“Ojala este sea el caso que marque un cambio, aunque ahora esté todo demorado. Yo confío en eso”, dice Julieta Rossi. Sabe que la emergencia sanitaria diluye la atención social sobre todo lo que no sea pertinente al tema. Por caso, su “causa”, como dice, la que mantiene desde hace dos meses cuando mataron a su novio Fernando Báez Sosa. “Esto es lo único que me importa”, sostiene con firmeza, aún cuando habla con voz muy suave. Ya pasó el mediodía. Ella se levantó tarde. Estuvo hasta la madrugada terminando un video.
“Lo termine a las 5 de la mañana. Miraba el reloj a cada rato, sabía lo que había pasado a cada minuto esa noche, fue muy impactante” cuenta en la entrevista con Página/12. Dos meses antes, a esa hora, a Fernando lo sacaban de un boliche y mientras tomaba un helado sentado en la vereda, lo atacaron. Julieta busca maneras de mantener el pedido de justicia por el crimen. Lo hace en forma casera, con su familia, con amigos. Como cuando salió a pegatinar el barrio con afichetas de “Justicia por Fernando”.
“La primera imagen es un atardecer en Ciudad Universitaria”, cuenta sobre la foto de Fernando que abre el video. Él sonríe a cámara. La cámara es Julieta. “Me vino a buscar porque yo había rendido un examen y fuimos al rio. Trajo sanguchitos de miga y fuimos a comerlos ahí. Yo había dado un examen de Sociedad y Estado”. El video muestra cómo hacen las banderas y las despliegan por la ciudad, en Plaza de Mayo, en la Facultad de Derecho.
“En la facultad yo venía cursando con él, no sé si volveré. No es una decisión que voy a tomar ahora. Es algo que voy a ver cuando tenga que ir ahí. Todo es según como me siento cada día”, cuenta. Se emociona. Intenta reflexionar ante un mundo que ha cambiado intempestivamente. Justo ella, que todavía trata de procesar la violenta muerte de su novio ocurrida hace apenas dos meses. Y encuentra en el pedido de justicia “una causa para seguir, la única que me importa”, insiste.
“Yo sé que la gente me acompaña y también que un tema tapa al otro por eso hice los videos en esta fecha, para que no se olvide”, sostiene. Al cumplirse un mes del crimen, una concentración convocó a gran cantidad de familiares de víctimas de violencia en la Argentina, frente al Congreso. El acto culminó con “los papeles de todos esos chicos, en la bandera de Fernando”, recuerda. Ella y una amiga los recibían desde el escenario. “Para mí ese día fue bastante bueno, fue sentirme acompañada. Porque extrañás a la persona que no está, pero ese día estábamos todos ahí, pidiendo lo mismo”.
Para el segundo mes se había planificado una colecta de útiles. Se suspendió por la emergencia. Entonces ella planificó los videos. “Uno con los amigos de Fer y otro mostrando lo que hacemos para visibilizar”. El video es ágil y dura menos de tres minutos. “Castigo ejemplar para los responsables” dice Graciela Sosa, y “No a la domiciliaria”, pide luego junto a su marido, Silvino Báez. Los padres de Fernando. Alejandra y Oscar Rossi, los padres de Julieta también aparecen. Las amigas y los amigos de Fernando
“Que el coronavirus no nos haga olvidar que diez cobardes mataron a un inocente” dice una joven en Plaza de Mayo. Las imágenes fueron registradas en días anteriores a la emergencia sanitaria. Advierten sobre la posibilidad de que los imputados por el crimen puedan esperar en sus casas el avance del proceso. Hoy están con prisión preventiva en el Pabellón 6 de la Alcaidía La Plata 3, en Melchor Romero, alojados en celdas de a dos, con acceso a un patio externo y comidas junto al resto de los detenidos. En sus casas de Zárate están los dos imputados como partícipes necesarios.
“Sé que suspendieron la audiencia oral –cuenta Julieta-, y se iban a mandar escritos, pero no sé cómo va lo legal”. Su objetivo es que la justicia avance, explica. “Que el caso no se olvide, porque hay miles de casos, ojala éste sea el que marca un cambio”.
-¿Por qué decidiste hacer los videos?
-Primero queríamos hacer una colecta de alimentos no perecederos para un colegio de Caballito, pero como siempre ayudamos a ese colegio, se nos ocurrió algo para ampliar y ayudar a personas que están un poco más lejos. Por eso elegimos la secundaria 119, que está en El Sauzal, en Chaco. Como no podemos juntarnos se nos ocurrió esto. Yo fui a grabar a los chicos, tenemos relación, éramos un grupo de amigos, ahora estamos más distantes, por obvias razones (se refiere a la emergencia). Siempre colaboramos en casusa solidarias, estábamos juntos en “El servir”, fuimos tres años seguidos. En el video están todos. Están los amigos de Fer que estuvieron esa noche en Gesell, están los amigos del colegio. Estábamos haciendo el video en la calle y la gente se acercaba. La gente quiso participar, hay extranjeros. Nosotros abríamos la bandera y se acercaban, les contábamos y querían participar. La gente nos ayuda un montón.
-¿Por qué crees que se da este acompañamiento?
-Me doy cuenta que todo el mundo está cansado de que pasen estas cosas, la cantidad de gente con papeles de sus hijos que no tuvieron justicia es increíble, me parecía increíble esa tarde de la Plaza, los veía con sus carteles, yo no lo podía creer. Y me daba miedo también. Yo pensaba: ¿Fer será uno más de estos casos que no tienen justicia, o será la bisagra, el del cambio? Los casos eran tantos y las familias nos daban los papeles, así que lo pensamos un segundo, y ahí mismo dijimos: Si todos ellos vinieron a pedir justicia, lo menos que podemos hacer nosotros es hacer visibles sus casos. Por eso colgamos sus pancartas sobre la bandera de Fer.
-La reacción social sobre el caso fue inmediata ¿lo viviste así?
-Nunca pensé que lo que pasó iba a tomar esta magnitud, cuando volví de Gesell y vi las cámaras en el colegio empecé a darme cuenta, pero no lo había pensado, no sabía que había sido tan masivo. El 19 yo ya estaba acá, volví para el velatorio. Y también me impactó la cantidad de gente que se movilizó. Por ahora, por suerte, parece estar todo de nuestro lado, pero igual da miedo lo que pueda llegar a pasar. Espero que se haga justicia y que no se salgan con la suya. Ojala tengan un castigo ejemplar, como dice Graciela, porque eso quiere decir que no se pueden salir con la suya.
-¿Te parece que la reacción social ayuda a la búsqueda de justicia?
-Creo que sí. La reacción de la gente fue impresionante desde el primer momento. Y yo espero que se haga justicia, espero que sí. Porque ya está en la sociedad, y yo sé que un tema tapa al otro, por eso no queremos que se olvide. Los videos fue lo que encontramos para eso. No teníamos muchas opciones, con la restricción de juntarse, de salir. Hicimos los videos y los empezamos a compartir. Entiendo que la agenda cambia. Pero para nosotros nunca va a cambiar, éste siempre va a ser el tema más importante.
-¿Hay recuerdos o imágenes que te dan fuerza?
-Ahora todos los recuerdos me duelen. Todas las imágenes son dolorosas, además con el video, fue volver a vivir la noche que pasó todo, eso me impactó. Todo el día estuve pensando eso y estuve toda la noche hasta la madrugada haciendo el video y mirando el reloj, pensando en qué minuto había pasado cada cosa, a cada minuto.
-¿Qué cosas notás como cambios en vos, a partir de esto?
-Siento que tuve que creer de golpe, y las cosas que antes me importaban, ahora… ni un poco. Las prioridades son otras, no es como antes, porque no está él obvio, pero siento que ya no me importan las mismas cosas. Aunque no cambia mucho lo que hago habitualmente. O sea, salgo a pegar carteles es lo único que hago. Y como ahora no se puede hacer nada, bueno, pienso cosas para hacer con ese mensaje: “No nos olvidemos” y “Justicia por Fer”. Esperamos la justicia, ese es nuestro motivo, nuestra razón de ser, a pesar de tener que estar así, como estamos en este momento.