“Salió muy bien: vinieron 2 mil personas”, festejó Daniel Santoro el día después de haber inaugurado una muestra en su cuenta de Instagram, con un vivo. El artista plástico no suele apelar seguido a las herramientas digitales, por eso es que contó con la asistencia técnica de su hija Sofía, quien filmó el recorrido por su taller y operó como intermediaria con los comentarios del público. Santoro mostró por primera vez cuadros que iban a ver la luz a fin de año en el Palais de Glace. Como es posible que la cuarentena extienda las obras de refacción del edificio, optó por adelantar la inauguración y capturar a un "público distinto" al que recorre las muestras usualmente.
“El espesor conceptual” que emana de su obra y su experiencia en el programa televisivo La patria a cuadros resultaron aliados para la visita guiada. La cámara se detuvo primero en sus cuadernos, que derivan en manuales y en sus muestras están siempre presentes. "El origen de mi trabajo suele estar en los cuadernos, son el depósito de todas las ideas. Contienen las anotaciones que hago en los bares", explicó a Página/12. Mostró páginas del Manual del Niño Edípico –"un depósito permanente"- y el Manual del niño neoliberal, de dos tomos, con dibujos de originales aparatos técnicos como la "Medición del goce del negro peronista" o el "Medidor de codicia". Extractos de este último fueron publicados en la revista Fierro.
Las conversaciones en bares son foco de inspiración para el cocreador de la Evita que custodia el Ministerio de Desarrollo Social. Por eso es que en tiempos de aislamiento se siente "constreñido" y se aboca más a acopiar información que a crear. Y por eso es que les rinde homenaje. A través del video dio a conocer un cuadro de 3 metros de largo, aún inacabado, dedicado al bar La Paz, en el que está Alejandra Pizarnik observándose a sí misma. Lleva tres años haciéndolo. “Ya no hay encuentros con el método de ir a conversar al bar, pero sí los hay casuales. Es un lugar de generosidad simbólica, de donación de tiempo: parece que uno está al pedo. Pero en realidad ése es el único sentido de la vida”, define. "Llevar la realidad a la conversación es la apuesta del peronismo", sugiere, y parece que está hablando de su propia búsqueda. Otro cuadro que también podría representar a La Paz reúne a un grupo de intelectuales -David Viñas, María Moreno, Horacio González, entre otros-. Afuera hay un centauro peronista y un gato negro que "se está yendo".
Ese gato simboliza al macrismo. Es que estas nuevas obras de Santoro -en su mayoría óleos- constituyen "una reflexión gráfica sobre las desgracias que implica la irrupción del neoliberalismo". La completan una "serie de gorilas en pleno macrismo" y otra dedicada al descamisado, que aparece como un gigante que encarna "las injusticias, los trabajadores; que está esperando su momento, porque después de cuatro años bajo tierra está hecho pelota". Cabezas de Eva que resurgen de los mares representan la necesidad de la vuelta del peronismo; una escuela pública perdida en el bosque y un teatrino en el cual un gorila acecha a Eva arman la "escena trágica" del descuido de la educación. “Naturaleza justicialista” es una suerte de "Naturaleza muerta" hecha de un choripán y una botella de gaseosa cortada para el fernet, que sintetiza la idea de que "la revolución justicialista necesita de azúcares o grasas saturadas".
"A cielo abierto yaceré entre ciénagas” se titula un homenaje a Borges que remite al "Poema conjetural". La pintura contiene una alusión al conurbano bonaerense como "perpetuo malón urbanizado". En una apropiación del árbol de la vida de la cábala reaparece la ontología del peronismo, manifestándose en su "tensión entre la misericordia y la severidad", que según el artista se reactivó en los últimos cacerolazos y en "la vuelta del espíritu de la 125". El recorrido por la muestra fue el martes a las 20 y ahora se encuentra disponible en youtube .
-¿Qué sucede con el aura de las obras cuando pasan a la virtualidad?
-Son nuevas formas pero la materialidad está presente. El fetichismo de la mercancía no se dañó en lo más mínimo, al contrario. Ante las miles de reproducciones el original permanece y crece su aura, cada vez más. En estos días uno se cansa de ver reelaboraciones de la Venus de Botticelli, le ponen la mascarilla a la Mona Lisa... pero la Mona Lisa ha crecido. Una de las paradojas del mundo virtual es que lo real tiene un valor insuperable.
-¿Hacia dónde cree que va el mundo con la pandemia del coronavirus?
-Hay que tener prudencia, no entusiasmarse tanto, pero estamos ante una encrucijada. Las cosas no van a ser lo mismo. El discurso único, del neoliberalismo y la meritocracia, va a ser invalidado. Va a aparecer la intención de que haya nuevos caminos. Estábamos en exceso de severidad: ése es el mundo que se terminó. Se abre el camino de la misericordia. La reconstrucción plena de un estado de bienestar es la apuesta mínima que vamos a tener que construir.