¿Por qué “Pintamonos”?, pregunta y explica la contratapa: “Es una expresión peyorativa con la que se referían a los pintores mexicanos a principios del Siglo XX, comparándolos con dibujantes de diarios de menor perfil”. La relación con los dibujantes de historieta no se puede evitar. Por eso, nada mejor que un libro semejante, donde recopilar algunas anécdotas –más o menos inventadas-, protagonizadas por David Siqueiros, Frida Kahlo, Diego Rivera.

Pintamonos (Maten al Mensajero, 2019) reúne el hacer compartido entre Rodolfo Santullo (guion) y el dibujante Leo Sandler (dibujos), en cuatro historias que despuntan con un enfrentamiento. Sus contrincantes: Rivera y Siqueiros. “Todo esto surge a través de Rodolfo (Santullo). En un principio, él quería hacer una antología con biografías falsas o sucesos históricos reales, donde en algún momento sucediera algo improbable. A mí me tocó el que terminó siendo el primer capítulo de este libro, el enfrentamiento entre Rivera y Siqueiros, a raíz del atentado que perpetra Siqueiros en la casa de Frida Kahlo, donde estaba exiliado Trotsky. Siqueiros le ametralla la habitación a Trotsky, pero no llega a herirlo. Rodolfo inventó lo posterior, con Rivera dando cita a Siqueiros en el descampado de un barrio humilde, con un duelo a diez pasos con pistolas. Con esa historia comenzó Pintamonos. Ésa fue la génesis del proyecto que ahora retomamos con este libro”, explica el dibujante Leo Sandler a Rosario/12.

De esta manera, Pintamonos traza una deriva que incluyen los pasos del posible asesino de Trotsky, el mural escondido en el sótano de Natalio Botana, y archivos confidenciales durante el funeral de Frida Kahlo. Escenarios, en suma, por donde se despliega y abre la narrativa. En un trabajo que es uno de los mejores de su dibujante, de quien puede consultarse otro libro notable: Raymond (Karkass/Loco Rabia, 2019), con guión de Alejandro Farías.

El desfile de personajes que ofrece Pintamonos es irresistible. Y creíble. “En su momento, lo hablé con Marcos Vergara, cuando dibujó su libro sobre el Che (NdR: Morir por el Che: 1961, Loco Rabia/Dragón, 2012, con guion de Roy Leguisamo): uno lo que hace es intentar un dibujo lo más parecido posible, pero llevándolo al registro propio, para que sea cómodo de dibujar y no te equivoques. ¡Pero tenés que moverlo! Hay personajes como Rivera o Siqueiros que son bastante caricaturescos. Frida es muy difícil porque tiene rasgos muy puntuales, y está en la cabeza de la gente como el Che, son íconos populares. Además, una cosa es Frida de frente, pero otra es hacerla enojada o riéndose. Además, está el paso del tiempo, los personajes fueron cambiando mucho y hubo que lograr que se parecieran siendo tanto jóvenes como viejos. Fue complicado”, agrega Sandler.

-Puesto que se trata de artistas, ¿qué aspectos suyos elegís?

-En el tercer episodio trabajamos sobre el mural de Siqueiros en el sótano de Botana. Lo hizo con cuatro pibes (risas): (Antonio) Berni, (Juan Carlos) Castagnino, (Lino Enea) Spilimbergo y Enrique Lázaro, un escenógrafo uruguayo. Siqueiros había venido a dar tres conferencias en Buenos Aires, y se arma tal escándalo que lo quieren expulsar del país. Se queda sin plata y hace algo contrario a sus principios. Siendo muralista, un comunista que pintaba para las masas, que quería que el arte saliera de las sacristías y los museos, se ve obligado a pintar en la casa de un millonario y en el sótano. En la historieta él dice que esa es la realidad del pintor: por más que quiera hacer otras cosas, se ve obligado en el último país de Sudamérica a pintar como un asalariado y en un sótano privado. Pero eso no quiere decir que no se pueda mostrar otra cosa, así que deciden hacer algo distinto. El arte desborda y se adapta siempre, a pesar de las condiciones. Me pareció muy válido, y más en el contexto de nuestro país.

-¿En lo profesional, qué te aportó Pintamonos?

-Primero, poder cerrar historias con Rodolfo y tener una química que me gusta mucho. Es alguien que te deja colaborar con los guiones, le tirás ideas y las absorbe, les da forma. Eso hace que el trabajo sea muy dinámico y plástico. Y pude manejar un estilo que me resulta bastante cómodo. Me gustan los libros que te dan ganas de leer más, y creo que este libro es así, hay mucha historia por detrás, sólo contamos una pequeña parte. Y fue muy instructivo, tuve que documentarme muchísimo. Cada personaje que aparece merece un libro en sí. Todo lo que aprendí mientras dibujaba fue algo que no me había pasado nunca.

-Me gusta cómo recrean el funeral de Frida, desde un punto de vista lateral.

-En ese episodio hay un cuadro dibujado a partir de una foto que me gustaba mucho, de Frida con Chavela Vargas –quien tiene un papel importante en este capítulo-. Se lo sugerí a Rodolfo y él se las arregló para imbricarlo en el medio de la historia, ¡y quedó muy bien! El funeral es lo principal, pero todo pasa por detrás, lo que se cuenta es otra historia. Ésa es una manera de contar que yo admiro mucho.