Este 24 de marzo, Día Nacional de la Memoria, vamos a vivir una jornada diferente y excepcional: no se realiza la multitudinaria movilización que recorre la ciudad, recordando los atroces crímenes cometidos por la última dictadura cívico-militar. Debido a la situación sanitaria generada por el coronavirus, se ha decidido posponer, en conjunto con los organismos de derechos humanos, esta movilización masiva que se ha convertido en un símbolo de la lucha contra el Terrorismo de Estado en Argentina y en un acontecimiento político ejemplar para América Latina y el mundo. Sin embargo, la memoria social de lo ocurrido en nuestro país, y en los países del cono Sur, esa construcción colectiva que se gestó como forma de resistencia y de lucha por los derechos humanos, no se posterga, ni se va a detener jamás.
En primer lugar, nos gustaría señalar que hablar de derechos humanos en Argentina, y en Rosario en particular, es hablar de nuestro presente y, en este sentido, de lo que significó y lo que significa hoy para nuestra sociedad la experiencia del Terrorismo de Estado y las consecuencias estructurales que tuvo el plan sistemático de represión, secuestro, tortura, robo de bebés y desaparición de personas en lo social, lo político, lo económico y cultural, como así también, en lo personal: con familias diezmadas y generaciones perdidas por la violencia ilegal y la feroz represión estatal.
En el plano económico, reflexionar sobre las políticas de corte neoliberal implementadas por los gobiernos de facto, que tendieron a la destrucción de la industria nacional, la apertura de la importación, la promoción de la bicicleta financiera y el endeudamiento externo, nos permite entender mucho de lo sucedido en la materia en los años posteriores. Asimismo, los “costos” sociales de estas políticas, crecimiento de la pobreza y la desigualdad social, aumento de la desocupación y pérdida del poder adquisitivo, configuran una constante y una consecuencia buscada por este tipo de modelos.
En tercer lugar, creemos que es fundamental, a 44 años de último Golpe de Estado, sostener y profundizar la consigna de memoria, verdad y justicia, acompañando y apoyando el camino que han transitado las Madres y Abuelas de Plaza de Mayo y el conjunto de los organismos de derechos humanos, como la ciudadanía en general, con el fin de garantizar la realización de los juicios de lesa humanidad que están en marcha y los que aún faltan concretar para lograr la condena a los responsables, tanto militares como civiles, del genocidio.
Asimismo, es imprescindible contar con el compromiso de los tres niveles del Estado en el cumplimiento de la Ley 26.691 de Preservación de Sitios de Memoria, y disponer de los recursos necesarios para salvaguardar estos espacios que son el testimonio material de los acontecimientos que marcaron nuestro pasado reciente. Como así también, consideramos que esta es una gran oportunidad para poder coordinar propuestas conjuntas en relación a la construcción y la transmisión de la memoria social a las nuevas generaciones y la implementación de programas educativos sobre el Terrorismo de Estado. Desde la recuperación de la democracia, hemos aprendido como comunidad que sólo trabajando desde lo colectivo, con solidaridad y respeto por los derechos humanos, contribuiremos a construir una sociedad más igualitaria y justa.
Directora general de Derechos Humanos y Memoria de Rosario.