Mientras residía en Buenos Aires el escritor oriental Juan Carlos Onetti vivenció una singular circunstancia, por decisión gubernamental se prohibió la venta de tabaco los fines de semana. Esta resolución estatal de 1938 sacó de quicio a Onetti que, debiendo permanecer recluido en la pieza de pensión, se dio a la tarea de escribir un relato de fuerte tono existencialista. Así nació la mítica novela El pozo.

En uno de sus viajes a Uruguay el escritor extravió el manuscrito y lo reescribió en Montevideo.

La novela permaneció arrumbada un tiempo hasta que Onetti la revisó y corrigió, entregándola a unos amigos que iniciaban un proyecto editorial. Con su habitual pesimismo Onetti le dijo a J. Cunha: "Creo que ahora quedó peor que antes". Fue la tercera reescritura. El pozo, se editó con un falso dibujo de Picasso en la tapa y no fue un éxito editorial, lo cual no significa nada.

El pozo, narra la historia de Eladio Linacero, sus soliloquios y reflexiones en soledad. El personaje dice que "un hombre debe escribir sus memorias al llegar a los cuarenta años, sobre todo si le sucedieron cosas interesantes". Un ambiente sórdido rodea a Eladio, la sensación y conciencia del fracaso.

En El pozo, escrita inicialmente a los 29 años, Onetti indaga la condición humana como lo hará en cuentos y novelas tan profundos como Tiempo de abrazar, Tierra de nadie, La vida breve y Astillero. 

Leyenda, historia de vida apasionante, Onetti nos acompaña desde su prosa horadante y virtuosa. Siempre humanista. Como le hace decir a un personaje de El astillero: "Todo ser humano conserva a pesar de todo una región de pureza. Al parecer a veces se le murió para siempre. Pero, a veces renace".

 

Carlos A. Solero