El presidente, Alberto Fernández, respaldó el impuesto extraordinario a la riqueza que prepara el Frente de Todos en el Congreso. “Podría pensarse para las grandes fortunas”, dijo en una entrevista televisiva, y recordó una anécdota con la canciller alemana, Ángela Merkel, que durante su gira europea le preguntó: “Nunca entendí por qué en la Argentina los ricos no pagan más impuestos”. Alemania instauró un impuesto a la riqueza ante la crisis posterior a la segunda guerra mundial y lo eliminó en 1997, aunque mantiene otros aquí inexistentes, como el tributo a la herencia, que sólo se aplica en la provincia de Buenos Aires, pero no a nivel nacional. En el país que lidera Merkel, el gravamen al patrimonio volvió a tomar protagonismo a fines del año pasado, con un proyecto presentado por el partido social demócrata y el debate recobró fuerzas en estas últimas semanas a raíz de la crisis desatada por el coronavirus.
En alemán, impuesto se dice “Steuer”, que viene de la palabra “Stoia”, que significa “apoyo”. Alemania es el cuarto país con la mayor presión fiscal de Europa, que el año pasado ascendió al 38 por ciento del PBI, según la OCDE, superando la media de esta organización, que alcanza el 34 por ciento. La primera fuente de recaudación son los ingresos por el impuesto al valor agregado, la segunda el impuesto a las ganancias y la tercera un tributo que pagan emprendedores o trabajadores independientes, algo similar a ingresos brutos. Además, se encuentra entre los países del mundo con la tasa más alta en el impuesto a las ganancias, que alcanza el 45 por ciento, según el World Economic Forum. De hecho, un trabajador soltero comienza a pagar un 14 por ciento de impuesto cuando supera un sueldo de 9408 euros anuales. A partir de los 57 mil euros anuales es el 42 por ciento del gravamen y desde los 270 mil anuales, el 45 por ciento de tope.
En cambio, en Argentina el tope en el pago del impuesto a las ganancias es del 35 por ciento. Se hace también en forma progresiva, desde un mínimo no imponible de 66.580 pesos de salario bruto, y a partir de los 137.266 pesos, por cada peso adicional que gane, seguirá con el 35 por ciento. “Un jefe de una multinacional ya puede ganar eso, y va a pagar lo mismo que un multimillonario. La brecha de progresividad es muy chica, por eso es que hay mucho menos progresiva que en Europa”, aseguró a este diario Adriana Piano, contadora especializada en impuestos del estudio SMS Latinoamérica. “También hace más progresivo al sistema europeo el fuerte impuesto a la herencia”, agregó. Por otro lado, Piano explicó que los impuestos corporativos suelen ser más bajos que acá, y al revés en el caso de los impuestos a las personas humanas. “Las empresas siempre van a tratar de trasladar el impuesto, como pueden hacer con los precios, en cambio las personas físicas no tienen tanta facilidad”, dijo la contadora.
En este sentido, Andrés Edelstein, contador y especialista en tributos globales, agregó: “La progresividad en la mayoría de los países viene dada por el impuesto a las ganancias, es el más progresivo porque el que tiene ingresos lo paga, hoy hay muy pocos países con el impuesto a la riqueza”. Sobre el sistema impositivo argentino, aseguró que podría volverse más progresivo el impuesto a los bienes inmobiliarios, pero al tratarse de un tributo provincial, queda duplicado con bienes personales que es nacional. “En la recaudación, el impuesto inmobiliario perdió protagonismo con respecto a ingresos brutos, que es un impuesto al consumo, por lo que se vuelve un sistema más regresivo”, agregó.
En 1990 Alemania impuso por 30 años el “impuesto a la solidaridad”, que equivale al 5 por ciento del impuesto a las ganancias. Había sido establecido para la reunificación del país tras la caída del muro de Berlín, y será eliminado a partir de 2021, tal como estipulaba el plazo inicial, aunque la discusión actual es si quedará para las personas de mayores ingresos. “Los impuestos extraordinarios son decisiones gubernamentales ante emergencias o algún escenario de caos social, económico o político”, aseguró Pablo Kornblum, economista especializado en relaciones internacionales, quien considera, que debería establecerse algún tipo de fondo patriótico para aliviar al sector productivo. “Sólo por citar algunos casos de nuestro continente, Estados Unidos puso uno en 1798 sobre la propiedad para financiar al ejército, o Uruguay, en 1931, puso uno sobre los sueldos estatales para sostener la recaudación luego de la gran depresión”, concluyó.