"Termina la campaña, pero la lucha continúa". Con esa frase, el equipo de Bernie Sanders anunció que el senador de 78 años abandonaba la carrera por la candidatura presidencial del Partido Demócrata. De esta forma, Sanders allana el camino para que su hasta ahora rival Joe Biden, elegido por el establishment local, se convierta en el candidato que le disputará la presidencia al republicano Donald Trump. El propio Sanders confirmó la decisión en Twitter, y prometió "trabajar" con Biden para vencer al actual mandatario. Agradeció además al apoyo recibido y sostuvo que, a pesar de todo, el movimiento ganó la "lucha ideológica". Por su parte, Biden llamó a los seguidores de Sanders a sumarse a su campaña. Fiel a su estilo, Trump aprovechó para burlarse de la situación y culpó a la senadora Elizabeth Warren por bajarse de la carrera luego de las primarias del Supermartes y no expresar su apoyo hacia ninguno de los precandidatos.
"Pocos negarían que en el transcurso de los últimos cinco años nuestro movimiento ha ganado la lucha ideológica. (...) Hoy estoy suspendiendo mi campaña. Pero aunque termina la campaña, la lucha por la justicia continúa", dijo Sanders a sus seguidores en una transmisión en vivo a través de Twitter. "Centrarnos en esta nueva visión para Estados Unidos es de lo que se ha tratado nuestra campaña y es lo que hemos logrado realmente", amplió.
"Llegué a la conclusión de que esta batalla por la candidatura demócrata no será exitosa", dijo Sanders en su mensaje matutino, aprovechando para felicitar a Joe Biden, "un hombre muy decente con quien trabajaré para impulsar nuestras ideas progresistas". Sanders comunicó primero la decisión a su equipo durante una videoconferencia. Luego, se comunicó con sus seguidores a través de Twitter.
El senador había comenzado su campaña este año en medio de dudas sobre si podría reeditar la magia de su primer intento de 2006, cuando miles de votantes lo eligieron como una alternativa por izquierda de su rival, la exsecretaria de Estado Hillary Clinton, quien luego perdió con Trump. Pese al apoyo de las bases progresistas del partido, Sanders no lograba superar las dudas sobre la viabilidad de su candidatura, en medio de temores de que su plataforma socialista fuera difícil de digerir para muchos votantes independientes que definirán el próximo presidente.
Sin embargo, Sanders logró excelentes resultados en las encuestas y una aceptable recaudación de fondos. Atrajo además un amplio apoyo de los votantes jóvenes y pudo hacer nuevos avances dentro de la comunidad hispana, aún cuando su llegada a los afroamericanos seguía siendo escasa. Esa debilidad fue explotada al máximo por Biden.
En febrero, el veterano senador avanzaba confiado hacia la nominación luego de alcanzar un gran desempeño en los tres primeros estados puestos en juego, pero la victoria de Biden en Carolina del Sur complicó sus chances. Después, Biden se impuso en Michigan, un estado que Sanders había ganado en 2016 y donde se lo creía favorito. Un respaldo crucial de Biden por parte del influyente representante de Carolina del Sur Jim Clyburn, y una posterior victoria mejor de la esperada en ese estado, impulsó al exvicepresidente de cara al Supermartes, cuando ganó 10 de los 14 estados en juego.
A medida que la fuerte ventaja inicial de Sanders en la carrera se fue evaporando, la cúpula demócrata comenzó a cerrar filas detrás del centrista Biden, quien alcanzó una cifra de delegados casi imposible de remontar para el senador por Vermont. Biden lideraba hasta el momento la contienda demócrata con 1.217 delegados por delante del que hasta ahora había sido su rival, Sanders, que contaba con 917. Ambos seguían lejos de los 1.991 que se necesitan para alzarse con la nominación. Las primarias debieron suspenderse debido a la pandemia del coronavirus.
Sanders, quien se define como un socialista demócrata, basó su campaña en su promesa de implantar un sistema de salud público y gratuito en Estados Unidos, sumado a la transformación del país y su matriz económica. Pero Sanders debió enfrentar a la oposición de muchos líderes del partido, funcionarios electos y donantes importantes, así como a un gran número de votantes moderados que lo criticaban por posicionarse demasiado a la izquierda.
El presidente Donald Trump celebró rápidamente el abandono de Sanders en las redes sociales. El mandatario, que busca la reelección en noviembre, adjudicó la "derrota" de Sanders al retiro de Elizabeth Warren, la senadora que abandonó las primarias demócratas en marzo, sin dejar expreso su apoyo para ningún candidato. "¡Si no fuera por ella, Bernie habría ganado casi todos los estados el supermartes!", twitteó el mandatario minutos después del anuncio de Sanders.
En el mensaje, aprovechó también para burlarse del senador. "Esto terminó justo como querían los demócratas y el Comité Nacional Demócrata, igual que el fiasco de la corrupta Hillary (Clinton)", agregó Trump refiriéndose a las presidenciales de 2016, cuando la exsecretaria de Estado se convirtió en la única candidata demócrata tras el retiro de Sanders. "Los seguidores de Bernie deberían venir al Partido Republicano", insistió en tono de burla.
De no mediar sorpresas, las elecciones presidenciales del próximo tres de noviembre en Estados Unidos se decidirán entre el actual mandatario y Joe Biden. "Sé que necesito ganar sus votos. Y sé que eso puede llevar tiempo. Pero quiero que sepan que los veo, los escucho y entiendo la urgencia de este momento. Espero que se unan a nosotros. Son más que bienvenidos: los necesitamos", twitteó el exvicepresidente, en un mensaje expresamente dirigido a los partidarios de Sanders.