Médico de profesión, Miguel Fernández es intendente de Trenque Lauquen desde 2015. Va por su segundo mandato en una ciudad de la provincia de Buenos Aires que fue gobernada por otro médico, un verdadero personaje de la política: Jorge Alberto Barracchia, intendente entre 1987 y 2001 y luego desde 2007. Barracchia pasó por el radicalismo y el ARI y terminó en el Frente para la Victoria. A contramano de Carlos Menem, desplegó una política de infraestructura con gran peso público y del Estado. Fernández es radical.
--¿Cómo va la cuarentena?
--Tranquila. Hay algunos en bicicleta y vi bastante auto dando vuelta. De a poco la policía se está poniendo más rígida, para disminuir la circulación, pero el balance del principio es bueno.
--¿Y la comida?
--No vemos desabastecimiento ni en los super ni en las despensas de barrio. Las confiterías y los bares están cerrados. Como además de intendente soy médico, estoy chequeando cómo funciona el hospital de alta complejidad que tenemos. Incluso sin acto de inauguración, porque hoy no es importante, ya pusimos a funcionar la guardia nueva. Justo terminamos la obras, con cinco consultorios y dos shockroom. Entre el hospital público y la clínica privada tenemos 19 respiradores. Suspendimos todo lo programado que fue posible e inauguramos un número de teléfono para registrar las cuarentenas y contestar preguntas. Hay 102 personas registradas. Vinieron de afuera. Va un verificador y le da un consentimiento informado. Después se mantiene el contacto con el cuerpo local de tránsito. Tenemos que estar en condiciones de atender a las 55 mil personas que viven en Trenque Launquen, Beruti y Treinta de Agosto. El cuello de botella son los respiradores y el oxígeno.
--¿Qué van a hacer con eso?
--Tenemos una fábrica de oxígeno medicinal. Estamos articulando con lo privado. Que la clínica privada pueda ocuparse, por ejemplo, de lo materno infantil y queden los eventuales casos agudos para el hospital municipal. Hay que pensar como sistema y regionalmente.
--¿Cómo funciona la fábrica de oxígeno?
--La hizo el Gordo Barracchia. Comprime el aire ambiente, lo seca y lo manda a una máquina. Saca el nitrógeno. Como la fábrica está hecha dentro del hospital, por un cañito va el oxígeno a cada cama. Es una tranquilidad, porque cada respirador, si tiene que usar tubo, consume tres tubos por día. En diez días de internación, 30 tubos para una sola persona. Imagínese los problemas de fabricación, de transporte, de logística, de costos, de pago... No es tiempo de menear los conflictos políticos, pero le voy a decir que cuando asumí, en 2015, la fábrica no andaba muy bien. Otra genialidad del Gordo fue el horno pirolítico para residuos patogénicos.
--¿Y la gente?
--Vamos viendo. El cuidador domiciliario tiene que moverse.
¿Y los albañiles? Si no trabajan no comen. Hicimos centros de acopio de alimentos y fabricación de viandas. Tenemos la Casa del Niño, para apoyo escolar. También la cerramos. Con el colectivo repartimos la vianda. Después aparecerán el abuelo y el hambriento. Estamos preparando cuatro camionetas con parlantes para difundir las medidas de prevención. Tenemos una cocina gigante. Vamos a convocar a Barrios de Pie para que armen viandas.
--La cuarentena parece más fácil de llevar en una casa que en un departamento.
--La mayoría vive con un fondito, al menos. Pero lo que más importa es garantizar la salud y que no haya hambre. El resto, mi amigo, al carajo.