Netflix estrenará la tercera temporada de Ozark el próximo viernes 27 de marzo. Diez nuevos episodios acerca del ascenso meteórico de los Byrde, sus lazos con el crimen y la rivalidad en el seno familiar. En el comienzo Marty (Jason Bateman) era un exitoso asesor financiero casado con Wendy (Laura Linney) y padre de dos hijos (uno de cada sexo). Detrás de ese cuadro idílico había nexos con el narcotráfico y la obligación de generar millones para un cartel mexicano. Si no lo hacía acabarían todos muertos. La otra opción era la de terminar tras las rejas. La solución fue mudarse a Missouri. Allí lograron todos sus objetivos: crecieron en el mercado inmobiliario, fundaron un casino, escalaron en el mundo de la política y protegieron a sus críos. Aunque nunca lograron despejar los nubarrones. Todo lo contrario. Ahí uno de los logros de la serie, cada movimiento ganador de la dupla repercute en un peligro mayor al estilo Breaking Bad. Otro aspecto destacable de la ficción es su ritmo y estética pantanosa.
El cambio en estos episodios pasa por la fractura dentro del propio matrimonio. La relación entre ambos parece haber llegado a un punto de no retorno por las diferencias acerca de cómo manejar su imperio. “Nos mudamos a este lugar para empezar de nuevo y ha sido duro. A veces si no seguís adelante…te morís”, asegura la mujer a quien se la ve empuñar un arma para defender lo suyo. Bateman (quien además es director y productor ejecutivo de la serie) recalcó que en esta temporada la protagonista será Wendy. “Es una honesta exploración de un lado que todos tenemos y usaríamos si estuviésemos arrinconados”, aseguró Bateman.