No parece pero es. Lo que no parece, por escasa difusión, arbitrios varios u oligopolio de otros géneros, es que Horacio Salgán, Oscar Alemán, Eduardo Falú, Roberto Grela, e incluso Atahualpa Yupanqui, le hayan dedicado alguna página entre sus músicas. Y lo que es, es precisamente que sí, que el choro –primera música urbana del Brasil, según historiadores del palo– les interesó, sólo que faltaba un puente entre tal interés y hoy. O entre lo que no parece pero es. Y ésa es la función de una banda destinada a reparar el detalle histórico. Se llama Mistura & Manda (nombre de un viejo choro de Nelson Alves), nació hace diez años, la integran Sebastián Luna, Esteban Ibañez y Gabriel Trucco, y está a punto de volver a presentar en público su disco debut: Lloros. “El título es un poco un juego de palabras, que argentiniza la palabra Choros, que de manera literal, significa llanto, y una de las hipótesis acerca del nombre de este género, devendría de la manera ‘llorosa’ de frasear las músicas, sobre todo aquellas de tempo lento”, sostiene Trucco, antes de la presentación del grupo, hoy a las 21 en Clásica y Moderna (Callao 892).
Lo que “no parece pero es”, ellos lo traducen bajo el concepto de lazos ocultos. Sostienen que aún los hay entre la Argentina y el Brasil, y toman al choro como ejemplo cabal de este puente musical inconcluso. “En nuestro país se da casi por hecho que la conexión musical entre ambos países se dio a partir de la aparición de la bossa nova y de la MPB, es decir desde los años 60 y 70, pero este trabajo muestra que existían fluidos e importantes lazos musicales desde muchas décadas antes, aunque no queden prácticamente testigos de aquel fenómeno”, explican ellos, cuyo trabajo da cuenta, precisamente, de la existencia de choros compuestos por grandes músicos argentinos que no solo tienen que ver con otras generaciones, sino que prosiguen en la actual, como muestran los últimos trabajos de Rudi Flores o Juan Falú, por caso, que participaron de la grabación del disco. “El objetivo del grupo, desde que nació en 2004, fue abocarse al estudio y difusión de este género que surgió hacia 1870, tomando elementos de las danzas de salón europeas e incorporando elementos musicales brasileños. Es de destacar, también, la semejanza de época y origen con el tango. De ahí el interés de los músicos argentinos por él”, cuenta Trucco, que toca piano y flautas.
Entres composiciones propias y “ajenas” marcha entonces este trabajo destinado a reparar puentes entre dos culturas, pero que también nace de una especie de libido musical. “Como cualquier género musical que uno aborde –ratifica Trucco–, lo nuestro nace de la necesidad de hacerlo a partir del placer que nos brinda, y también por tratarse de una música desafiante desde lo técnico y lo expresivo. Además, consideramos que es un género que no precisa ningún tipo de preparación intelectual para quien lo recibe”, explica el pianista sobre las bondades del choro, cuyo máximo exponente histórico, Pixinguinha, encaró una gira por Buenos Aires y Córdoba en 1923. Respecto de la pata argentina, los músicos recalan en el “Choro en Fa sostenido” de Horacio Salgán, grabado en 1943, que renació con nuevos ropajes en la intención del trío.