El Skype se abre como una flor galáctica y un sonido como de goteo
--Tío, por tu edad te tenés que quedar en casa. Es la voz y la cara de Elenita, once años, la hija de un amigo, quien aconseja... --Y además no tenés que comer harinas
--Ah, es para no engordar. Ella se ríe
--Es por eso, porque hace mal y tiene olor a patas
La miro, pienso en el remate, en su futuro como artista del stand up y el chiste e intrigado le pregunto por qué.
--¡Por la pandemia! O mejor dicho, por el pan de medias
Me río fuerte para festejarle. El campeonato de memes cara a cara ha empezado
*Lo supe desde siempre, que esto llegaría inexorable como lo hace la primavera o la luz o la lluvia o el secreto de los intestinos de los insectos o la Sagrada Concepción o los marcianos o la sexualidad de nuestros padres. Desde Shakespeare, Philip K.Dick, Stephen King, La Guerra de los Mundos, Bradbury, Poe, Lovecraft, Oesterheld, El Libro de los Muertos, el Popol Vuh, la Biblia a pleno. En los claustros, mientras repetíamos estigmas y hazañas mágicas las Escrituras nos lo habían advertido; en las historietas blanquinegras donde andaba Johnny Hazard tumbando japoneses con su avioncito, en los polímeros inquietantes de la lluvia de nieve eternáutica. Hasta el Cabo Sabino y Patoruzú ya sabían que habríamos de ser invadidos por algo invisible, virus letales, pestes de Egipto, lluvia de copos, rayos paralizantes, electrodos impalpables conectados al corazón eléctrico del planeta Tierra. Que como una raza maldita estaríamos condenados a desaparecer lenta y cruelmente, así como nosotros no perdonábamos a nuestros enemigos. Algunos superhéroes o heroínas de tetas puntiagudas nos habrían de salvar hasta el cartelito que ilustraba Continuará. Y esto que vivimos y mal soñamos ya es la entrega del siguiente número pero que no salva nadie, adquirido en kioscos de mangas en Wuham con guantes plásticos y barbijo, del número que viene de la historieta, esta que nos percuten y aniquilan día a día con las noticias, con su dictadura de especialistas campeones del análisis de la vida en presidio y el electroshock constante de la palabrita siniestra que marida realeza con enfermedad en una perfecta conjunción de sentidos. "Algo esta pasando que no puedo determinar. No es incomodidad por la cuarentena... sospecho que cuando los buenos y los malos, los santos y los réprobos están de acuerdo en algo, debe existir un fraude en algún sitio de la historia esta. Lo digo cómo escritora paranoica que soy. Invadimos la Naturaleza, ahora a joderse. ¿Acaso no muere igual cantidad de gente en bombardeos en Medio Oriente que lo que se lleva esta cosa? ¿Se habrán suspendido el glifosato, los misiles, el porno infantil? ¿ Si todo fuera exagerado o algo peor que lo que muestran? Todo está al revés o vuelve a su origen como los animales a los lugares desiertos donde le han construido ciudades para que reinen las Bestias Armadas. ¿Que significa la palabra zoonosis? ¿Es una canción de The Cure acaso? Todo esto parece ficticio, más allá de las muertes y del contagio, un sueño extendido, una siesta eterna donde se duerme para despertarse en el día siguiente en el mismo silencio. Voy a tratar de entender a qué se debe, aunque no tenga razón ni pruebas ni acusados. Ah, en la heladera me quedan dos manzanas y un pan lactal mordido", escribe ella desde lejanas tierras frías. Botellas al mar, whatsapps histéricos, cantores hinchapelotas desde los balcones, memes ingeniosos, cartas y gritos de los varados, de los indolentes que se han ido de las trincheras en pleno bombardeo y en medio de la bruma exhiben la bandera blanca de la paz manchada con lágrimas y mocos de resfrío. Hubo miles de advertencias, tal como sugerían tanto los científicos, los poetas como los curitas con mal aliento en aquellas habitaciones de largos bancos de madera en donde se nos entrenaba para la piedad y la consolación del destino final. Porque eramos niños malos y la Humanidad algún día despertaría a la Luz o se caería al abismo para siempre. Los Siete Sellos. El Anticristo. El Apocalipsis Now. Salvajes que regresan para ser admitidos en la manada con sus tablas de surf en los lomos de las 4X4; familias que se refugian en sus madrigueras de casitas de fin de semana tratando de eludir los retenes; lombardis paseanderos por shoppings vacíos de la costa marítima; bussis que aún sabiéndose infectados se mueven como si fuesen monstruos allá en el Tucumán, donde los surcos de la represión convirtieron a su papá en el modelo de los patrones; gente de buen pasar mandando a sus empleados a comprar respiradores para ser instalados en mansiones; navegantes fraudulentos tomando champagne a bordo del Champagne; bolsonaros suspendiendo obreros sin goce de sueldo y tratando a la peste de "gripecita"; bocones trumps sumiendo a Nueva York en el reino del desamparo y el miedo; macris vacacionando que aconsejan no ser tan inflexibles con la muerte, gerentes escondiendo sus mucamas en los baúles para tener quien les limpie en el encierro vip, presidiarios que se cobran cuentas a facazos, todo envuelto en una anestesia obligada donde nos despertamos y todo continúa igual, donde el gel resultó ser el Santo Grial que esconde a un dios preventivo y limpio ante el Infierno sin aire en los pulmones. Válgame la maldición: errores de sordera. La tierra ha advertido, Oh, Pachamama, Madre Santísima Creadora de los temblores, los tsunamis, los deshielos, las guerras de Oriente, los malabares de las Bolsas, el signo dólar a las vidas humanas, la tortura, la mueca de burla, el desprecio. Salvemos la Economía, que los viejos desaparezcan en las cunitas sexagenarias como mortajas; las pistas de hielo donde depositar cadáveres hasta cremarlos, la letalidad tanto para atletas como a sedentarios, entre niños y abuelos, negros o blancos, grises o verdes. El mundo tiene voces que gritan ante la mecha encendida, y el tren bala enloquecido que solo para en las estaciones donde se lee Parca en todos lo idiomas y los poemas que caen en las redes como nervaduras vivas, son las únicas hojas verdes entre tanto bosque secándose inexorablemente.
El Skipe me devuelve bruscamente a este momento con el mismo sonido de goteo. Elenita me alienta a que no escriba nada, que no sirve. Me muestra un pañuelo blanco. --44 años del golpe. Tío, ¿donde estabas vos en esa época? me inquiere. --Huyendo y asustado, le respondo. Piensa, piensa en algún chiste que no se le ocurre hasta que larga. --Es como ahora, que vivís cagado de miedo, pero en vez de irte de tu casa por si te buscaban ahí, ahora tenés que quedarte adentro por si el bicho te está esperando afuera. --El Cono invertido --pienso pero nada le digo. Me deja un meme. Allí se ve a al Príncipe Carlos quien diera positivo. Y a su lado a la Reina Isabel de Inglaterra y un encabezado que reza en letras rojas: temen que el coronavirus haya penetrado al Palacio de Buckingham.
Debajo se lee: --Penal para Mirta Legrand.