Ante la archiconocida y mundialmente extendida escasez de barbijos, la recomendación de especialistas en tema es hacer de la carencia, virtud; es decir, apañarse con lo que se tenga a tiro en los limitados confines del hogar para confeccionar mascarillas caseras, amén de vestir el protector accesorio nomás salir de casa. Con las mercerías cerradas, hay válidas alternativas incluso para quienes jamás han tocado aguja e hilo, y ven a la máquina de coser como remoto objeto alienígena. Alternativas, en resumidas cuentas, aptas para todas las habilidades, que proliferan no solo en cuantiosos tutoriales en línea: también a través de instructivos modelados por personas solidarias que, en pos de facilitarle la faena a familiares y amigos, han comenzado a compartirlos en formato de bienhechora cadena. Una tendencia en ascenso que llega tras asegurar reiterados estudios que el famoso barbijo efectivamente ayuda a detener la propagación del coronavirus. Opinión que, tras intensos, acalorados debates, ha terminado prendiendo con fuerza en distintas latitudes tras alentar muy recientemente el uso de tapabocas los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC, por sus siglas en inglés) de Estados Unidos. Entidad que, consciente del peligro que implican los casos asintomáticos o presintomáticos, entiende que se trata de una medida esencial, complementaria a los consabidos: distanciamiento físico, lavado de manos, estornudo en el pliegue del codo.
De allí que, aún cuando la Organización Mundial de la Salud siga sin incluirla en sus reglas básicas de protección (salvo que se trate de personas infectadas, que presenten síntomas compatibles con la enfermedad o personal de cuidado, especialmente médico), cada vez son más las provincias argentinas que han decretado el uso obligatorio del cubrebocas al salir la gente de sus apartamentos (entre ellas, Jujuy, La Rioja, Catamarca, Santiago del Estero, Salta…). Así las cosas, comparte Las12 algunos de los modelos más confiables que circulan por internet; por ejemplo, los sugeridos desde la web de CDC…
“Las cubiertas de tela para la cara elaboradas con artículos de uso doméstico o hechas en casa con materiales de bajo costo pueden utilizarse como una medida de salud pública voluntaria adicional”, anota la susodicha organización en su página, recordando que las mascarillas quirúrgicas son suministro esencial para trabajadores de la salud en actividad. Ergo, decantarse civiles por modelitos DIY (hazlo tú mismo) para hacerse de útil barrera adicional. Hay con y sin molde, dicho sea de paso, cuyo paso a paso ilustrado puede verse online . Debiendo cumplirse en todos los casos condición sine qua non para que sean “suficientemente protectoras” las mascarillas: tener por lo menos dos capas (si entremedio de ellas puede ponerse un papel, sea un pañuelito descartable, sea un paño de rollo de cocina, aún mejor), ajustarse con facilidad al rostro, cubrir desde la barbilla hasta la nariz. En ningún caso deben dificultar la respiración.
Por lo demás, cualquiera sea el modelo elegido al momento de la artesanal confección, hay coincidencias entre especialistas acerca de cómo manipularlo: por caso, evitar ajustarlo con frecuencia, intentar no tocarlo; quitárnoslo a través de las correas, no por la parte cobertora; lavarlo con regularidad –con agua y jabón o en el lavarropas está ok y se recomienda hacerlo después de cada uso-. El buen calce y el material elegido (algodón, tela de repasador, funda de almohada, algunos de los más sugeridos) son de suma importancia. Y si la tela es nueva, aún mejor, debiéndose lavar igualmente antes del primer uso.
La primera alternativa, acaso la más extendida, involucra dos trozos de tela de algodón (de entramado compacto y buena calidad, como el de sábanas o telas acolchadas; de faltar, sirve una remera), 2 tiras elásticas (pueden ser gomitas de pelo, jirones de tela, cordeles, elásticos), hilo y aguja, tijera, lápiz y regla. A saber: se recortan dos rectángulos de 25x15 centímetros; se superponen. Se hace un dobladillo de 0,6 cm en los lados más largos; de 1,25 en los más cortos. En los dobladillos más anchos, se introducen las cintas elásticas (los portaorejas), ayudándose de una horquilla o una aguja grande, de ser necesario. Luego se anudan los extremos de las tiras con fuerza, y se las gira cuidadosamente hasta que queden los nudos dentro del dobladillo. Se prueba la mascarilla para ajustar al tamaño del rostro, se cosen los cordeles para fijarlos, y sanseacabó. Por cierto: hay quienes proponen, además, hacer tres pliegues al rectángulo y volver a coser, asegurando que esta versión se adapta aún mejor a los rostros.
Otro método, sin costura, involucra una bandana o pañuelo (o cuadrado de algodón de 50x50 centímetros aprox), un filtro de café, bandas elásticas, tijeras (si se corta un trozo de tela). Se dobla la bandana a la mitad; luego, se ubica en el centro el filtro -o papel grueso- y se vuelve a doblar en tres (quedando el filtro a la mitad). Se rodea con 2 gomitas, a 15 cm de distancia entre ellas. Se doblan los costados hacia el centro, y ya se puede utilizar. Otra alternativa sin costura, por cierto, apañándose solo con una remera y unas tijeras, puede hallarse en la web de CDC…