En Argentimba cambiaron el grupier. La bola ahora la tira Alberto. Arrancó con mucha prudencia, no convencía ni a los que juegan a colorado, ni a los que juegan a negro, hablamos de los que juegan con fichas redondas, chiquitas, para ir tirando. Ni hablar de los amigos de Mauricio, esos juegan con fichas rectangulares, doradas, grandes, sordos al ­–¡gracias, empleados!- pero, a veces la diosa fortuna te pone a prueba. Mauricio parece que había dejado la banca casi rota, encima pidió prestada pensando que zafaba hasta inaugurar una nueva temporada, pero no lo eligieron.

Alberto tiró un par de bolas a primera docena, la minima, pero no arrancó como se esperaba. Nunca imaginó que lo que parecía un cuento chino contado por el rubio Tramposo lo coronaría con un pleno en la confianza de los habituales perdedores. Ahora todos miran la mesa donde Alberto tira la bola. Hasta los dueños de casinos más grandes están sorprendidos. Hasta Horacio se juntó con Axel para jugar en la misma mesa. Pero no nos engañemos, se parece mucho a un casino flotante. La nave hay momentos que se bambolea.

Los ladrones de antes usaban gomina, y al grito de “la plata o la vida” no dejaban alternativas. Los de ahora son mas sutiles, primero se lo dicen a los medios masivos, como para preparar el escenario. Después ponen condiciones: no se puede seguir encerrados y jugando sin límites. No hay plazos que no se cumplan y deudas que no se paguen, dice Paolo Piedra y despidió sin decir no va más a mil cuatrocientos jugadores.

Alberto se recalentó, pensó en voz alta que Paolo es un miserable, con toda la que ganó antes, según dicen los cuadernos de los patos, habría acertado muchos plenos, no se banca perder un par de veces. Pero no es el único miserable, a juzgar por los precios en las góndolas de los maxi-kioscos, mercados de verduras y carnes, con la obligación de comprar en cercanía aprovecharon la confusión y entraron a remarcar el alcohol en gel mas del triple, el papel higienico, obsesión de los consumidores, ¿será un virus de mierda? No entienden que nadie se salva solo, juegan con fuego, como mojándole la oreja al saqueo.

Daniel Groppo