El tango reaccionó rápido ante el coronavirus. El 11 de marzo una asamblea que reunió a las dos agrupaciones de milongas y representantes de los bailarines suspendió toda actividad por 15 días. Esto antes de que el gobierno porteño limitara los espectáculos y que el gobierno nacional decretara el aislamiento social preventivo y obligatorio. Pero mientras las orquestas cancelaban giras y muchos bailarines regresaban de apuro para encerrarse en sus departamentos, aquí el intercambio de información ya había generado preocupación por partida doble. Por un lado, la certeza de que había que evitar la expansión del virus y que, por las características de la disciplina (contacto estrecho, mucho flujo de turistas, gran intercambio entre franjas etarias) las milongas podían poner en peligro a sus concurrentes de mayor edad. Por otro lado, porque del tango dependen los ingresos de gran cantidad de artistas y hogares. En algunas familias los dos miembros de la pareja se dedican al rubro y la situación significa la reducción a cero de todos sus ingresos.
“La mayoría somos monotributistas o informales que vivimos del día a día”, explica Lucila Díaz Colodrero, vicepresidenta de Trabajadores del Tango Danza. “Además, una gran parte desarrolla su actividad con el turismo y eso plantea un futuro incierto”, amplía. El contexto generó iniciativas para ayudar a los colegas más complicados y el encuentro con otras agrupaciones abrió el diálogo con instancias gubernamentales para sobrellevar el trance. Del universo tanguero, los más desarticulados son los músicos. Muchos no están ni en el Inamu ni el Sadem. A veces no tienen mucho trato con sus colegas. Faltan iniciativas colectivas. El INAMU asistió a algunos artistas en situación desesperada y recibió un pedido del colectivo Tango Hembra “para pensar en conjunto una salida compensatoria”. En Tango Hembra preocupa especialmente la situación de las músicas que son sostén de hogar y sólo cobran por tocar en vivo.
Los músicos piden acceso a los medios a los que en general sólo llegan los consagrados (la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual establecía un porcentaje para independientes). En el caso del tango, varios piden que sintonías como la FM2x4 de la Ciudad –con programación de emergencia de sólo música- pase a artistas y grupos contemporáneos para que puedan cobrar regalías por Sadaic. Para la cantante Patricia Malanca no es momento de los consagrados. Le preocupan quienes viven del vivo. “Los famosos ya reciben buenas regalías por sindicatos, que a ellos los difunda la industria, los under y emergentes no tenemos ingresos si el Estado en este momento no sale a difundirnos”, plantea.
Ningún sector del tango es optimista ante la situación. Coinciden en que la cosa va para largo y el invierno agravará el problema. También estiman varios meses sin giras que reporten divisas al sector ni turismo que aliente el circuito. Algo similar están pensando los productores teatrales de shows “for export”. Pero el parate se reconoce como inevitable. De hecho, la comunidad milonguera generó su propio hashtag para apuntalar la cuarentena: #CuidaTuAbrazo.
Por lo pronto, en una movida inédita, casi todas las asociaciones del rubro aunaron esfuerzos para realizar un gran Censo Federal que permita saber cuántos bailarines, músicos, musicalizadores, gestores y productores viven total o parcialmente del género. El resultado se presentará al Ministerio de Cultura de la Nación, dirigido por Tristán Bauer. Más allá de las urgencias inmediatas, no falta quien sueña con que esta unión derive en un circuito tanguero federal. “Que las soluciones en conjunto nos integren y generen propuestas no sólo para los porteños”, reflexiona Julio Bassan, presidente de la Asociación de Organizadores de Milongas. Al mismo tiempo, el Ministerio de Cultura de C.A.B.A., a cargo de Enrique Avogadro, lanzó el jueves una convocatoria de BA Milonga (la línea de promoción específica) para contener la situación. Según pudo saber Página/12, desde Ciudad están viendo cómo atender a otros sectores del tango sin programas de apoyo. Prodanza, por caso, no tiene una línea específica y concentra su ayuda en las compañías, los espacios no convencionales y los coreógrafos vinculados a la danza contemporánea. Referentes de las agrupaciones tangueras estiman que al menos el Campeonato Metropolitano de Tango no podrá realizarse en los tiempos previstos y –se esperanzan- sus fondos reorientarse para auxiliar al sector. Los más pesimistas hasta ponen en duda el Festival y el Mundial, que suelen hacerse en agosto. Para eso aún hay tiempo: su producción local no suele arrancar sino hasta junio.
Pero los bailarines que residen fronteras afuera también están en apuros económicos. También en Asia, Europa y Estados Unidos cerraron las milongas y espacios de enseñanza. La situación es dramática para algunos, al punto que surgió la iniciativa de un festival online internacional para reunir donaciones y auxiliar a colegas de todo el mundo. “Unidos Tango Festival” aún no tiene fecha definida pues están resolviendo cuestiones logísticas, pero Corina Herrera, una de sus impulsoras, contó a Página/12 que lo organizan 10 bailarines repartidos entre la Argentina, Francia, Italia, Grecia y Dubai.
Mientras estas iniciativas toman forma, los tangueros –tan habituados al abrazo- llevan el aislamiento como pueden: clases y charlas online, dj sets por streaming y recomendaciones de discos. Todo ayuda a sobrellevar el compás de espera y que la pandemia cante “chan-chan”.