El torbellino de emociones y desconciertos que supone el Coronavirus también azota por estos días a cada deportista de alto rendimiento, que debe redescubrir, día a día, modos y estrategias para seguir en forma, física y mentalmente. Aún cuando pareciera que, a veces, el Covid-19 no da lugar ni siquiera a las alegrías. Como le sucedió al luchador cordobés Agustín Destribats, que consiguió hace 20 días una clasificación histórica: en Ottawa, Canadá, se transformó en el primer argentino de ese deporte en clasificarse a unos Juegos Olímpicos desde Paulo Ibire en Atlanta 1996.
La alegría, sin embargo, tuvo que esperar. Tres días antes de su duelo final, ante el estadounidense Zain Retherford, se confirmó el positivo de la primera dama canadiense y las alarmas se encendieron. A 24 horas de competir, un mensaje llegó al celular del luchador argentino: cada deportista debía permanecer en su habitación, sin circular por las zonas destinadas a la competencia, para evitar cualquier contagio. Cuando el nacido en Bialet Massé ganó, las lágrimas de felicidad corrían solitarias por su rostro, en un escenario de gloria deportiva casi despoblado. Casi como un augurio del que sería su festejo en soledad: al llegar al país, lo esperaron 14 días de confinamiento obligatorio por haber visitado naciones con circulación comunitaria del virus.
Recién cuando terminó la cuarentena obligatoria, su novia volvió a vivir con él. Ni siquiera vio a su papá tras la histórica clasificación a Tokio: él iba a ir a buscarlo al aeropuerto, pero su auto se rompió y fue su entrenador quien lo recogió y lo llevó a la soledad del hogar. "Nada de besos ni abrazos cuando nos vimos. Charlamos en la media hora de viaje hasta casa, pero una vez ahí, adiós. Los 14 días solo. Ya ni tengo ganas de festejar, se me fue la emoción", le cuenta a Página I12 el cordobés, con la fría sinceridad de contener en solitario una alegría inolvidable.
Destribats quería celebrar, pero a las medidas del Gobierno nacional, se le sumaba la particularidad de su deporte como un plus. "El nuestro, encima, es un deporte de mucho contacto. Incluso antes de competir, en Canadá, teníamos que calentar con rivales de otros países, porque de Argentina éramos sólo tres y de diferentes pesos. Si uno tenía el virus, nos íbamos a contagiar todos. Así que yo hice como si no pasara nada y me concentré en mi semifinal", recuerda quien devolverá la lucha argentina a una cita olímpica tras 25 años. En el aeropuerto, ya todos le hicieron acordar del mundo asediado por la pandemia. "Estaban todos con barbijo y poniéndose alcohol en gel a cada rato. La mujer que viajó al lado mío limpiaba todo el tiempo la mesita del avión. La gente se volvía medio loca, pero está bien que se cuiden", agrega Destribats, entre alguna risa.
Creatividad y alto rendimiento
La estrella estadounidense de la gimnasia mundial, Simone Biles, contó que se puso a llorar el día que se anunció la postergación de los Juegos Olímpicos de Tokio, que finalmente se realizarán en julio del año próximo. Aunque la tristeza invadió a varios deportistas, para muchos también llegó la calma y la sensatez, en el medio de una crisis sanitaria global que hoy superó el millón de contagiados y lamenta más de 62 mil muertes.
La desesperación de saberse a meses de la cita olímpica sin poder entrenar pasó ahora a una segunda etapa, de esas que lxs atletas adoran en sus cronogramas de metas y objetivos. Tras el anuncio del Comité Olímpico Internacional, son tiempos de dejar atrás la mufa y ponerse a entrenar, aunque es aquí donde se abren infinitos asteriscos e interrogantes, según las posibilidades y limitaciones ni más ni menos que del hogar donde cada deportista hace su cuarentena.
"En mi casa no tengo nada para entrenar, ni una colchoneta -cuenta Destribats-. Hace cinco meses me mudé y no tengo nada que me ayude a trabajar. Mi preparación se hace mucho en el exterior, así que, además, cuando llegué tuve que limpiar todo porque estaba lleno de hojas y tierra. Para un atleta de alto rendimiento, en estas condiciones no se puede hacer mucho. Y tampoco pude traerme cosas de Córdoba capital, porque sólo están dejando circular a casos excepcionales o para cuidar a una persona mayor o un enfermo". El luchador de 22 años, que suele prepararse en el exterior porque en Argentina no hay luchadores de su categoría (65 kilos), por estos días aprovecha para descansar, hacer abdominales y practicar algunos movimientos.
Su caso está lejos de ser el único. Daniela Bulaich, receptora punta de San Lorenzo y de la Selección femenina de voley, también descubrió que el departamento donde convive con sus papás no es el más dulce hogar cuando se intenta improvisar un entrenamiento. "No tengo pesas, colchoneta, ni una pelota, hay que imaginarse el cómo", explica la jugadora de 22 años sobre la realidad de una gran mayoría de los deportistas, no acostumbrados a entrenar en casa ni con el equipamiento o espacio necesario para hacerlo allí.
La creatividad, en este contexto, es importante. "Hay que mantenerse activos, no podemos perder ritmo. Hay que pensar cómo sustituir materiales por otros para agregarles fuerza a los ejercicios que sí podemos hacer durante la cuarentena. En mi caso, me armé una bolsa repleta de libros, que logré que quedara pesada, y es la que uso para ejercitar los brazos y hacer sentadillas. Fuimos creando elementos", cuenta la integrante de las Panteras.
Pablo Añón, preparador físico del equipo argentino femenino de voley, justamente, ha dado un ejemplo de creatividad al servicio de sus deportistas por estos días. Mientras que muchas familias y amigues han vuelto a Zoom una plataforma de moda para verse y charlar, al cuerpo técnico argentino se le ocurrió una mejor idea: aprovechar las videollamadas para ejercitar colectivamente, allí donde las carencias de recursos y abrazos pierden por goleada ante las risas y la imaginación de todas.
"El entrenador de la Selección nos ofreció trabajar mediante esa aplicación y, con todo el cuerpo técnico, nos organizaron planes de entrenamiento pensados para casa. Yo entreno todos los días y algunas mañanas nos juntamos por Zoom. Hacemos rutinas por tiempo: por ejemplo, tres bloques de ejercicios, el primero con una sentadilla, una plancha y algún trabajo de brazos, que hay que hacer durante 10 minutos sin parar. Los tres ejercicios deben hacerse al menos en un minuto: si te sobran segundos, descasás hasta completar el minuto y así los tres bloques. Está bueno porque terminás muerta y además ves que estamos todas en la misma", cuenta la deportista de Avellaneda.
Lo que es importante
En medio de tanta inventiva, Santiago Lange suelta una frase que es también un latir de muchos y muchas atletas. "No me dan ganas de hablar de deportes", dice el regatista, campeón olímpico en Río 2016 y una leyenda del deporte argentino, con seis participaciones olímpicas en su carrera. Sus palabras también dan cuenta de una realidad de los deportistas por estos días. "Ante esta situación, hay dos perspectivas: la humana y la deportiva. Y es importante aclararlo, porque son muy diferentes -explica el compañero del histórico oro junto a Cecilia Carranza Saroli-. La primera hace que uno sea muy consciente de lo que vive el mundo y, respecto de eso, yo soy más que agradecido: estoy en mi casa, no tengo ningún ser querido enfermo y tengo para comer, así que no tengo palabras más que de respeto y agradecimiento a todos los que están estos días cuidándonos en la calle, en los hospitales o en el supermercado para que otros nos quedemos en casa. Me siento tan orgulloso por ellos que siento que no hay lugar para ningún tipo de queja".
La otra dimensión es la que, en el caso de los atletas de alto rendimiento, ordena el mundo según entrenamiento y clasificaciones y divide el tiempo en ciclos olímpicos de cuatro años. “La otra cuestión es el punto de vista del deportista, que es como el de cualquiera en el mundo de su profesión: ahí, nosotros estamos viviendo una situación extremadamente especial. Es la sensación de que estabas corriendo un maratón, ya ibas por el kilómetro 35, con tu estrategia y la ilusión de ganar, y de golpe te anuncian que ahora la llegada está en el kilómetro 55 y te tenés que replantear todo. Los deportistas estábamos en la parte más emocionante de la olimpíada, del ciclo de estos cuatro años, tomando decisiones importantes y confiados en el trabajo que habíamos hecho: volver a empezar no es fácil”, reflexiona Lange, que repite una y otra vez eso de sentirse “un privilegiado”.
"Si son tus primeros Juegos Olímpicos, quiere decir que sos joven y que, si te dan un año más, vas a ir todavía con más chances", es el consejo para los primeros olímpicos argentinos de parte de quien brilló en Seúl 1988, Atlanta 1996, Sydney 2000, Atenas 2004 (bronce), Beijing 2008 (bronce) y Río 2016 (oro). "No es fácil -dice-, pero no es el momento de quejarse. Quiero dejar bien claro que primero está uno como ser humano. El deporte no es lo importante ahora, sino ser solidario y apoyar a los que están salvando vidas y dejando la suya. En esos tenemos que pensar y eso es lo difícil de estas notas, donde incluso no quisiera hablar de deporte, porque hoy lo más importante es la vida. Y esto que, todos juntos y como equipo, tenemos que atravesar".
Trabajo en equipo
"Nadie se salva solo" ha dicho el presidente Alberto Fernández, a la sociedad y también al mundo, durante su participación del G20 vía videoconferencia. Ese parece ser el lema para enfrentar una pandemia que, sin cura aún, requiere esfuerzos sociales solidarios y de empatía de todos los ciudadanos del mundo. Y si hay un universo que sabe de trabajo en equipo, ése es el deportivo.
"Hoy no existen más los deportes individuales. La estructura del deporte es ahora tan sofisticada que pienso que sólo existen equipos. Puede que uno solo entre a una cancha, pero es imposible que en el alto rendimiento gane alguien solo", explica Santiago Lange (foto), en diálogo con Página I12, acerca de las cercanías del deporte con la solidaridad tan valorada para combatir al coronavirus.
"Lo que estamos viviendo es muy comparable a muchos valores que tiene el deporte y por eso creo que los deportistas tenemos una gran responsabilidad al encarar estas notas, para recordar estas virtudes -agrega-. Hoy, en Argentina, también hablamos mucho de disciplina, de respetar esa orden de quedarnos en casa, y ese también es un valor fundamental. Y también lo es la solidaridad: los buenos capitanes son esos que logran que los demás sean mejores, que quienes están en el campo de batalla sean mejores porque nosotros los podemos reconocer y aplaudir. El deporte también enseña a tener un buen plan y a saber que la adversidad deja grandes enseñanzas".
La punta receptora de la Selección, Daniela Bulaich, también coincide en las bondades del trabajo colaborativo, ese que conoce tan bien por amar un deporte de conjunto. "Cuando entendés que tenés que complementarte con el de al lado, se hace mucho más fácil -revela-. Es muy interesante trabajar en equipo: vos dependés del otro, el otro de vos, y la cosa se hace más llevadera. Es algo que los deportistas tenemos muy incorporado y que es especialmente importante en este momento. Ojalá entendamos que tenemos que ser más solidarios y tener empatía, así a lo negativo de esta pandemia también podemos sacarle algo bueno".