“Actuar rápido y hacer todo lo que sea necesario”. Así se titula un documento editado en las últimas horas por el Centro de Investigación de Política Económica (CEPR), con sede en Londres, que reúne a 40 economistas de “alto perfil”, incluyendo a la economista en Jefe del FMI, Gita Gopinath, y a Jason Furman, ex asesor de primera de línea de la administración de Barack Obama. En el mismo sentido, el Foro Económico Mundial de Davos insta a los países a “usar la artillería pesada” y hasta aconseja la política del “helicóptero de dinero”, es decir, emitir billetes y transferirlos a la población. La OCDE, que nuclea a los países industrializados, también recomienda aplicar todo tipo de medidas de fuerte intervención estatal. El FMI y el Banco Mundial sugirieron que los Estados se olviden por un rato de aquellas viejas definiciones sobre la ineficiencia de la política pública y la bondad del libre mercado.
La agenda global de política económica tuvo un giro de 180 grados en dos meses, desde que los países comenzaron a aplicar todo tipo de medidas restrictivas con carácter sanitario, desde cancelar masivamente vuelos, cerrar fronteras y apagar casi toda la vida industrial y comercial. La inmensa corrida financiera hacia los bonos más seguros del mundo, los del Tesoro de los Estados Unidos, el impacto sobre el comercio global y el apagón de los mercados internos encendieron todas las alarmas y no dejaron otra opción que desempolvar los manuales de las crisis sistémicas del capitalismo, como pasó en 2008/2009.
El nuevo orden económico
“La recesión es una medida de salud pública necesaria. Mantener a los trabajadores alejados de su empleo y a los consumidores de sus consumos reduce la actividad económica”, explica el documento del CEPR, que muestra cómo a mayores restricciones sanitarias, más profunda es la crisis económica.
Jason Furman, ex primer asesor económico de Obama, plantea una serie de guías para los gobiernos: es mejor hacer demasiado que muy poco; usar los mecanismos existentes todo lo que se pueda; inventar nuevos programas si es necesario; no temer a la duplicación de beneficios y que la respuesta sea dinámica y persistente.
A diferencia de la crisis de las hipotecas subprime, en donde los Bancos Centrales salieron a salvar a los bancos privados y otras entidades financieras, la política monetaria no es efectiva para la actual crisis. Por más que bajen las tasas de interés y se ofrezca crédito barato, la expectativa de una crisis duradera no mueve la demanda de dinero. En cambio, asoma plenamente la necesidad de una política fiscal contundente, porque es directamente la demanda la que está afectada. Ahí es donde se levantan todos los reparos que suelen escucharse acerca de la inyección de dinero del Estado.
“Grandes gastos del Estado implican subas del endeudamiento público --ya que el Banco Central emite dinero y le presta al Tesoro--. ¿Deberíamos estar preocupados? Guerras, desastres, epidemias y fuertes crisis son ejemplos de libro de texto para llevar adelante grandes déficit fiscales y para la acumulación de deuda”, dicen Richard Baldwin (profesor de economía de la Universidad de Ginebra) y Beatrice Weder di Mauro (economista asesora del consejo de administración del UBS Group).
Desde el Foro Económico Mundial, usina del pensamiento económico dominante, replicaron un artículo en donde se insta a los gobiernos a usar la “artillería pesada”. El informe advierte que incluso “políticas no convencionales como el ´helicóptero de dinero´ deberían estar sobre la mesa”. El “helicóptero” significa emitir dinero para entregarlo a los hogares, que éstos consuman y así no se frene la rueda económica. “Los gobiernos necesitan reducir las quiebras de los individuos y las empresas, asegurar que las personas tengan dinero para seguir gastando, incluso si no están trabajando, y aumentar la inversión pública y el gasto en el sector de salud”, agrega el artículo.
El titular de la OCDE, Angel Gurría, publicó un texto en donde pide a los gobiernos lanzar planes de empleo de corto plazo, reducir requerimientos para acceder al seguro de desempleo y transferir dinero a los empleados autónomos. También recomienda diferir cobro de impuestos a las empresas, asegurar crédito para pagar sueldos y planes de apoyo especiales para las pymes del sector de servicios y turismo.
En la misma línea, el FMI publicó una especie de manual de buenas prácticas para que los gobiernos intervengan frente a la crisis. En el capítulo fiscal, indica que “los gobiernos deben proveer considerable apoyo a las personas y empresas afectadas. Los subsidios salariales pueden prevenir quiebras escalonadas, mientras que transferencias en efectivo a hogares de bajos ingresos pueden mantener los niveles de consumo”.