Ya se sabe, los cines argentinos (y los de casi todo el mundo) están cerrados. Y lo estarán por mucho tiempo, más allá del actual aislamiento preventivo obligatorio por el Covid-19. Pero para los espectadores consecuentes de la Sala Leopoldo Lugones –que no son pocos-- la ausencia de su lugar de pertenencia genera algo más: una orfandad, un vacío difícil de llenar. No es lo mismo –nunca lo será— pero lo más parecido a la Lugones online es la plataforma MUBI (mubi.com/es), el sitio profesional más cinéfilo y riguroso que pueda encontrarse hoy por hoy en la red.
La organización por ciclos temáticos, las monográficas dedicadas a revisar la obra de un cineasta en particular, las retrospectivas consagradas a cinematografías poco difundidas en Occidente, los estrenos de películas independientes que acaban de lanzarse en festivales internacionales traen el recuerdo de la Lugones. Un poco lo mismo sucede con los textos que acompañan y dan marco a cada film y a cada ciclo, que vienen a ser un poco como los programas de mano del décimo piso del Teatro San Martín, que por un buen tiempo no podremos seguir coleccionando.
La “entrada” también es económica (149 pesos por mes si se contrata un abono anual) y en estos días hay una promoción de una semana gratuita, para conocer el sitio y habituarse a su modalidad de programación, que también es un poco como la de la Lugones. A diferencia de otras plataformas, en MUBI las películas no están eternamente online, sino que se estimula a seguir un ciclo durante un mes aproximadamente, para no dispersar la atención y disfrutar de la obra de un director o seguir una cinematografía como si se estuviera asistiendo regularmente a una cinemateca, donde si uno quiere ver una película tiene que anotarlo en la agenda, para después no perderla.
La oferta actual de MUBI es representativa de su espíritu de programación. Por un lado, están promediando dos ciclos monográficos dedicados a revisar la obra de dos grandes cineastas, Joseph Losey y Louis Malle. Del director estadounidense, que luego de la persecución del macartismo desarrolló la mayor parte de su obra en Europa, pueden verse en versiones prístinas en HD Eva (1962), con Jeanne Moreau, El sirviente (1963) y Extraño accidente (1967), ambas protagonizadas por Dirk Bogarde, y su obra maestra El otro señor Klein (1976), con Alain Delon. Por su parte, del realizador francés se pueden revisar todavía Zazie en el metro (1960), con Philippe Noiret, El fuego fatuo (1963), con Maurice Ronet, ¡Viva María! (1965), con Brigitte Bardot y Jeanne Moreau, y Calcuta (1969), un excelente documental muy poco difundido que Malle filmó en la India, deslumbrado por sus contrastes de belleza y pobreza, ambas infinitas.
Entre las restauraciones recientes que actualmente MUBI tiene en cartelera está Ganarás el pan (Our Daily Bread, 1934), el clásico de King Vidor realizado en pleno desarrollo de la llamada Gran Depresión económica del siglo pasado, una auténtica rareza del Hollywood de ese período, en tanto el film es un abierto llamado a la solidaridad y a la colectivización del trabajo rural. Del lado europeo, se puede acceder a un Fassbinder muy poco frecuentado, El porqué de la locura del señor Amok (1969), que la Lugones proyectó en 2016 en un ciclo dedicado a los primeros films del extraordinario cineasta alemán. También está India Song (1975), una singularísima experiencia como directora de Marguerite Duras, con Delphine Seyrig como la culposa mujer de un diplomático europeo, escindida por la imagen y el sonido disociados, que de esta manera parecen aludir a su alienación de clase.
Ya que hablamos de la tierra natal de Satyajit Ray, MUBI está en pleno desarrollo de un exhaustivo ciclo titulado Un viaje a la India, que incluye films del gran maestro del cine de ese país. Atención: a diferencia de las películas citadas anteriormente, aquí no todas están subtituladas al castellano, pero hay opciones en inglés y portugués como para acercarse a joyas que de otro modo serían inaccesibles. Lo mismo sucede con el ciclo dedicado al director japonés Yûzô Kawashima, “un notable cronista de los cambios sociales y culturales de su país” según consignó Diego Brodersen en Página/12 en febrero pasado
, cuando comenzó está retrospectiva.
¿Estrenos? No son muchos, pero también los hay, como la incendiaria película chilena Nona. Si me mojan, yo los quemo (2019), de Camila José Donoso (la directora de Casa Roshell, 2017), que participó de la competencia Estados Alterados del último Festival de Mar del Plata y que de alguna manera adelantó visionariamente el anárquico espíritu de rebeldía del otro lado de la cordillera andina.
¿Cine bizarro? También, por qué no. Allí está el ciclo titulado La disrupción vulgar: Troma restaurada, dedicado a la legendaria productora y distribuidora estadounidense fundada en 1974 por los cineastas Lloyd Kaufman y Michael Herz y que desde entonces ha venido realizando y estrenando algunas de las películas de género más transgresoras. Como El vengador tóxico (The Toxic Avenger, 1984), realizada por el dúo dinámico y que se anticipó en más de treinta años a Deadpool, pero con la particularidad de que su sátira a los súper héroes es puro cine clase B y todavía de peor gusto, si eso fuera posible.