Compañeros en gel, amigues virtuales; cuarenteños, eñas y eñas; agorafóbicos felices, claustrofóbicos al borde de un ataque de infodemia, desarrolladores de panza en el encierro, pulidores y doras obsesivos de pavas y otros enseres domésticos, incumplidoros de todo lo que habían dejado para cuando tuvieran tiempo, lavandineros, casados/as en fuga. Todos y todas, dignos luchadoros contra la pandemia y la globoludez:
¡No digan que no les dije, no digan que no les dije! ¡Yo les avisé! Hace muy poco, les advertí que había una epidemia de pelotudos, y les aclaré que si se los pone en cuarentena, contagian, hacen que otros se vuelvan pelotudos y, cuando son más del 50 por ciento..., ¡la garcamos!
Por ahora, no son tantos, pero, ¡no hagamos lo que hicieron con el corona en Italia, España, Estados Unidos o Brasil! Miren que los pelotudíticos (o sea, enfermos o portadores de) tienden a juntarse, cada une con su cacerole, como si eso los inmunizara (bueno, pobres, están pelotudosos), ¡y se contagian!
Durante la incubación, tal como las ratas en Hamelin, suelen seguir ciegamente a cualquier flautista que les toque la música que quieren. O sea, a los miserables.
Los miserables son poquitos, pero muy malos y poderosos. Les hacen creer a los pelotudos que si son muy pelotudos, pero muy muy muy, algún día van a llegar a ser como ellos, o sea: ¡bien miserables!
¿Quiénes son los miserables?… Ya lo dijo nuestro Presidente:
· los miserables son los empresarios que viven de contratos con el Estado y, en-medio-de-una-pandemia, echan miles, o cientos, o decenas de empleados y los mandan a la calle o a que los mantenga el Estado.
· los miserables son los banqueros que el año pasado daban crédito a más del 80% de interés, y ahora se niegan a bajarlo.
· los miserables son los que roban y señalan a otros como culpables.
· los miserables son los periodistas que los ayudan a darle cuerpo a esa creencia...
· ...y los que les creen. ¡ Ay, no, perdón! Los que les creen no son miserables, son pelotudos… Quieren ser miserables, pero, queridos salamincitos, no pasan, ni van a pasar (mala noticia para ustedes) de pelotudos.
Porque para ser miserable en serio hay que tener guita y poder en serio, pero ustedes:
· si a don Pascual le cobran la leche un 10 por ciento más cara, no son iguales a los que se quedaron con el monopolio de los lácteos.
· si le descuentan el día a la mucama, no son como el que echó 1400 tipos, no van a lograr que el Presidente les diga "miserables". A lo sumo, y si está en un día muy generoso, podrá decirles “bolús”.
· si no pagan el ABL, no salen en las revistas como el que evade palos verdes…
· si salen a golpear la cacerola, gritan lo que los miserables les indicaron, a ver si así consiguen que algún miserable en serio se saque una selfie con ustedes
· si en vez de exigir que los bancos cobren menos tasa, y que los que se fugaron toooda la guita a Panamá la repatrien, piden que los políticos se bajen el sueldo, es como dice mi querido amigo, colega y maestro Santiago Varela: “En medio del incendio, piden que les bajen el sueldo a los bomberos”.
Así que, queridos pelotuditos, ya que nunca van a llegar a miserables, por lo menos, quédense en casa y no contagien. Y no se olviden: cada vez que les esté por salir alguna pelotudez, se ponen alcohol en gel, y por ahí se les pasa.
Querides lectores: si gustan, pueden terminar esta nota escuchando, de postre, la murguita del Techín Techón, un tema muy festivo de RS Positivo.
¡Hasta la risa, siempre!