En medio de la pandemia del coronavirus y de la gravísima crisis económica por la que atraviesa Argentina, la empresa multinacional Techint, presidida por el ítalo-argentino Paolo Rocca, despidió en los últimos días a 1450 trabajadores.
En noviembre de 2014 se llevó a cabo, en Buenos Aires, un encuentro organizado por un denominado Foro de Convergencia Empresarial. En ese evento, en el que participaron los directivos de las principales compañías del país, intervino el representante del Grupo Techint, empresa que tiene fijado su domicilio en Luxemburgo, lo que le permite pagar menos impuestos. El mismo, con brutal desparpajo, expresó: “El mercado le va a ganar al Estado”. Fantástica convicción que revela el posicionamiento ideológico-político de este tipo de empresarios que, a la par de lucrar con el Estado, simultáneamente se proponen debilitar y “derrotar” al Estado si éste no se somete de manera dócil y cómplice para garantizarles sus enormes ganancias.
Seguramente, esos empresarios tenían en 2014 añoranzas de otros períodos, de otros gobiernos y de otros funcionarios que servían más puntualmente a los intereses de las empresas “argentinas”. Debían extrañar al Dr. Juan Alemann (hermano del recientemente fallecido Roberto Alemann, otro gran “patriota”), quien fue secretario de Hacienda del dictador militar Jorge Rafael Videla y del dictador civil José Alfredo Martínez de Hoz, para quien "en definitiva, el Estado es el socio oculto de todas las empresas privadas".
En algunos momentos de la historia, el Estado opera como el "socio oculto" de las empresas privadas y en otros como el "socio desfachatado" que ya no necesita disimular, momentos en los cuales los sectores del gran capital despliegan obscenamente sus enormes privilegios, con toda soberbia y hasta como si se tratara de un hecho “lógico y normal”. Muchos empresarios “nacionales” se enriquecieron de manera exponencial e inimaginable con los negocios que encararon con el Estado o con la protección del Estado, especialmente durante la dictadura cívico-militar y luego con el menemismo.
Sería muy ilustrativo constatar y reseñar, por ejemplo, la cantidad de empresas y de capital acumulado por parte del Grupo Techint o del Grupo Macri antes y después de la dictadura de 1976-1983.
Estos sectores no soportan la existencia de un Estado que tienda siquiera a regular mínimamente los intereses no idénticos entre el capital y el trabajo. Quieren un Estado que sólo exprese y defienda sus intereses, al cual puedan condicionar y hasta conducir para imponer con impudicia las reglas y los intereses del mercado. De ahí se desprende su desmedido y sistemático afán de debilitar a todo aquel Estado que intente ponerle límites a su voracidad.
Hoy, ante el despido de los trabajadores por parte de Techint, el presidente Alberto Fernández debió advertirles que este tipo de grandes empresas no pierden dinero, sino que en períodos de crisis y contracción deberán ganar menos que de costumbre. El Presidente, en la ocasión, lanzó una suerte de aforismo que tendrá que quedar grabado a fuego en la necesidad de construir una sociedad del presente y del futuro que se encamine hacia la imprescindible justicia social: “Muchachos, les llegó la hora de ganar menos”.
* Norberto Alayón es trabajador social y profesor consulto de la Facultad de Ciencias Sociales (UBA).