Las consecuencias de la crisis sanitaria en el mercado financiero parecen leves cuando se las compara contra los efectos en el mercado laboral. En los últimos días se publicaron datos impactantes sobre las solicitudes de seguro de desempleo en Estados Unidos. En la semana del 22 al 28 de marzo se hicieron 6,6 millones de pedidos. La semana anterior habían sido 3,3 millones. Esto implica que las solicitudes se multiplicaron por diez respecto de las que se habían recibido en la primera mitad de marzo.
La desarticulación del mercado de trabajo en la principal economía del mundo es de una velocidad asombrosa. La situación se replica en otros países desarrollados y emergentes. La Cepal publicó este viernes uno de los documentos más interesantes para pensar consecuencias de la pandemia para las economías de América latina.
Los técnicos de la entidad aseguran que este año la región sumará 23 millones de nuevos pobres por efecto de la crisis sanitaria. La cantidad de personas que pasará a condiciones de indigencia asciende a 15 millones de personas. En total habrá 209 millones de latinoamericanos viviendo en situación de pobreza: la cifra representa a 1 de cada 3 personas que viven en los países de la región.
“El desempleo afectará de manera desproporcionada a los humildes y a los estratos vulnerables de ingresos medios”, advierte el organismo dependiente de Naciones Unidas. En la entidad estiman que alrededor del 5 por ciento de la población económicamente activa dejaría de tener ingresos a partir de los efectos económicos de la pandemia.
Esto se debe a que cerca del 60 por ciento del empleo en América latina se explica por las micro, pequeñas y medianas empresas. La pérdida de facturación pone en riesgo la continuidad de estos establecimientos. Los datos detallan que 99 de cada 100 empresas de la región puede clasificarse en la categoría de mipymes.
El documento no precisa la cantidad de establecimientos que podrían cerrar. Pero los números no son alentadores considerando el problema de los emprendimientos de menor tamaño en las economías del Primer Mundo.
La semana pasada el premio Noble Paul Krugman escribió una columna en el New York Times con datos alarmantes. El economista aseguró que esta crisis puede pensarse a través de una economía de dos sectores. El primero un sector de producciones esenciales (como alimentos y medicamentos). El segundo un sector con ramas no esenciales que requieren frenarse para evitar el contagio de la población. En este segundo grupo se concentran las empresas pequeñas y trabajadores que pueden perder sus ingresos en los próximos meses.
La pregunta que se hace Krugman es cuán grande es este sector productivo de actividades no esenciales en Estados Unidos. La respuesta se estima a través de un trabajo de Miguel Faria e Castro de la Reserva Federal de Saint Louis. Se trata de un universo que puede reducir a cero el ingreso de uno 47 millones de norteamericanos. Puesto en datos duros: podría generar caídas de hasta 30 por ciento del PIB en el corto plazo.
Entre los factores que señala Krugman figura que esta no es una crisis convencional y la política de los Estados Unidos no debe concentrarse en medidas para reactivar el Producto. El principal desafío de las autoridades tiene que ser garantizar recursos para los que perdieron sus ingresos y ahora se encuentran en una situación de borde.
En este punto el economista muestra malestar por la falta de dinamismo del sistema para hacer llegar el dinero a la población. Aseguro que las agencias de desempleo no se encuentran preparadas para enfrentar la ola de solicitudes y que los bancos consideran impracticables las líneas de crédito blando a pequeños negocios. Latinoamérica debe observar con cuidado estos problemas del mundo desarrollado a la hora de implementar políticas.