Después de más de un año de estadía en Cuba por problemas médicos anoche regresó al país Florencia Kirchner. Llegó acompañada por su mamá, la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner, en un avión en el que también volvieron algunos argentinos. Antes de partir, y como corolario de su tratamiento en el país caribeño, publicó una carta en la que apuntó que estaba "dejando la campana de cristal". El tratamiento continuará en su casa en Buenos Aires.
“Camino por la habitación a la caza de imágenes fértiles en la cabeza, para que se me hagan como bebés. Camino por el teatro imaginario, mientras por el instante, se me escapan las palabras que querría decir. Se me habla la boca sola. Estoy jugando a la premonición. Pasé gran parte del día en pose fetal", apuntó Florencia en la publicación de Instagram en la que describió sus últimos minutos en la que fue la habitación donde vivió el último año en Cuba, país al que Fernández de Kirchner viajó en varias oportunidades para acompañarla tras solicitar permiso a la justicia para salir del país.
"Estoy dejando lo que llaman: la campana de cristal. De ahora en más si no puedo con algo, estaré entre humanos y movimiento, que me verán por no poder, y que lejos de la comprensión pondrán sus ojos putrefactos sobre mi manera deslenguada, y la manera esa otra, la laxa que me hace poder dar vuelta los brazos como un cisne fallido”, continuó en su escrito la cineasta que ya se encuentra en su departamento del barrio de San Cristóbal.
La vicepresidenta volvió junto a su hija en medio de la cuarentena obligatoria que el gobierno nacional decretó por la pandemia de coronavirus que azota al mundo. Florencia siguió durante el último año un tratamiento médico en Cuba, adonde había ido a participar de un congreso de cine. Le diagnosticaron un trastorno de estrés postraumático y un linfedema ligero de miembros inferiores.