Desde Londres
El primer ministro Boris Johnson continúa internado en el Hospital Saint Thomas de Londres y podría pasar una segunda noche bajo observación. A nivel oficial se restó importancia al hecho señalando que Johnson sigue al frente del gobierno, se encuentra “de muy buen ánimo” y está en el hospital como medida de rutina o precaución.
Entre líneas, está claro que su estado de salud ha cambiado. El gobierno ya no habla de una sintomatología suave como venía haciendo hasta ahora y reconoce - a 10 días de que Johnson anunciara por Twitter que había contraído el coronavirus - que sigue con temperatura y tos.
El horizonte que se maneja también es diferente. En un intento de evitar el pánico sin mentir, 10 Downing Street no negó ni confirmó que Johnson haya recibido asistencia respiratoria o tenga neumonía. Solo fue terminante al rechazar una información de medios rusos que decía que había pasado la noche con respirador.
A falta de un informe oficial más preciso, la primera pista sobre el estado de salud de Johnson es el propio protocolo del Servicio Nacional de Salud (NHS) respecto al coronavirus. Según el NHS, si aparecen síntomas del virus hay que quedarse en casa por una semana y tomar paracetamol. En caso de continuar los síntomas – sobre todo tos seca, temperatura y fatiga - hay que consultar nuevamente al médico para ver cómo proceder.
La hospitalización es una de las alternativas, más que significativa tratándose de un primer ministro. El protocolo del NHS aconseja a los médicos la internación en relación a los siguientes síntomas: fuertes dificultadas para respirar, escupir sangre al toser, tono azulado de los labios o a cara, desmayo, poca o nula orina, confusión mental.
La doctora Sarah Jarvis, señaló a la BBC que con toda seguridad se le hará una radiografía y una tomografía computarizada pulmonar por el peligro de neumonía, un electrocardiograma y diversas pruebas para chequear el funcionamiento del hígado y el riñón, el nivel de oxígeno y un conteo de leucocitos.
El ministro de salud Matthew Hancock y el principal asesor médico gubernamental Chris Whitty se aislaron el mismo día que Boris Johnson, el 27 de marzo. Ambos se recobraron con rapidez. Según los especialistas, en los que no superan el virus, el sistema inmunológico tiende a una reacción excesiva que puede terminar atacando los propios órganos del paciente. Es el peligro que podría estar enfrentando el primer ministro.
En caso de deteriorarse la salud de Johnson, el canciller Dominic Raab lo sustituiría al frente del gobierno. Raab presidió hoy la reunión diaria del gabinete de crisis que hace frente a la pandemia. El descanso y la ausencia de estrés son fundamentales para la recuperación: no abundan nunca en los gobiernos, menos en tiempos de coronavirus.
Semana crucial
El empeoramiento de la salud de Johnson se da en una semana crucial. El lunes próximo termina la cuarentena y no hay consenso en el gobierno ni en los especialistas si es mejor continuar con el aislamiento colectivo o relajarlo. El impacto económico, el aumento de la violencia doméstica, el estrés, el desempleo y la salud mental son factores de peso para un levantamiento cauteloso y gradual. El peligro es que el relajamiento sea demasiado pronto y signifique una pérdida de la aparente - y leve - caída en el número de contagios.
El domingo por la noche la Reina Isabel II dio un inusual mensaje a la nación – solo lo hace en navidades y contadísimas ocasiones– para apuntalar la acción del gobierno y sostener el espíritu colectivo. Mensaje de valor simbólico en momentos de tempestad, pero que no servirá de sustituto de las decisiones que tendrá que tomar un gobierno que no caracterizó por la coherencia de su política frente al coronavirus.
El 3 de marzo el mismo Boris Johnson afirmó en una conferencia de prensa que había estado en un hospital que tenía pacientes de coronavirus y le había dado la mano a mucha gente. Unos días más tarde declaró que el Reino Unido abandonaría los tests de coronavirus. El jueves pasado, el ministro de Salud, Matthew Hancock quiso compensar este último error anunciando que el objetivo era llegar a 100 mil tests diarios, una quimera para muchos especialistas. Y el primer ministro está internado.