El sábado por la tarde, en Buenos Aires, murió Nicolás “Colacho” Brizuela, uno de los más importantes guitarristas que dio la música argentina en las últimas décadas. Desde febrero, Brizuela estaba internado en el Sanatorio Güemes, a raíz de un cáncer de riñón. Tenía 70 años y una trayectoria intensa en la que en más de 50 años fue ladero de figuras fundamentales del folklore y del tango.
Guitarrista dilecto de Mercedes Sosa, con quien grabó 27 discos y recorrió el mundo, Brizuela desplegó su eclecticismo como guitarrista, arreglador y/o productor de artistas de la talla de Roberto Grela, José Oyola, Palermo Trío, Hermanos Albarracín, Ariel Ramírez, Rubén Juárez, Dino Saluzzi, Rodolfo Mederos, Alfonso y Zabala, Chito Zeballos, Víctor Heredia, Daniel Toro, Horacio Guarany, Ginamaría Hidalgo, León Gieco, Julia Elena Dávalos, Guillermo Fernández, Los Chalchaleros, Los Fronterizos, Carlos Franzetti, Oscar Cardozo Ocampo y Teresa Parodi, entre otros.
Mercedes Sosa, cantora de guitarras por excelencia, fue la gran referencia de Colacho. Mercedes Sosa interpreta a Atahualpa Yupanqui (1977) fue la primera grabación que hicieron juntos. Ahí, a través de versiones definitivas de “La arribeña” y “Guitarra dímelo tú” comenzó a tejerse una química que haría a uno parte del otro y se prolongaría hasta entrado el siglo siguiente con momentos inolvidables como “Bajo el azote del sol”, del disco Mercedes Sosa ’86, por ejemplo. Más allá de los años como guitarrista de Mercedes y de los discos que grabaron juntos, entre los trabajos de “Colacho” quedan otros momentos formidables, verdaderas obras maestras de la música criolla, como la serie que grabó con Alfredo Ábalos en la década de 1980: La voz de la chacarera (1982), Moneda que está en el alma (1983), Se pierde si no se da (1984), Cuando de cantar se trata (1985), Las coplas de la vida (1987). El último disco editado por Dino Saluzzi para el sello ECM, El valle de la infancia (2015) cuenta con su destacada participación.
Los intereses musicales de Brizuela también estuvieron más allá de la música argentina. Entre sus trabajos solistas se destaca el que dedicó a la música del pianista Bill Evans, Nos volveremos a ver (2010). “Cuando llegué a Buenos Aires, a fines de 1968, había mucha música dando vueltas. Yo andaba callejeando y aprendiendo detrás de las cosas del folklore y del tango, pero también me impresionaron otras cosas. Evans fue una de esas posibilidades que se nos presentaban a los jóvenes de entonces para enriquecer nuestra vida de músicos”, supo decir Brizuela a Página/12 en una entrevista con motivo de la presentación de ese disco. En los últimos años además profundizó el estudio del stick, el instrumento de cuerdas ideado por el lutier norteamericano Emmett Chapman. “Es un instrumento muy especial: son dos guitarras en una. Es el mejor invento de los últimos tiempos”, dijo Colacho en aquella ocasión. Con ese instrumento toca en Cuscaias (2013), en dúo con la flautista y bandoneonista francesa Ninon Valder.
Nicolás “Colacho” Brizuela había nacido en La Rioja, donde dio sus primeros pasos como guitarrista junto a sus hermanos mayores. Casi adolescente llegó a Buenos Aires. Estudio guitarra clásica con Héctor Ayala y Roberto Lara y jazz con Walter Malosetti. Con su muerte se termina una escuela de guitarristas acompañadores que marcó una época en la música argentina. Siempre discreto y creativo, atento al diálogo con la voz. Haciendo todo para destacarla, nada para molestarla.