En épocas de desesperación, muchas personas buscan cualquier simulacro de verdad que las haga sentir un poco más seguras. Cuarenta y tres muertos dejó como saldo un accidente ferroviario en Haedo; dos de los cuerpos no pudieron ser identificados. En ese tren viajaba un presunto homicida, Hugo Víctor Lamadrid, que no figura en la lista de víctimas fatales y que es buscado por Osvaldo Domínguez, un inspector que tiene la mejor tasa de resolución de homicidios del conurbano, aunque “las relaciones humanas son misterios que se le escapan”. Causas urgentes (Sudamericana), la primera novela negra de la periodista y escritora Paula Rodríguez, tiene el vértigo de una narración articulada con un oído exquisito para captar los pequeños detalles del lenguaje que imponen la policía, la televisión, las nuevas tecnologías y también la religión. Los personajes intentan acomodar las piezas sueltas para que encajen en “sus” relatos, más allá de los hechos.
Durante veinticinco años, Rodríguez trabajó en redacciones de revistas y fue parte del equipo fundador de La Maga en los años 90. La periodista, escritora, humorista y activista feminista -que hoy integra el staff de la revista Barcelona y es codirectora de la escuela de periodismo cultural TEA-Arte- empezó a escribir su primera novela “en un momento de crisis muy fuerte” con el oficio periodístico. “No es algo personal: es algo que le pasa al periodismo, y no solamente acá, en todos lados. No solo la crisis económica, la de inserción laboral, sino -sobre todo- la de sentido. Para qué estamos. Era un momento de mucha amargura y frustración. Sumale la crisis de la mediana edad, esa en la que te preguntás cómo te habías soñado y cómo sos”, cuenta la autora de Guía inútil para madres primerizas y del libro testimonial Ni una menos a Página/12 y revela que “en un arranque de autoindulgencia” le dedicó Causas urgentes “a la periodista que soñaba ser”.
--El periodismo en “Causas urgentes” no queda bien parado. ¿El género negro te permite mostrar que el primero en cultivar la posverdad es el periodismo?
--Yo, sin embargo, creo que Causas urgentes no le pega solo al periodismo en ese juego de lo que llamamos “los medios”. Cada uno de los personajes se aprovecha de la confusión, usa los medios a su favor. La posverdad no es una estrategia de los medios, es, digamos, un paradigma que excede a los medios. Es una forma de consumir la información, o los discursos informativos. No es algo que los periodistas o los medios “le hacen” a sus inmaculadas audiencias. Es algo de lo que participamos todos: el apego a una información, una afirmación, un argumento, un dato, un discurso o lo que sea, en tanto se acomode a mis emociones, mi ideología, mis necesidades, mis prejuicios… A mi con esta novela me pasa al revés de lo que vos decís: creo que es mi forma de decir “hey, dejen de decir “los medios ñañaña” porque todos cultivamos la posverdad, todos tratamos de inclinar la cancha”.
--Después de terminar de leer la novela, surge una pregunta: ¿Qué implica ser una víctima?
--Esa pregunta también tiene que ver con una construcción que le atribuimos a “los medios”, como si no viniera también de otros discursos sociales, de todas nuestras cabecitas: las buenas víctimas. La idea de que una persona que sufre determinada situación, si no es “buenita”, si no responde a determinados patrones, entonces no podemos considerarla víctima, empatizar con ella, reconocerle su derecho, su humanidad. Mi referencia más reciente es cómo se habla de las víctimas de femicidio según el largo de la pollera. Y ni hablar de cuestiones de clase. En mi novela está presente, creo, aunque no muy explicitado: para que funcione la idea de que X es una víctima y todo el relato alrededor de eso, hay que omitir, ocultar cosas de X que no están muy buenas.
--Evelyn es uno de los personajes más complejos e interesantes porque hay un tránsito que hace ella que va de ser la que “llora bajito en la televisión para limpiarle la mugre al padre” a intentar liberarse del yugo de la madre en el final. ¿Cómo fuiste construyendo el personaje de la hija?
--Me siento muy tentada de decir “como pude”. Creo que en ese personaje está mi mirada sobre los niños, niñas y adolescentes: esa gente en nombre de la cual se dicen y hacen tantas cosas horribles y que realmente no miramos como personas independientes de nosotros, libres de ser, con sus derechos. A esa nena, Evelyn, no la ven, nadie la ve; y yo creo que es lo que le pasa a la mayoría. Un mundo que se cree tan niñocéntrico… creo que es un tema que me importa mucho, me duele el desamparo de la niñez, me duele mucho. Y es un tema que repito: Guía inútil para madres primerizas que hicimos con Ingrid Beck es un libro de humor, podrías decir que no tiene nada que ver, y sin embargo yo creo que está en la misma línea con ese personaje; nosotras invitamos a mirar a los hijos, a mirarlos realmente. Evelyn, como todos, también se hace su propia versión de lo que está pasando. Pero en su caso, porque la dejan afuera, nadie le habla ni la mira ni quiere saber cómo está.
--Hay una frase y una imagen muy potente en el final de la novela: “la única manera de sobrevivir a un remolino es dejarse arrastrar por él”. ¿De dónde viene esta frase-imagen?
--Relacioné esa imagen con esos momentos en que una mentira, una media verdad, un linchamiento, una noticia falsa, una de esas cosas hechas para desatar odios digo, se dispara y se multiplica entre los medios y las redes, se “viraliza”, con todo el dañino sentido de la palabra. No se puede luchar contra eso, remar contra esa corriente. A mis personajes les pasa eso: se los lleva puestos una versión de los hechos, ¡en la que ellos mismos cooperan! Y cada uno tiene que cumplir su papel: la buena víctima y todos los demás. Es, por otra parte, lo que dicen que tenés que hacer si te chupa un remolino en el río: no pelear contra él, dejarte llevar. De chica le tenía miedo a eso, a meterme en el río y que me llevara un remolino. Ese temor me producen los odios que se arremolinan en redes y medios.
--¿Cómo estás atravesando esta cuarentena? ¿Estás más productiva, más “inspirada”, o estás paralizada, con pocas ideas o ganas de escribir?
--En lo personal, esta cuarentena me tiene muy activa porque tengo varios laburos y siempre trabajo desde casa. Inspirada…no sé. Seguramente decantará en algo, no lo puedo saber ahora. Me pasa que me pongo a leer y por ahí hay una escena de una persona que viaja o visita a otra y algo en mi cerebro dice “¡pero el aislamiento!”. Vi que le pasa a mucha gente: está viendo una serie, de golpe se juntan personajes en una habitación y el pensamiento es “¡pero no se acerquen tanto!”. Algo de este golpe psíquico seguro que se va a ir para lo que estoy escribiendo… porque estoy escribiendo. Y eso ya es mucho, en medio de esta situación en que estamos tratando de vivir, de salir ilesos, de que no nos lleve puestos este maldito remolino.