Bonjour tristesse

Otto Preminger

1958

Luego de “descubrirla” en Santa Juana, Preminger volvió a convocar a Jean Seberg para completar el reparto de su nueva película –una adaptación de la novela homónima de Francoise Sagan– junto a dos histriones de extensa trayectoria: David Niven y Deborah Kerr. Relato de crecimiento cuando el término coming-of-age no era siquiera utilizado, la película describe un verano en la Côte d'Azur durante el cual la llegada de una vieja amistad e interés romántico de su padre cambia por completo la vida de la joven Cecile. La actuación de Seberg en el rol titular es notable –algo que los críticos franceses destacaron en muchas reseñas– y en las miradas nerviosas del personaje se hacen carne muchas de las contradicciones que comienzan a formar parte de su (hasta ese momento) cómoda vida. El cabello corto y estilizado ya es parte de su persona cinematográfica, pero lo más destacable es que Bonjour tristesse marca el nacimiento de una actriz que comenzaba a mostrar signos de madurez actoral, además de un magnetismo en pantalla que, a esa altura, ya resultaba indiscutible.

Sin aliento

Jean-Luc Godard

1960

“New York Herald Tribune”, grita Patricia en las calles de París. La chica que vende diarios se encuentra con su amante Michel (Belmondo) y así, con un estrepitoso bang, comienza la disruptiva –y creativa y destructiva y tantas cosas más– carrera de Godard, el último de los críticos cahieristas devenido realizador. Para Seberg la experiencia fue extrema en todo sentido. Durante el rodaje, acostumbrada a los usos y costumbres de Hollywood, la actriz no podía sino imaginar el desastre: un guion inexistente escrito día a día en un bar antes de la jornada de filmación, una dirección de fotografía dependiente de la sol solar, una silla de ruedas transformada en carro de travelling. ¿Qué podía resultar de ese atropello amateur? El resultado impactó a todo el mundo y transformó al cine, que con ese gesto daba un paso definitivo hacia el territorio de la modernidad. El inesperado éxito comercial de Sin aliento transformó a Seberg en una estrella del cine francés, país donde filmaría varias películas en los años siguientes, colaborando con realizadores como Claude Chabrol, Philippe de Broca y, desde luego, Romain Gary, su segundo esposo desde 1962.

La corrupción de Chris Miller

Juan Antonio Bardem

1973

Luego de despedirse de Hollywood con películas como Aeropuerto y Macho Callahan, alejada de la persecución del FBI en territorio europeo, Jean Seberg participó de diversas coproducciones donde su talento encontró nuevos caminos de expresión. Este extraño film de terror gótico con toques de giallo dirigido por Juan Antonio Bardem –su única incursión en el género– la encuentra interpretando el rol de madrastra de una joven (encarnada por la ex estrella infantil Marisol). Encerradas en una mansión de campo y asombradas por una serie de crímenes que comienzan a asolar la región, ambas deciden darle cobijo a un misterioso joven inglés (Barry Stokes). Con cabellos más largos de lo usual, Seberg da rienda suelta a un notable ejercicio de erotismo nada mainstream. La actriz no se sentía del todo a gusto con el material, pero las necesidades financieras la obligaron a aceptar el trabajo. A pesar de tratarse de una producción española y de que la políglota Seberg hablaba muy bien español el film fue rodado en idioma inglés para el mercado internacional.