Para hoy 22 de marzo, Día Mundial del Agua, la Organización de Naciones Unidas (ONU) había establecido a principio de año una consigna motivadora: “Agua y cambio climático”.

En las últimas semanas tuvo que ser cambiada por otra: “Agua para frenar el coronavirus”.

La bofetada universal de la pandemia, de pronto nos hizo volver la mirada sobre este elemento que tomamos de la naturaleza como recurso, para brindar un servicio. Un elemento que todos los días sale de la canilla de muchos, sin que la cotidianidad de este hecho nos permita pensar lo que para quienes no tienen este privilegio, representaría disponerlo.

Tomar conciencia sobre el alcance del mal y las acciones necesarias para prevenirlo, nos hizo volver la mirada hacia el agua.

Una de las principales medidas de prevención, el lavado de manos, pone en primer plano la esencialidad de un servicio público que a lo largo de la historia reciente ha sufrido embates privatistas y mercantilistas.

Nadie se animaría ahora a plantear la opción de que el servicio de agua potable no esté en manos del Estado. Todos lo queremos alejado del lucro económico como objetivo empresario o de que el agua sea una mercancía que cotice en Bolsa.

Pero la coyuntura nos plantea también importantes desafíos para quienes operamos este servicio. Somos más de dos millones de santafesinos abastecidos por Aguas Santafesinas. Somos un millón de santafesinos abastecidos a través de pequeños operadores municipales o cooperativos.

Esos desafíos no son menores, pero sí fundamentales.

Debemos avanzar con los proyectos para que los líquidos cloacales que producimos en las poblaciones –principalmente los grandes aglomerados a orillas del sistema río Paraná-, sean tratados y devueltos al medio ambiente sin afectarlo, en similares condiciones a como los tomamos para proveernos de agua potable.

A través del sistema de grandes acueductos o instrumentando soluciones locales, debemos llegar con agua de calidad a muchas localidades que todavía sufren dificultades por no contar con pozos aptos para el consumo de sus vecinos.

Con soluciones imaginativas y en conjunto con los municipios, debemos mejorar las condiciones de provisión en los asentamientos precarios donde viven vecinos que no tienen posibilidad de ser considerados usuarios formales, pero sí tienen el derecho humano de acceder al agua potable.

Son grandes desafíos que tenemos que enfrentar todos nosotros, empresa estatal, cooperativas y municipios, como operadores de un servicio esencial.

También es un desafío para cada uno de nosotros como usuarios. Debemos ayudar a poner sobre el escenario el valor social del servicio de agua potable, realizando un uso responsable, solidario y sostenible cada vez que abrimos el grifo.

Un Día Mundial del Agua alejado del objetivo original que se planteó, pero revalorado por la necesidad de prevenir el mal lavándonos las manos, y enseguida cerrar la canilla.

*Ingeniero. Presidente de Aguas Santafesinas S.A.