La tensión entre Holanda y Turquía escaló y abrió ayer un nuevo capítulo. Ankara suspendió el permiso de aterrizaje a todos los vuelos diplomáticos holandeses, anunció que impedirá el retorno del embajador de Holanda a la capital turca y suspenderá reuniones políticas. También planteó condiciones para solucionar la crisis diplomática, abierta el sábado por el veto y expulsión del país europeo de dos de sus ministros: pidió una disculpa por escrito, que se enjuicie a los responsables policiales y garantías para el futuro. El primer ministro de Holanda, Mark Rutte, salió al cruce de las demandas: advirtió a las autoridades turcas que no habrá negociaciones bajo amenazas y recordó a Ankara que los turcos de los Países Bajos son ciudadanos holandeses. La canciller alemana Angela Merkel expresó su total apoyo y solidaridad con Rutte después de las acusaciones “completamente inaceptables” del Gobierno turco, que, como hizo con Berlín, calificó de nazi al ejecutivo de La Haya por prohibir mítines de ministros turcos. El presidente de Turquía, Recep Tayyip Erdogan, acusó a la canciller alemana de apoyar al terrorismo, en un nuevo ataque dentro de la crisis diplomática abierta por la cancelación de actos electorales de ministros turcos en varios países europeos.
El Ejecutivo de Ankara avanzó con medidas de presión para forzar a Holanda a disculparse por el tratamiento a la ministra turca de Familia y Asuntos Sociales, Fatma Betül Sayan, quien el sábado fue retenida en Rotterdam, y luego fue expulsada a Alemania; y por la prohibición al ministro de Exteriores turco, Mevlüt Çavusoglu, de aterrizar el sábado en la ciudad holandesa. Los ministros turcos pretendían participar en actos políticos para pedir a los turcos residentes en Holanda que apoyasen la reforma constitucional, que se decidirá el 16 de abril en referéndum, y que podría traspasar el poder legislativo desde el Gobierno al presidente Erdogan.
“En primer lugar, hemos decidido no permitir el regreso del embajador holandés, actualmente de vacaciones en el extranjero, antes de que se cumplan nuestras condiciones, y no daremos permiso a los vuelos diplomáticos desde Holanda”, dijo el viceprimer ministro turco, Numan Kurtulmus, en una rueda de prensa transmitida en directo por la cadena NTV.
En ese sentido, precisó que esa medida se limita únicamente a visitas oficiales y vuelos diplomáticos que quieran usar espacio aéreo turco, y no afecta a los ciudadanos holandeses. “En segundo lugar, hasta que Holanda no ofrezca una compensación por lo que ha hecho, hemos decidido suspender y posponer todas las relaciones de alto nivel previstas, así como las reuniones y entrevistas de ministros y superiores”, agregó. Además, el Gobierno islamista de Erdogan tramita una recomendación al Parlamento de Ankara para que extinga el grupo de amistad que mantiene con los legisladores de Holanda. “Esta crisis no es responsabilidad de Turquía, ni la deseamos”, aseguró Kurtulmus, que prometió actuar de forma responsable, pero decidida, y teniendo especial cuidado en no enfrentar al pueblo holandés con Turquía.
En una rueda de prensa previa a un debate electoral, el primer ministro holandés aseguró que hasta que las amenazas de Ankara no lleguen a su fin, no habrá negociaciones para resolver el conflicto. Además, alertó que el ultraderechista Geert Wilders es un riesgo real para los Países Bajos si gana las elecciones del 15 de marzo. En cuanto a las críticas que señalan que utilizó esta crisis con Ankara para ganar apoyos en las elecciones, sólo afirmó que no cree que Turquía quiera interferir en las elecciones holandesas. Rutte aseguró estar muy feliz con el apoyo muy positivo de la canciller alemana, Angela Merkel, en el conflicto diplomático con Turquía.
En un encuentro con representantes de la industria y de la patronal alemana, Merkel recordó que la semana pasada había rechazado en el Bundestag la retórica del Gobierno turco y las comparaciones con el nazismo. “Ese rechazo se extiende también a las analogías que afectan a un país amigo”, continuó la canciller, quien subrayó que las acusaciones turcas “llevan al engaño y minimizan el dolor, precisamente en Holanda, que tanto sufrió bajo el nacionalsocialismo”.
El conflicto entre Ankara y Amsterdam llegó incluso a la política interna de Holanda. El ultraderechista Geert Wilders pidió cerrar fronteras como “única solución a gente” como el presidente turco, mientras su contrincante, el liberal y primer ministro holandés, Mark Rutte, negó que su país esté islamizado y dudó de la capacidad del líder populista para gobernar.
El primer y único cara a cara entre ambos políticos, que lideran las encuestas de intención de voto con 24 escaños cada uno (de los 150 que se disputan en el Parlamento) para las elecciones del miércoles, se centró en la crisis diplomática con Turquía y en el islam como supuesta amenaza a la identidad holandesa.
Ambos políticos, que se acusaron de falta de credibilidad, mostraron un desinterés total en cooperar o negociar una coalición de Gobierno después de las elecciones. “Nadie confía en Mark Rutte porque incumplió sus promesas de la campaña de 2012. Nadie en Holanda le cree”, aseguró Wilders sobre el liberal a quien él mismo ayudó a gobernar en la legislatura 2010-2012.
Rutte respondió que el populista “huyó desvergonzadamente cuando se empezaron a tomar medidas difíciles por el interés nacional”, en referencia a la salida de Wilders de la coalición parlamentaria en 2012, lo que ocasionó la dimisión del Gobierno y la celebración de elecciones parlamentarias.