La memoria de las atrocidades sufridas por una sociedad aparece como el espacio en el que encontrar sentidos para relaciones más justas, igualitarias y menos violentas.
Por ello, aun cuando es un proceso cotidiano, cada 24 de marzo se multiplican las acciones para visualizar los impactos de esa dictadura en el presente. La memoria interroga la relación entre el Estado y la violencia, el sentido de justicia, la relación entre Nación y patriarcado, racismo, minorías y exclusión. Interroga sobre los discursos “oficiales” y verdades populares. Es un campo para repensar a las formas de resistencia y de construcción social, y hasta las diversas formas de integración regional e internacional.
En Argentina, la memoria de las atrocidades del terrorismo de Estado, bajo el nombre de proceso de Memoria, Verdad y Justicia, ha sido una piedra fundante desde la restauración de la democracia y permite explicar el carácter determinante que en nuestra sociedad y sistema político ocupan los derechos humanos.
Y es claro que las universidades tienen una participación en este proceso central, dinámico y vigente.
Por una parte, las universidades han desarrollado varias líneas de trabajo sobre el impacto del terrorismo de Estado en la propia comunidad académica. Entre ellas, se han reparado los legajos de estudiantes, docentes y no docentes detenides- desaparecides o asesinades durante la dictadura; se revisaron y conservaron archivos; se recuerda y homenajea a las víctimas en placas, espacios y encuentros que resignifican de forma cotidiana las actividades que en ese marco realizan. Asimismo, muchas universidades participan en la señalización y sostenimiento de los sitios de memoria en sus respectivas jurisdicciones.
El proceso de Memoria, Verdad y Justicia ha dado una fortaleza y riqueza especial al movimiento de derechos humanos en Argentina, del cual las universidades forman parte.
Esta lucha por los derechos humanos ha generado saberes, experiencias, aprendizajes… La universidad es un lugar privilegiado donde esos saberes se organizan, sistematizan y articulan. Y aun sin provenir de trayectorias académicas, gran parte de les referentes de derechos humanos tiene lugares destacados en diversas universidades.
Hoy todas las universidades nacionales tienen diversos espacios vinculados al trabajo en derechos humanos. Tanto aquellos centrados en la enseñanza: como talleres, materias, seminarios, cátedras, carreras de grado o post grado; así como aquellos dedicados a la articulación de acciones e investigación: centros, programas, institutos, direcciones y secretarías.
A modo de ejemplo, solo la Universidad Nacional de Lanús, que integro, ya ha desarrollado una carrera de grado en Justicia y Derechos Humanos, una especialización en Migración desde la perspectiva de derechos humanos, una maestría y un doctorado en Derechos Humanos. Tiene, además, un seminario transversal en Justicia y Derechos Humanos que forma parte de las currícula de todas las carreras de grado. Y ha creado un Instituto de Justicia y Derechos Humanos que promueve la investigación en este campo.
Y de modo más reciente, en el año 2018 se institucionalizó en el ámbito del Consejo Interuniversitario Nacional (CIN) la Red Interuniversitaria de Derechos Humanos que, entre otras acciones, en septiembre de 2020 está convocando al Segundo Encuentro Nacional sobre Derechos Humanos y Educación Superior en la Universidad Nacional de La Plata.
El movimiento de derechos humanos en Argentina, integrado por organizaciones y referentes sociales y políticos, también tiene una amplia institucionalidad, ya sea a nivel nacional, provincial o municipal, que generan y requieren nuevos saberes y formación profesional.
Un desafío universitario hoy es cómo continuar articulando esos saberes, así como transversalizarlos, de modo tal de lograr las mejores formas en que el proceso de memoria y la lucha por los derechos humanos impacten en los perfiles de les profesionales que se forman en las universidades argentinas.