consideró.

¿De dónde llegan esas ganas de hacer cosas por el otro?: quizás desde los mismos cimientos de su formación. “Yo soy hijo de la educación pública, yo no caí, y estoy orgulloso porque a mí a los 14 años la técnica me marcó lo que yo quería ser. Así empecé a construir mi futuro”, remarcó Juan.

 

“Yo amo Argentina, me gustaría volver y aplicar lo que haga acá, no creo en irme para un beneficio propio. Siempre pensé en no pasar por la vida sólo para respirar y comer. Siempre quise poder hacer algo, poder ayudar, e irme a Australia es circunstancial”, concluyó el ingeniero.