“Los motivos por las cuales uno se asocia a otros músicos es un razonable misterio. A veces hay azar, a veces un encuentro simultáneo, a todos nos sucede”, relata Carlos Casazza. Lo dicho es una buena manera de adentrarse en su disco más reciente: Carlos Casazza Quinteto (BlueArt), en donde el guitarrista articula su hacer (guitarra clásica y acústica de 12 cuerdas) junto a Carto Brandán (batería), Juan Pablo Navarro (contrabajo), Sergio Wagner (flugelhorn), e Inti Sabev (clarinete).
Con composiciones propias, atentas al entramado de un mundo personal y abierto, el disco fluye con una gracia que es consecuente y coincidente con la de sus músicos. Hay momentos musicales reconocibles entre otros que difícilmente lo sean. En todo caso, se trata de dejarse llevar por melodías y ritmos para saber qué más aguarda dentro de cada uno de ellos. Y en este sentido, vale decir también que cada una de las composiciones es un desafío a compartir, provisto de afinidades y descubrimientos por venir.
Por lo pronto, Carlos Casazza Quinteto puede escucharse en Spotify. El disco físico vendrá al término del aislamiento social preventivo, así como su presentación en vivo. Un ritual que todo músico espera y celebra. En el caso de Casazza, el músico tuvo algunos de sus más destacados y recientes acontecimientos con la presentación -en formato cuarteto- de La sombra del sauce transparente (BlueArt, 2018), tanto en Rosario como en el CCK de Buenos Aires.
En este recorrido, y luego de dos años de música junto a formaciones diversas, el quinteto surge como una cristalización distintiva, que da cuenta del recorrido personal del músico mientras enhebra lo particular del momento. En este sentido, Carlos Casazza refiere que “básicamente venía tocando con mis compañeros desde hacía un par de años en distintas combinaciones. Y parte del repertorio fue surgiendo de manera paralela a esos conciertos. Fui pensando material para estas situaciones, así como también lo hice con el cuarteto. Y en ese contexto, como la resonancia difusa y general que hay cuando se va desarrollando un material con determinada instrumentación, reaparecieron dos temas de otras épocas: “Linderhof” y “Santa Rosa” que, digamos, quería revisitar, para ver qué les sucedía en este grupo.
Sobre por qué la elección del quinteto y junto a estos músicos, Casazza dirá que “es un razonable misterio”, que es el “azar de un encuentro simultáneo”. “A veces soy de ir a buscar, movido por la curiosidad o por alguna idea que estoy tratando de concretar. Pero siempre tengo presente que todos ellos se desprenden de sus egos rápidamente, algo que es una gran virtud. Además, con el fragmento de autoconciencia que les queda, son capaces de, generosamente, sumergirse en los sueños de otro. Yo voy atrasado respecto de ellos”, agrega.
"A veces soy de ir a buscar músicos, movido por la curiosidad o por alguna idea que estoy tratando de concretar".
La tarea de Carto Brandán en batería, Juan Pablo Navarro en contrabajo, Sergio Wagner en flugelhorn e Inti Sabev en clarinete, se revela en armonía. Basta con oír el comienzo del disco para participar de esta aseveración. Ingresar allí es hacerlo a un mundo de sonoridades compartidas, a un equilibrio de matices que tienen en la guitarra de Casazza su piedra de toque, el lugar del cual desprenderse cada uno y hacia donde volver. Algo que es, por lo demás, ya sustancial a su tarea musical como compositor e intérprete. De todos modos, el guitarrista dirá que no ve “un rasgo particular en este disco”, y que “un exceso de análisis tiene que ser evitado para que las cosas sucedan en una música que, básicamente, es interactiva. Pero si fuerzo una respuesta, creo que es un disco, digamos, con cierto lirismo, pero sospecho de cualquier adjetivo que yo pueda ponerle”.
Cómo se articula semejante reunión entre instrumentos, guiados por una misma sensibilidad, no es algo fácil de decir o que sea factible de respuesta. Tal vez tampoco tenga demasiado sentido querer allí, aquí, palabras. En todo caso, lo que juega es la escucha y la dulzura que allí se respira, que de allí se desprende. Es jazz, su relación rítmica es diversa, se intenta lo que se ha oído y amado, pero hacia una estela distintiva. Y se lo logra.
Tal como se desprende de la biografía que el sello BlueArt publica en su sitio, https://www.blueart.com.ar/, Carlos Casazza ha tocado y grabado con músicos como Ernesto Jodos, Lucho Gonzalez, Juan Pablo Navarro, Martin Sued, Liliana Herrero, Adrián Abonizio, Tomas Gubitsch, Claudio Cardone, Luciano Ruggieri, Jorge Fandermole, Luis Nacht y Juan Pablo Arredondo. BlueArt editó sus discos Retrato en blanco y negro (2004), en dúo con Leonel Lúquez, y Dúos-Tríos con invitados como Rubén Goldín y Liliana Herrero (2005). En su rol de productor artístico participó en Extraño conocido de Adrián Abonizio (2006) y Actividades constructivas (2014), solo piano de Ernesto Jodos. Con Jodos también realizó La palabra kilómetros (2009). Previo a Carlos Casazza Quinteto, sus discos más recientes son El perro buda (2017) y La sombra del sauce transparente (2018).
En cuanto al trabajo integral con los músicos del actual quinteto, Carlos Casazza responde que “sólo pensaría el rasgo de fusión en el sentido de que el 50 por ciento del disco tiene que ver con el estilo de cada instrumentista. Y los de este disco, cabe decirlo, vienen y también van de núcleos estilísticos muy fuertes a situaciones de una indefinición notoria”.