Especial de Público para Página/12
Hay noticia, pero no sorpresa. Desde que Keir Starmer presentó su candidatura a suceder a Jeremy Corbyn al frente del Partido Laborista, las encuestas le han dado como claro vencedor. Este sábado, después de tres meses de una contienda que comenzó con seis candidatos, se ha confirmado lo esperado. Starmer se ha impuesto a sus dos ultimas rivales –las también diputadas Rebecca Long-Bailey y Lisa Nandy– con un más del 50% de los votos de las cerca de los 785.000 afiliados, sindicalistas y simpatizantes que el Partido Laborista calcula que han participado en la elección de su nuevo líder; entre los que se entiende que están los has 114.000 nuevos miembros que se han afiliado desde las pasada elecciones de diciembre.
Tampoco ha habido aplausos ni palmadas en el hombro para celebrarlo. Starmer llega al cargo en tiempos de confinamiento y distanciamiento social. De hecho, el coronavirus obligó a cancelar el congreso extraordinario en el que se iba a realizar el anuncio, así que la noticia se ha conocido a través de un envío masivo de emails a los miembros del partido y publicándolo en la web del partido que, como si de una forma se tratara, se ha caído a la hora a la que debería producirse el anuncio, las 11:45 hora. También debido a la pandemia, las primeras palabras de su nuevo líder han llegado en forma de menaje grabado hace unas horas –los tres candidatos lo hicieron antes de conocerse los resultados–.
En ellas, Starmer ha sostenido: "Soy consciente de la posición en la que estamos, tenemos que escalar una montaña pero lo haremos y yo daré lo mejor de mí. Donde sea necesario repensar, repensaremos. Donde sea necesario cambiar, cambiaremos. Lideraré este gran partido en una nueva era con confianza y esperanza para que cuando llegue el momento podamos volver a liderar este país desde el gobierno".
Sin duda, el reto con mayúsculas al que se enfrenta, la carrera de fondo para Starmer, es levantar al laborismo tras la debacle sufrida por el partido en las últimas eleciones del mes de diciembre, que se saldaron con su mayor derrota desde 1935 y en las que pedieron algunos de sus grandes feudos. "Quiero que se restablezca la confianza en el partido laborista como una fuerza progresista para el bien", ha sostenido Starmer.
Más moderado, centrista e europeista que Corbyn
Con Starmer llega a lo más alto del laborismo británico una figura más moderada y centrista que su hasta ahora líder, Jeremy Corbyn, del que ha dicho en su mensaje que quería "darle las gracias por liderar este partido durante momentos tan difíciles" y al que ha definido como "un amigo más allá de un colega".
Aunque uno de sus argumentos durante las primarias ha sido definirse como el candidato más preparado para unir a las diferentes facciones que hay dentro del partido después de años de luchas internas, ya hay rumores que hablan no sólo de que Starmer estaría planeando destituir a varios diputados afines a Corbyn, como la propia Rebeca Long-Bailey, sino también que entre éstos pueda haber quien tenga pensando renunciar al cargo tras su elección.
Porque las diferencias entre el líder que entra y el que sale no acaban ahí. Starmer, que ha llegado a reivindicar la figura de Tony Blair –a quien los corbynistas prefieren no mentar– es también más europeista que Corbyn. En los últimos tiempos ha ejercido como Secretario del brexit en la sombra y -a diferencia de Corbyn- nunca titubeó a la hora de pronunciarse sobre la salida de Reino Unido de la Unión Europea; Starmer era partidario de la permanencia y ha defendido abiertamente la celebración de un segundo referéndum.
Poco puede hacer a estas alturas al respecto, cuando incluso las conversaciones entre Londres y Bruselas para definir su relación futura han quedado congeladas debido a la crisis del coronavirus que azota todo el continente.
He ahí su primer gran reto: su actitud respecto a la desafortunada gestión del gobierno de Johnson sobre la pandemia demostrará desde el primer momento qué tipo de líder quiere ser Starmer, y de ello ha empezado hablando en su primer mensaje: "Este honor me llega en un momento que ninguno hubiéramos imaginado (...) la gente está asustada y preocupada por lo que puede pasar (…) y esto nos recuerda lo preciada que es la vida", ha dicho también en su primer mensaje. "Nuestro objetivo es proteger nuestro país", ha continuado y ha asegurado que desde su posición se mostrará vigilante para que se hagan los movimientos correctos con la rapidez precisa.
Aunque en las primera semanas criticó que el ejecutivo no tomara medidas drásticas de confinamiento y reclamó que se protegiera a los más vulnerables de la sociedad ante la crisis económica que se avecina, en Reino Mundo se ha echado de menos a oposición en este tema. Quizá porque él aún no había llegado y Corbyn ya tenía las molestas hechas. Ya no hay excusas, de hecho, esta misma mañana Y antes de conocer su nombramiento, el primer ministro británico, que permanece aislado tras dar positivo en covid-19, invitaba públicamente a los líderes de los partidos de la oposición a unir sus fuerzas ante esta situación de emergencia nacional.
¿Y quién es Keir Starmer?
¿Y quién es Keir Starmer? A sus 57 años este diputado -casado y padre de dos hijos- con apenas cinco años de experiencia en el parlamento británico, que estudio en la Universidad de Oxford y posee el título de Caballero -se le concedió en 2014 por sus "servicios a favor de la ley y la justicia criminal", aunque no utiliza el Sir delante de su nombre e insiste en pedir que tampoco lo hagan los demás cuando se refieren a él cuenta con una amplísima y destacada experiencia como abogado experto en Derecho Humanos.
Como él mismo ha asegurado, "he dedicado veinte años de mi vida a luchar contra la pena de muerte en otro países", entre ellos Taiwan, Uganda, Kenya, Malawi y el Caribe, y en algunos de ellos ha contribuido firmemente a su abolición.
También fue asesor de derechos humanos de la Junta de Policía de Irlanda del Norte y ha llevado casos en tribunales de todo el mundo, incluidos el Tribunal Europeo de Derechos Humanos, la Corte Interamericana de Derechos Humanos y la Comisión Africana de Derechos Humanos y de los Pueblos.
En el ámbito académico es doctor honoris causa por cuatro universidades -incluyendo la prestigiosa London School of Economics- y ha escrito varios libros sobre Derecho.