Nos estamos preparando para el peor escenario” dicen los médicos. Suena alarmista. Pero todos los profesionales consultados por Página/12 retoman la idea al explicar cómo transitan su práctica hospitalaria en tiempo de coronavirus . “En esa anticipación ganamos vida, porque las medidas se toman pensando en disminuir el impacto cuando lleguemos al pico de contagios -explica Gabriela Piovano, medica infectóloga del Hospital Muñiz–. Esto nos da tiempo para equipar lugares para los casos graves o confinamientos masivos, armar un pabellón en Tecnópolis, otro en el Muñiz de 300 camas por ejemplo. Disponer de hoteles. Nos estamos anticipando”.

“En mi dependencia todavía no hay casos”, cuenta Myrian Nogueira, médica clínica que trabaja en la Unidad de Pronta Atención Médica (UPA) 12, de Cuartel V, del Hospital de Moreno. “Pero tenemos en el barrio gran cantidad de familias paraguayas y muchas de esas mujeres trabajan en countries en casas de gente que viajó y al principio no hizo cuarentena –agrega-. En poco tiempo vamos a estar todos enfermos por acá”. Al lado de la UPA 12 se está construyendo una sala para 70 pacientes. “Para luego ampliar a un hospital de mediana complejidad –detalla- nos estamos preparando y agradecidos de poder dar respuesta, como sistema, se está viendo”.

Ante el escenario de pandemia y pesadillas que hoy se construye alrededor del Covid-19, están los profesionales médicos, claves en este nuevo y precario mundo que se protege entre las medidas de gobierno y la responsabilidad colectiva e individual. 

“Insumos hay muy poco –describe Nogueira-. Nos están dando lo que pueden. No dan abasto para producir y repartir. Y cuando llega un caso sospechoso hacemos un buen interrogatorio y después abordamos el protocolo. Para no malgastar insumos, justamente”.

Decidir minuto a minuto

Tanto el sistema público como el privado responden desde distintas posiciones con un eje común: cuidar que el pico de infecciones “nos agarre con recursos humanos adiestrados”, definen. Son varios los que están aprendiendo a entubar. Y en las guardias se entrenan en los protocolos de protección. “Falta protección adecuada, nosotros compramos cada uno su mameluco” cuenta Valeria Urrueña, emergentóloga del Hospital Ramos Mejía, de CABA. “La gente colabora, algunos que fueron pacientes se pusieron a fabricar gorritas, las cofias: ‘Si no les dan para cuidarse ¿cómo van a trabajar?’ nos dicen. También es real que todo es muy caro. Pero los pacientes no ponen nada, no hemos llegado al menemismo”, ironiza. En la Villa 31, donde hay un solo centro de salud, “tenían guantes y barbijos hasta ayer. ¿Qué se hace en ese caso?” se pregunta. Y reflexiona: “Un trabajador de salud menos son cientos de personas sin atención”.

Urrueña, que integra la Asociación de Profesionales Graduados en Cuba, remite a lo cotidiano: “Por guardia, en el Ramos Mejía circulaban 300 personas. Hoy son menos, por la cuarentena. Bajaron las agresiones físicas, no los casos de violencia doméstica, hay mujeres encerradas con sus abusadores. Pero sí hay menos heridos por otras causas. Eso permite atender el coronavirus. Se está viendo”.

Todo es minuto a minuto. “Los protocolos cambian cada día -señala Nogueira - el ultimo que llegó define ‘fiebre con tos y dolor de garganta’. La línea para distinguir una faringitis común de coronavirus es muy fina. No hay un test rápido para evaluar y no podemos dejar a todos internados”. La emergencia médica es por demás compleja en la pandemia. “Acá recibís todo –comparte-. La que viene a parir, el accidente de tránsito, el baleado, una gripe. Hoy vienen muy pocos y vienen por miedo y por la incertidumbre”.

El protocolo de recepción se define en ese triage, donde se clasifica al paciente. “Preguntando bien se identifica al paciente -señala Nogueira-. De ahí la importancia de la enfermería para clasificar. Si hay fiebre y tos, va con barbijo. Si avanza el cuadro, va el equipo: barbijo, antiparras, camisolín, guantes y cofia para el pelo. Todo descartable. Si es grave, va a emergencia”.

Se desarrolló un sistema de consultorios para casos febriles. Se trabaja con el SAME-Covid para evaluar la estrategia a seguir, y en atención domiciliaria para casos leves “los que se siguen por teléfono y con paracetamol”, coinciden los profesionales.

Gustavo Gert, infectólogo y docente universitario en Salud Pública (UBA) agrega: “El seguimiento se da con clínica médica. Los casos moderados y graves se internan, en distintos servicios. El seguimiento es de terapia intensiva con enfermeros, kinesiologos y laboratorio. Tambien infectólogos y clínicos. Los más activos son los intensivistas. Tienen al paciente en sus manos. Pueden ponerle un respirador. Tienen la aparatología”, define.

Todos coinciden en que “lo que pasa no es irreversible”. Si se cumple la cuarentena “nos irá bien, como Japón y Corea del Sur”, vaticinan algunos. Esto significa: muchos casos y pocas muertes. La base es una adecuada respuesta del sistema de salud. “El 80 por ciento nos vamos a enfermar –define Urrueña-. No es mortal, pero la manipulación mediática genera terror. Y ningún país tomo las medidas de Argentina. Esto es política sanitaria”.

-¿Qué se hace medicamente, cuando reciben al paciente?

Valeria Urrueña: -Activar el protocolo, mientras te vestís. Si llega alguien ‘boqueando’, sin aire, no podes perder la calma y no protegerte. Protocolo de uniforme inicial y al final descontaminar con el protocolo de sanitización. Los equipos de protección completos se ponen y se sacan. Se usan poco: doble cofia, mameluco, máscara. Lo importante para la población es entender que no hay cura. No hay vacuna ni tratamiento seguro. Ante síntomas leves, hay que llamar al SAME-Covid. Se testea. Va a la guardia y si siguen los síntomas se interna. Si entra grave, va a emergencia y se prepara el respirador. Ya hay casos locales. Ya pasamos a esa fase. En mi hospital ya hubo positivos y dos altas.

-¿Cómo toman los médicos esta situación de exposición?

Gabriela Piovano: - La empatía del personal es escencial. Porque no hay preparación, estamos tramitando esto mientras avanzan los casos. El Muñiz atiende HIV, dengue, estamos preparados psicológicamente. En otros lugares, alarma a los colegas no contar con elementos. Aquí contamos con elementos aunque aumente la demanda. Y el personal aunque con temor, tiene alegría y empuje para laburar. Pero la andanada informativa, si no estás preparado para racionalizarla, te empuja al enojo.

-¿Consideran que el sistema está preparado para lo que vendrá?

Piovano: -Ahora estamos viendo el inicio, que en Argentina fue al sector privado, gente que tiene obra social y prepaga. Pero el privado de calidad es acotado, esto va a empezar saltar.

Gert: Los que hacemos salud pública, sabemos que los problemas de salud no se resuelven médicamente. Podemos comprar miles de respiradores pero sin distanciamiento social ni cuarentena, será en vano. Lo médico vale pero la organización social también.

-¿Qué proyección se evalúa desde los parámetros que se manejan?

Gert: Las proyecciones se hacen considerando modelos matemáticos y tratando de dar certeza a lo incierto. El amesetamiento busca evitar que nos enfermemos todos juntos para que el pico no agrave la cuestión con falta de recursos. Italia y España tienen ese problema. No cuentan con recursos para dar respuestas y eso significa vida. Seguramente nos enfermaremos miles de argentinos. Pero si cumplimos las normativas seguirán siendo casos leves. Mientras no haya efecto estampida, el sistema está preparado.

-¿Las medidas son acertadas aunque el pronóstico sea incierto?

Urrueña: Acá estamos adelantados. Están mal en Ecuador porque recién cuando vieron gente que moría en la calle dijeron "no salgan". Es un genocidio, el abandono del Estado es mortal para un sector de la población. Acá tenemos consumidores de paco en situación de calle, el 90 por ciento son hombres expulsados de sus casas por violencia y consumo. ‘Los fisu’ les dicen, por ‘fisura’. Van a ser los muertos que no son de nadie.

Nogueira: Las medidas son oportunas. Hay que rescatar eso y hacer caso a lo que se está informando. Nos falta, sí, porque nos agarró mal parados. No quiero pensar lo que hubiera sido esto sin Ministerio de Salud. Ahora estamos ganado tiempo.

Gert: Nos enfrentamos a un germen desconocido y construimos conocimiento sobre la marcha. En la historia de la humanidad esto genera conductas como la discriminación y el pánico, son bíblicas. Con el diario de lunes se podrá decir si se sobreactuó o se subestimó. Pero las medidas son correctas. Y para los que subestimaron el rol de rectoría y gobernanza del Ministerio de Salud solo decir que afortunadamente hoy lo tenemos, con un ministro como Ginés Gonzáles García y un gran equipo.

Piovano: Hay una puja comunicacional que fuerza a desacuerdos con el gobierno. Se está testeando bien y bastante dirigido. En EEUU se los hacen en la calle, sí, pero te cobran y nada más, andá a morir a tu casa. Ver una carpa armada en el Central Park ilustra la decadencia del imperio. Los chinos en 10 días hicieron un hospital. En EE.UU van 3 tipos con mochila y barbijo y arman una carpa. Eso muestra en crudo los dos modelos.

-El factor de la información pública es central

Piovano: El debate que se viene es por los sistemas de salud y un aspecto de esa batalla es la comunicación, claramente. Porque todo el tiempo volvemos al esquema gobierno-antigobierno. Eso es plantar un enojo teñido por visiones previas, que viene por ver Netflix o series como House donde un tipo esta hecho mierda y en la escena siguiente está sentando hablando. ¡Es irreal!

Gert: El liderazgo comunicacional es clave porque involucra a la sociedad civil, al consenso. Y debatir un acceso más equitativo al sistema con regulación centralizada. No quiere decir estatizar sino poner los servicios a disposición de los mejores resultados.

Piovano: Tenemos que prepararnos y dar contención para que la gente no se desboque por la ciudad. En este punto, lo que busca el gobierno es tiempo, para condicionar la respuesta, y quizá prolongar la cuarentena, porque la gran medida es esa. Y aunque algunos lo hagan a regañadientes, la estamos respetando.