Los fanáticos de Breaking Bad difícilmente hayan encontrado un paliativo para cubrir el vacío de una serie tan atrapante como lo fue la creación de Vince Gilligan. Ni siquiera la película El Camino -estrenada el año pasado en Netflix- que quiso continuar la historia desde el final del último capítulo, enfocándose en el personaje de Jesse Pinkman y su siguiente destino, logró captar la atención de los seguidores. Sin embargo, una apuesta interesante y bien lograda por los mismos creadores de Breaking Bad es Better call Saul, una precuela centrada en la vida del mediocre abogado Jimmy McGill y su transformación en el inescrupuloso, extravagante y ambicioso Saul Goodman, quien luego sería el letrado de Walter White.
Con un ritmo distinto al de la serie original, un poco más lenta y con menos escenas de acción y violencia intensas, Better call Saul no deja de tener la esencia de su antecesora, notandose la mano directa de Gilligan en el guión y en las puestas de escena. A lo largo de cinco temporadas -la última estrenada en febrero de este año- la serie muestra por qué Goodman llegó a ser lo que fue y al mismo tiempo muestra fragmentos en blanco y negro de lo que sería el presente del personaje y lo que le ocurrió luego del final de Breaking Bad. Si bien se focaliza en la historia del abogado, también aprovecha para contar las historias personales de otros personajes memorables como Mike Ehrmantraut, la familia Salamanca y el calculador Gustavo Fring, todos interpretados por los mismos actores.
Better call Saul cuenta con cinco temporadas de 10 capítulos cada una que están disponibles en Netflix.