Fue tan sencilla la victoria de Racing por 3-0 ante Lanús que ni gracia tuvo. El equipo alternativo granate que armó el técnico Jorge Almirón no representó una oposición sólida para la Academia. Tanto que el partido se terminó a los 7 minutos del segundo tiempo, luego de que Marcos Acuña anotara el tercer gol racinguista con una estupenda volea de derecha. Los 38 minutos restantes estuvieron de más.

Llamó la atención que Almirón reservara tantos jugadores para el partido copero de la semana ante Chapecoense en Brasil. Es cierto que no figuraba en sus cálculos perder en el debut ante Nacional y que en ese contexto, el juego del miércoles prematuramente aparece como decisivo. Pero tanta rotación pareció excesiva y exagerada. Sobre todo porque el plantel viene de 80 días de receso y ritmo futbolístico es lo que a todos parece faltarle.

De los titulares, sólo fueron incluidos el arquero Andrada y el lateral Pasquini. El resto vino del banco. Y el injerto se notó demasiado. Salvo el extremo Marcelino Moreno, atrevido y encarador, nadie pudo disimular la ausencia de los más grandes y más de uno cometió errores clamorosos. Como si no se tratara del lado B del actual campeón de Primera División.

Télam
Martínez pelea la pelota. El juvenil fue importante en la presión alta.

Al minuto de juego, por ejemplo, el zaguero Zurbriggen se hizo un nudo ante la resuelta presión de Lautaro Martínez y perdió la pelota que fue a parar a los pies de Gustavo Bou. El delantero se fue por la derecha, sirvió un centro preciso y el propio Martínez, de cabeza, puso el 1-0. Y a los 24 minutos, Bou salía del área, García Guerreño lo sujetó de los hombros y el árbitro Fernando Rapallini concedió el penal ante la aparatosa caída del goleador racinguista, quien convirtió luego desde los once metros.

O sea: dos burdas equivocaciones del fondo de Lanús habilitaron que Racing se pusiera 2-0. Y con la obligación de salir a buscar el resultado, por todos lados se le notaron las costuras a Lanús. En el segundo tiempo, Almirón pasó del 3-5-2 inicial al 4-3-3 que habitualmente emplea. Y puso a dos titulares (José Sand y José Luis Gómez) y al debutante ex Vélez, Toledo. Pero fue como si nada. Dos cabezazos de Aguirre que salieron por arriba del travesaño resultaron las únicas llegadas de un equipo que, más que eso, fue un rompecabezas en el que las piezas no siempre coincidieron entre sí.

En comparación con el flojo nivel que mostró ante los colombianos de Río Aguila por la Copa Sudamericana, Racing dio varios pasos al frente. Al menos no partieron tantos pelotazos desde el fondo, hubo más paciencia para hacer correr el balón y la presión sobre la salida rival dio resultados. Marcos Acuña tuvo otro buen partido abierto sobre la izquierda, Bou hizo un gol y sirvió los otros dos y el resto acompañó sin desentonar. Como se verá, méritos nada excepcionales. Pero más que suficientes como para terminar con Lanús en menos de una hora de juego.

Racing hizo lo que tenía que hacer y lo hizo bastante bien. Volvió ganando. Pero con tanta facilidad que su portentosa hinchada celebró el triunfo sin estruendo. La verdad es que la Academia jugó sola. Porque Lanús salió a la cancha. Pero nunca estuvo en el partido.