Desde Lima.Las primeras muertes llegaron juntas. Son cinco los fallecidos por el coronavirus. Al final de la tarde del jueves se reportó la primera muerte, un hombre de 78 años. Menos de cuatro horas después se conocieron otras dos, ambos hombres, de 47 y 69 años. El peor día en lo que va de esta pandemia. El viernes falleció una mujer de 75 años y el sábado un anciano de 83 años. Así, de golpe, llegaron las muertes, que sumaron al drama por el coronavirus, que los peruanos viven desde el lunes recluidos en sus casas por una cuarentena general de quince días y con un toque de queda nocturno impuesto desde el miércoles, medidas adoptadas por el gobierno para buscar detener el avance de la pandemia.
En medio de la crisis sanitaria, el jueves el gobierno sorprendió con la destitución de la ministra de Salud, Elizabeth Hinostroza. El presidente Martín Vizcarra no dejó dudas de las razones del cambio: “La ministra ha dado todo su esfuerzo y dedicación, pero una evaluación rigurosa nos obliga a tomar esta decisión. Se necesita un médico experto en salud pública”. En el cargo fue nombrado el doctor Víctor Zamora, hasta ahora desconocido fuera de los círculos médicos, quien ha trabajado en la OPS y la OMS.
Desde que en la noche del domingo último ordenó, en un mensaje televisado, el confinamiento obligatorio de toda la población, el presidente Vizcarra ofrece diariamente una conferencia de prensa, a las que se presenta con algunos de sus ministros, para informar sobre el avance de la enfermedad y las acciones del gobierno. Ha dicho que las muertes ocurridas “nos obligan a continuar con esta medida (de aislamiento obligatorio), que al principio algunos decían era exagerada”. Medida que otros países de la región, como Argentina, también vienen adoptando.
En cada una de sus presentaciones diarias, el presidente insiste en pedirle a la ciudadanía que tome conciencia de la gravedad de la situación y cumpla con la cuarentena. “Cada salida es un riesgo, hay que salir lo mínimo indispensable. Siempre hay personas irresponsables que no están haciendo el cumplimiento debido. Esperemos que la cordura, la responsabilidad, lleguen a todos los peruanos”, fue el mensaje dado ayer por Vizcarra. Antes había invocado: “Por favor, seamos responsables, seamos solidarios. El virus lo trasladan las personas, si las personas se paran, se para el virus. Ese es el objetivo”.
Ayer se reportaron 318 casos de coronavirus, un aumento de 55 en el último día. La mayor parte, 241, están en Lima. El gobierno informó que “la gran mayoría” tiene “síntomas leves” y se encuentra en sus casas. El gobierno ha advertido que los contagios seguirán aumentando en los próximos días y que se espera, si la cuarentena se cumple como se debe, que la curva comience a descender en unos diez días, al final de la misma. Pero la irresponsabilidad de un sector de la población, minoritario pero importante, que parce no entender la gravedad de la situación y burla las restricciones, y algunos errores en su aplicación, han creado fisuras en las políticas de aislamiento social. El Colegio Médico ha señalado que en estas circunstancias la cuarentena obligatoria podría tener que prolongarse otros quince días. El gobierno ha respondido que en su momento se evaluará la situación.
El toque de queda, impuesto al tercer día de decretada la cuarentena total, ha sido la respuesta del gobierno para reforzar esa medida, ante su incumplimiento por algunos sectores. Rige de ocho de la noche a cinco de la mañana. “Con el avance de los días y el toque de queda se está teniendo mejores resultados (con la aplicación de la cuarentena), pero sin llegar a lo esperado”, admitió ayer Vizcarra.
A las ocho, al iniciarse el toque de queda, la gente, tal como ocurre en otros países, sale a sus ventanas y balcones para aplaudir, en un gesto de reconocimiento al personal de salud, que en el caso peruano trabaja en condiciones muy difíciles, lidiando con la precariedad de una salud púbica por años descuidada.
Desde el jueves se prohibió la circulación de vehículos particulares durante todo el día. Las personas que deban salir para comprar alimentos o medicinas, lo que está permitido durante la cuarentena fuera de las horas de toque de queda, tendrán que hacerlo a pie o en transporte público, que funciona en forma restringida. Y solo lo puede hacer una persona por familia. Está prohibido caminar en grupos. Con esto se busca reducir esas salidas, que algunos usaban como pretexto para burlar la cuarentena.
Militares y policías vigilan las calles día y noche, parando a todo aquel que circule para ver si tiene alguna justificación para hacerlo. En los primeros seis días de cuarentena han sido intervenidas más de ocho mil personas por incumplir las restricciones, desde vendedores ambulantes que sobreviven día a día y seguían trabajando cerca de mercados que continúan abiertos, hasta quienes estaban en bares que funcionaban pese a la prohibición, jugando fútbol o los que aprovechan que se puede sacar a los perros a la puerta de las casas por unos minutos para darse un paseo.
Calles desoladas, pero en algunas zonas todavía con más gente de la que se esperaría en una cuarentena total, las ciudades tomadas por militares y policías, la economía del país y de las familias, especialmente de las más pobres, duramente golpeada por la paralización, rumores de todo tipo, incertidumbre, preocupación y un temor que ha crecido desde que hace tres días llegaron las muertes, marcan la vida en estos tiempos de encierro.