El hombre es el único animal que tropieza dos veces con la misma piedra. El refrán popular parece adaptarse perfectamente a la película Diamantes en bruto de los hermanos Josh y Ben Safdie, y en el caso particular de esta obra esa piedra puede ser a la vez amuleto y maldición, dependiendo de quién la use y con qué fines. Para el protagonista, un inescrupuloso joyero de Nueva York -interpretado por un gran Adam Sandler- este diamante al que hace mención el nombre no hará más que traerle problemas a su vida personal y financiera, que ya de por sí se encuentra convulsionada. Si bien él lo verá como una oportunidad de salir de sus constantes deudas, su propia ambición cegara cualquier posibilidad de acomodar las prioridades, y a pesar de tener varias chances de remediar sus errores, seguirá por el mismo camino.

El espectador debe estar preparado para un ritmo frenético y sin pausas, que refleja la personalidad de Howard Ratner, quien parece usar como combustible de su vida la adrenalina de estar siempre al límite y sin tener seguridades, apoyándose prácticamente solo en el azar, la suerte o el destino. Los directores utilizan a la perfección los recursos del color, la música constante y sin altibajos, y el movimiento de la cámara para generar un clima adrenalínico y por momentos desesperante.

Sandler retoma un rol dramático que le queda a la perfección, y construye uno de esos personajes a los cuales uno no comprende por las decisiones que toma, pero que a la vez refleja mucho de la locura de la vida contemporánea.

Diamantes en bruto, dirigido por Josh y Ben Sfdie, con Adam Sandler. 2020. Netflix.