1. Mandale un meme. Es común hablar con gente joven estos días y que te digan que están fastidiados por tanto grupo de WhatsApp pero para los viejos es al revés. No estamos hablando de casos particulares como el de por ejemplo Nora Cortiñas, que tiene mucha actividad social, sino de una población que en general tiene contactos más reducidos. Y en el caso de los viejos lgbti que por las épocas que han vivido no han podido mostrar abiertamente su identidad lo que vemos es que eso ha generado una mayor ausencia de redes y lazos sociales con respeto a otros viejos. Esto se ha dado por miedo a que se “descubra” quiénes son. Muchos pacientes me dicen cosas como: “Me desperté sola pero Fulano me mandó un chiste y me levanté con muchas más ganas”. Es muy interesante lo que pasa entre los viejos y las redes: entran en una dinámica de sociabilidad súper nutritiva.
2. ¡Cerrar las ventanas! Es una metáfora. Uno de los tips oficiales que más circulan es ventilar los ambientes. Pero también tiene que haber momentos para cerrarlos. Hay que descansar de la masa de información que circula. Escucho mucho esta queja: “Me estoy volviendo loca de escuchar las noticias”. ¿Y cómo no va a ser así si no se para de repetir el dato de que la mayoría de las personas que están muriendo son viejos? Todos tenemos ese dato. Listo. La información nos empodera pero también nos puede generar una dependencia muy masoca. La ola de información genera ansiedad y se sabe que la ansiedad afecta directamente a la memoria. Solo podemos desconectar para hacer otra cosa y si podemos tener el compromiso de que eso que vamos a hacer va a servir para algo. Si sentimos que da lo mismo hacerlo o no, vamos hacia la depresión. En un momento del día hay que cortar con la información y ponerse a hacer cosas creativas o, por lo menos, útiles.
3. Miedo, no te tenemos miedo. El miedo es común a todos. Pero si te están todo el día diciendo que el foco más grave de la enfermedad son los viejos es lógico que las personas reaccionen con pánico. Atiendo a muchos pacientes con fobias. Otros reaccionan poniéndose a limpiar frenéticamente sus casas. ¿Qué hacer? Hagamos que este aislamiento se revista de una actividad que nos fortalezca. Activar el día a día, construir este momento de otra manera, apuntar a una planificación de lo cotidiano. Lo cotidiano no se maneja ni se sostiene fácilmente, especialmente en el caso de personas que no tienen familia o contención social. Diría que hay que tratar de meterle a la decisión de hacer lo que uno se propone.
4. Prender el reloj biológico. Hay que levantar las persianas cuando hay luz. Conectar con la luz del día. Hacer cosas de día y dormir de noche para mantener el reloj biológico. Distinguir la luz de la oscuridad nos lleva a tener mejor nivel de sueño y vigilia. Mucha gente me cuenta que como no hay rutina ni horarios ni compromisos tal vez se pasan todo el día en la cama y después no pueden dormir de noche. Esto es un problema.
5. Hacer memoria. Pero no sólo con las típicas actividades, libros y ejercicios que dan en los talleres de memoria sino con ejercicio físico. Está comprobado que la actividad física es central para la cabeza, tenemos que hacer gimnasia porque tiene efectos sobre la cognición y las emociones. Eso se da para todos pero en viejos mucho más. Hay muchas investigaciones que dicen que ejercitarse genera nuevas conexiones neuronales. Incluso ayuda a disminuir los síntomas de Parkinson y la demencia.
6. Tocarse y quererse. Un lugar común: recomiendo la masturbación, que ya sabemos qué tan saludable es tanto física como psicológicamente. También toda la producción cultural erótica. Pero yo iría más lejos: diría que es momento de darle fuerza a todos los apetitos, los sexuales, los físicos, los alimenticios. Muchos viejos me dicen: “¿Para qué me voy a hacer de cenar si como solo?”. ¡Error! Irse a la cama sin comer puede traer problemas, desvanecimientos y muchas otras complicaciones. Es momento de hacerle lugar a todo disfrute. Esto incluye también comer rico. Cocinarse y hacerse todo lo que nos haga sentir sensaciones gratas.