Influido por el best seller de los '70 The Secret Life of Plants, sobre las propiedades telepáticas de las plantas, el músico canadiense Mort Garson lanzó en 1976 su disco Mother Earth’s Plantasia, oda a los sintetizadores Moog que devino en su álbum fundacional y en un trabajo de culto de la botánica musical. “Cálida música terrenal para plantas, y para aquellos que las aman”, explicitaba la tapa de aquel álbum de space ambient. Y es que la dialéctica entre música y plantas es estrecha. Al punto de que éstas saben descifrar las frecuencias, tal como lo comprobaron el botánico indio Jagadish Chandra Bose , precursor de estos estudios, o más recientemente el músico argentino Ivi Lee, quien durante su periplo neoyorquino, y fiel a su hiperquinesia, comenzó a adentrarse en esa relación.
“Lo venía hablando con amigos que saben de botánica o de música electrónica. Supe que en Los Angeles había gente haciéndolo, y me empecé a documentar”, explica el artista argentino, otrora líder de la banda de dub Nairobi, con la que hace 10 años publicaba Wu Wei, uno de los discos más rupturistas manufacturados en el país en lo que va de siglo, con los icónicos Mad Professor y Lee “Scratch” Perry como padrinos. “Nairobi fue de esos espacios que se abren y que quedan accesibles para el que quiera. Aunque cambió la movida, es un poco más de lo mismo. Pero con más bpm”, relativiza.
A pesar de que su admiración por las plantas viene desde pequeño y forma parte del legado familiar, Ivi Lee se puso a hacer música en relación a ellas tras varias experiencias personales. “Luego de ver la manera en que las plantas reaccionaban en términos emocionales, interactué con ellas musicalmente”, revela. Apenas se instaló en la megalópolis estadounidense, donde reside desde hace dos años, el músico y productor empezó a grabar y analizar lo que pasaba. “Abrí un canal de diálogo y conexión que no tiene fronteras.”
Después vinieron los shows en vivo. “La experiencia de ver las decisiones artísticas que toma una planta es espectacular”, comparte el artífice en medio de su paso por Buenos Aires. “Hay cosas que son bastante aleatorias porque dependen de cómo se sientan las plantas en ese momento. Cuando se notan escuchando la música que tocan, cambian. Si escuchan otra música encima, también cambian. Es muy intenso, desde ese punto de vista. Mezclé plantas que nunca estuvieron juntas y se ponen incómodas. No suelen generar lo mismo.”
Al mismo tiempo que redime el groove del cactus, que “es muy buena planta para las líneas de bajo”, el también ex Yama Sun sorprende al asegurar que todavía no hizo nada con el cannabis. “No se dio”, justifica. Sus performances están constituidas por seis o siete plantas: “Las dejamos interactuar entre ellas, y nos vamos sumando”, describe. “Se arma algo atmosférico y cinematográfico. Es un lenguaje nuevo y diferente. Nosotros interpretamos el momento. Es como free jazz pero con plantas. Si bien se piensa que nosotros las controlamos, en realidad es lo contrario. Nunca un show es igual, por la luz o por la actividad.”
Aunque el proyecto surgió como una iniciativa unipersonal, Ivi Lee unió fuerzas en la Argentina con el diseñador y músico George Manta (de Manta Raya, y colega en Mandiboola ) para crear el dúo de electrónica experimental Synthesis Botánica. “El concepto se basa en capturar la energía de las plantas. Ellas interpretan lo que hacemos con los sintetizadores, y a eso le damos forma y sumamos otros instrumentos. Es una improvisación colectiva entre las plantas y nosotros.”
Luego de presentarse en febrero en Mar del Plata, Synthesis Botánica anunció una fecha porteña en el Jardín Botánico para el pasado domingo, pero fue cancelada a causa del coronavirus. Por lo que habrá que conformarse con el disco que preparan. No obstante, además de su laboratorio electrobotánico y del tándem Les Mystiques Silence Please (con Ugo Tyburczy, de Yataians ), Ivi Lee lleva adelante en Nueva York, junto a su pareja, la música y bailarina texana Elizabeth Hart, la agrupación Tierra de Fuego. “Es mi proyecto más fuerte”, sentencia el artista. “Es medio country vampiro. Giramos por varios lados y acabamos de terminar un disco. Es hermoso y funciona re bien.“
Ivi anda en eso, metiéndose en un lenguaje nuevo, y también con lo suyo solista. ”Cuando me mudé a Nueva York, la propuesta en la que gravitaba no impactaba en la gente que fui conociendo, porque consumen otro tipo de música. Eso me llevó a experimentar con otros lados de mi personalidad artística. Si bien no soy la misma persona, y la experiencia te va moldeando, sigo proponiendo mi estética y trato de adaptarme a mi entorno. Eso tiene que ver con el sacrificio, y con aprender del yeite y de las vueltas.”
Después de conseguir un espacio propio, identitario y vanguardista en la escena musical argentina, Ivi Lee tuvo que hacerse de vuelta en su nuevo hogar. “Se siente que es empezar de cero, por más que hay un montón de cosas aprendidas. Siempre que te movés, sucede eso”, confiesa. “Todas tus amistades y contactos desaparecen, y empezás a encontrarlas de nuevo. Encima, Nueva York es como Godzilla: te pisotea en un segundo.”