Julián Howard, de amplia trayectoria en la escena porteña, falleció este jueves a los 67 años. Venía luchando contra un cáncer de pulmón, según consignó Telam. Fue un intérprete "todoterreno" que transitaba cómodo por todos los circuitos y se destacó también como director y maestro. Su carrera de casi cinco décadas pasó por el teatro, la televisión y en menor medida el cine. Su última actuación fue en Reikiavik, de Juan Mayorga, en la sala del Celcit entre 2017 y 2018.
Nació en Rosario en 1952. Cursó en la Escuela Nacional de Arte Dramático de la Ciudad de Buenos Aires. Sus inicios fueron con el grupo Los Volatineros, dirigido por Francisco Javier, activo durante una década, con obras como Qué porquería es el glóbulo, de José María Firpo; y El argentinazo, de Dalmiro Sáenz. Participó de espectáculos a cargo de Hugo Midón, Luis Agustoni, Julio Ordano, Roberto Villanueva y Enrique Dacal. Se sumó a Teatro Abierto en 1981 con Chau Rubia, de Víctor Pronzato. Se lo vio también en Los casos de Juan, de Bernardo Canal Feijóo; El protagonista, de Agustoni; El otro, de Eduardo Rovner; y La razón blindada, de Arístides Vargas.
Fue director en Secretos íntimos, sobre textos de Manuel Puig; El Martín Fierro, de José Hernández; Evita mujer, de Eduardo Santamaría; Trabajos de poeta y informe para una academia –donde también actuó-, y El inglés de los güesos, versión de la novela de Benito Lynch. Condujo a Los Macocos en Pequeño papá ilustrado y Don Juan de acá (coescrita por el periodista de Página/12 Eduardo Fabregat). También en Don Quijote de las Pampas, que ubicaba al personaje de Cervantes en la geografía argentina. "De chico viví en el campo. Mi abuela tenía la costumbre de contarme cuentos, y una vez que arrancaba, mi cabeza se llenaba con la fantasía del relato y las imágenes ocupaban toda la habitación", decía en una entrevista con este diario a propósito de ese estreno, en 2012, sobre la presencia de relatores en la puesta. Con esas palabras, quizá, se refería también a su esencia de artista.
Algunos de sus trabajos en TV fueron El maravilloso mundo de Solita, Tato en busca de la vereda del sol, El mundo de Antonio Gasalla y Hombres de Ley. En cine: Los chicos de la guerra, de Bebe Kamin; Pinocho , de Alejandro Malowicki; y La campana, de Fredy Torres. Como maestro acompañó a jóvenes que en los ochenta se sumergían en la actividad, como los de Los Macocos o La Organización Negra. Tenía una tendencia hacia la comedia y el humor. Formaba a los actores desde ese lugar, y también en movimiento escénico y acrobático. Tuvo un breve paso por la función pública dentro del Instituto Nacional del Teatro y la Secretaría de Cultura, a comienzos de este siglo.