Las etapas de crisis extremas como la que se está viviendo con la pandemia del coronavirus, que exigen aplicar medidas rigurosas y de confinamiento, pueden despertar lo mejor del ser humano con actitudes solidarias o, por el contrario, sacar a la luz su peor cara.
En estos primeros cuatro días de cuarentena, la xenofobia, primero con el extranjero, luego ampliado a cualquiera que no fuese del lugar, emergió en algunos municipios salteños.
En la localidad de Iruya, pequeño pueblo ubicado en el norte de Salta que tiene justamente al turismo como uno de sus fuentes de ingreso, el intendente Eugenio Herrera (Primero Salta) decidió desterrar a los 26 visitantes que se encontraban en alojamientos del lugar. Pasó por cada uno de ellos y en un camión de la municipalidad, como si fuesen ganado, los llevó durante 72 kilómetros hasta la vecina Humahuaca, ya en territorio jujeño, y los dejó en el ingreso a la ciudad, abandonados.
Allí, en lugar de recibir contención, la situación despertó la furia de la intendenta Karina Paniagua (PJ), que llamó inmediatamente a su par de Iruya para recriminarle la actitud y amenazarlo con que si en el lapso de dos horas no volvía el camión a buscar a los turistas, los iba a llevar en otro vehículo nuevamente al límite de Jujuy con Salta.
Mientras los intendentes se echaban culpas en un diálogo telefónico en el que los turistas eran mencionados como meras cargas, las 26 personas esperaban cual parias al costado de la ruta de ingreso a Humahuaca una solución a la insólita situación que estaban pasando.
Herrera, que hace una semana había vetado una ordenanza del Concejo Deliberante local cerrando el pueblo a los foráneos, cambió de actitud esgrimiendo la resolución 131/20 del Ministerio de Turismo de la Nación, por la que los hoteles no pueden recibir a turistas argentinos.
La realidad es que también tomó la determinación ante la presión social de un grupo bastante numeroso de vecinos que actualmente no quieren tener en el pueblo a ninguno que no sea del lugar.
"¿Por qué no los llevó hasta San Salvador?", se quejó Paniagua ante el intendente de Iruya, al que además advirtió: "sepa que le hicimos la peor multa al camión de su municipio por violar el decreto del gobernador Morales", haciendo referencia a la decisión de cerrar las fronteras de la vecina provincia tomada por Gerardo Morales.
"Salta lucra gracias a Jujuy, y usted me viene a dejar todos los turistas a Humahuaca", disparó la mandataria jujeña exponiendo una vieja rivalidad interprovincial por la forma en que se vende el turismo en cada distrito.
La única defensa que esgrimió Herrera fue que se había comunicado con el director de Turismo de la localidad jujeña y coordinado con él la medida de abandonar a los turistas en el ingreso a Humahuaca, a lo cual Paniagua le refutó que el funcionario municipal no tiene atribuciones para esa decisión.
"La responsable del pueblo soy yo. Ahora estoy en altavoz con mi pueblo, si usted me asevera que el secretario le dijo que traiga esa gente, ahora mismo lo despido", desafió la intendenta.
"Usted bajo ninguna circunstancia me los va a dejar aquí, están todos parados en la ruta esperando una solución que yo no se las voy a dar, no voy a buscar un colectivo para que se los lleve, y al pueblo no van a entrar. Que fácil es lavarse las manos como hizo usted, es un irresponsable", se quejó.
"Mire, si esa gente está infectada, seguramente está infectada toda Iruya, ¿usted quiere generar un caos en la comunidad de Humahuaca? Me da realmente mucha rabia la irresponsabilidad que tiene como gobernante", expresó brutalmente Paniagua su temor al coronavirus.
Finalmente, según informó la intendenta al sitio web Jujuy Dice, los turistas se fueron por sus propios medios en distintos colectivos de línea que pasaban por el lugar, aunque se desconoce cuál fue su destino final.
El gobernador jujeño Gerardo Morales se refirió al hecho en una conferencia de prensa: "El intendente de Iruya nos tiró 26 turistas en Humahuaca, los cargó en un camión y nos los tira como si fuese el patio trasero. Y no puede ser que se actúe así con la gente, son seres humanos, son personas, se tienen que volver a su casa, pero vamos a poner en marcha mecanismos humanitarios para que se vuelvan", sostuvo.
Un dato llamativo es que durante el minuto en el que Morales se refirió al tema, utilizó seis veces el término "tirar" para referirse a la forma en que la intendencia de Iruya dejó a los turistas varados en el ingreso a Humahuaca.
Desde el Ministerio de Turismo de Salta aún no se refirieron oficialmente al incidente, pero una fuente oficial admitió su preocupación por la lamentable actitud del intendente de Iruya, principalmente por la falta de humanidad y sentido común con el que se desenvolvió, pero también con respecto al daño en la imagen que dejará de uno de los pueblos íconos del turismo en Salta y que tiene esa actividad como uno de sus pilares económicos.
Los mendigos de Bussi
Sin el contexto macabro de una dictadura asesina, pero por la brutalidad con la que se ejecutó esta acción recuerda a lo sucedido en Tucumán el 14 de julio de 1977, cuando después de "cazarlos" durante tres días en la capital tucumana, 25 mendigos fueron desterrados a Catamarca en un camión, ante la inminente visita del dictador Jorge Videla a esa ciudad.
El gobernador de facto Domingo Bussi quería mostrar un San Miguel limpio al tirano general que llevaba poco más de año ejerciendo la presidencia. Ese día paradójicamente se iba a celebrar en Tucumán el aniversario de la declaración por los derechos del hombre y del ciudadano. Además de sacar a los linyeras, Bussi ordenó tapiar las villas miserias.
A los 25 mendigos los llevaron hasta el arroyo Ovanta, en el límite con la provincia de Catamarca, zona desértica e inhóspita. Pasaron varias noches bajo la helada intemperie hasta que fueron rescatados por catamarqueños. Uno ya había muerto por el frío, de los 24 sobrevivientes, varios sufrieron secuelas permanentes por la hipotermia.
Gracias a la pluma del escritor tucumano Tomás Eloy Martínez, que lo narró en libros y notas periodísticas, algunas en Página/12, el caso permaneció vivo en la memoria. Esto le valió al periodista una denuncia de Bussi, la cual ganó, pero además consiguió que el genocida tucumano reconociese haber dado la orden de destierro y que calificara la acción de "aberrante" en su afán de demostrar que no se trató algo ilegal: "Fue aberrante, pero no fue un delito", se defendió.
Además en este hecho se basó la película La Redada, del cineasta salteño Rolando Pardo y que contó con la actuación del músico salteño Gustavo "Cuchi" Leguizamón.