La danza, disciplina que no cuenta con ley propia ni instituto nacional, se encuentra en tiempos de pandemia en un estado de vulnerabilidad extrema. A lo largo y a lo ancho del país, los creadores del arte del movimiento padecen no solamente la parálisis de funciones. Más grave aún, porque la mayoría vive de la formación, es el cierre de estudios, academias y escuelas. Las clases virtuales pueden ayudar pero por supuesto no resuelven el problema. En la Ciudad de Buenos Aires, Prodanza, instituto que fomenta a la danza no oficial, no lanzó todavía ninguna medida de emergencia específica para este sector. Lo haría pronto, igual que el Ministerio de Cultura de la Nación.
Se sabe: el contexto de la cuarentena agrava y realza deficiencias previas. Para la presidenta de la asociación de Coreógrafos Contemporáneos Asociados Danza Teatro Independiente (COCOA Datei), Silvina Grinberg, la situación puso luz a “la ausencia de un instituto de la danza”. La comunidad batalla por su creación hace más de una década. Cuatro veces perdió estado parlamentario el proyecto de ley que establecería su origen. La comparación con el teatro es bastante gráfica: mientras el Instituto Nacional del Teatro activa “mal o bien” líneas de emergencia, la danza queda fuera de foco, "totalmente desprotegida”. Y dentro del INT, "el espacio para la danza es casi nulo". "Es una situación tremenda. Mucha gente no va a llegar a pagar su alquiler ni a comer”, advierte Grinberg. Algunos de sus colegas solicitaron el beneficio de 10 mil pesos dispuesto por el Gobierno para monotributistas.
COCOA Datei nuclea a artistas de la Ciudad de Buenos
Aires. A Grinberg le llama la atención que Prodanza haya promovido sus líneas
de subsidio a la creación de espectáculos “como si nada hubiera pasado”, cuando se precisa otra cosa. “Es
impresionante el vacío de comunicación con el gobierno de la Ciudad”, remarca
la coreógrafa. Con las autoridades porteñas siquiera hubo una reunión virtual para intercambiar pareceres. Fuentes del
Ministerio de Cultura de la Ciudad adelantaron a Página/12
que habrá "una medida para todos los sectores en breve" y que
consistirá en la “redirección” de líneas ya existentes dentro de Impulso Cultural,
plataforma de apoyo de proyectos. No
aportaron precisiones en torno a los lineamientos de la ayuda para la danza ni tampoco
fecha de lanzamiento de este plan.
“El porcentaje más grande de trabajadores de danza trabaja de dar clases. Todos los estudios, academias y escuelas están cerrados, algo que afecta a los dueños de los espacios, a los que los alquilan y a las personas allí empleadas. La parte artística es vulnerada de otra manera”, explica Mariela Ruggeri, una de las referentes del Movimiento Federal de Danza, devenir del Movimiento por la Ley Nacional de Danza. Dentro del paquete de medidas anunciado el 20 de marzo por el Ministerio de Cultura de la Nación para el ámbito en general, la disciplina no quedó alcanzada. Precisamente a esta demanda responderá la cartera comandada por Tristán Bauer en los próximos días, posiblemente esta misma semana. Según pudo saber este medio, lanzará un fondo de 30 millones de pesos llamado "Desarrollar" y destinado a distintos tipos de espacios culturales, entre ellos los de formación de danza. Centros culturales, clubes de música en vivo, salas de teatro independiente y de circo y galerías de arte y diseño también resultarán beneficiadas.
“Tenemos la mayor de las intenciones de trabajar en conjunto con el Estado en las distintas jurisdicciones”, aclara Ruggeri, quien considera como un “avance” que, desde comienzos de marzo, la danza haya adquirido “la categoría de 'sector'” dentro de la Dirección Nacional de Industrias Culturales, área con la que mantuvieron conversaciones en estos días. “Es un avance impresionante. La danza no está siquiera en el Sistema de Información Cultural de la Argentina (SInCA )”, añade la coreógrafa y directora.
De momento, las clases virtuales emergen como la única vía posible para canalizar la formación que da de comer a coreógrafos e intérpretes pero, claro, sus alcances son limitados. “Cubren un porcentaje ínfimo del gasto que podemos tener de alquiler o para sostener espacios. Y el alumnado se inscribe mucho menos. Mucha gente no está pudiendo pagar clases. Además, la danza no se puede dar por Zoom: se pueden dar algunos contenidos, algunas clases de entrenamiento o de teoría nada más”, explica Ruggeri. Por otra parte, el Movimiento encara con "intensidad" el Registro Nacional de Trabajadores de la Danza, que "dialoga" con la Encuesta Nacional de Cultura promovida por la cartera nacional días atrás. También se encuentra a la espera de la culminación del trámite de inscripción gremial de la Asociación de Trabajadores de la Danza en el Ministerio de Trabajo, ya en su fase final pero dilatado por el cambio de gobierno, las vacaciones y luego el coronavirus.
La situación del tango
La lucha de los trabajadores del tango tiene sus particularidades y abarca otros rubros, sin embargo hay puntos en común. Por eso es que la asociación civil Trabajadores del Tango Danza (TTD) se integró al Movimiento Federal. Respecto de los bailarines del género, Leonardo Barri, integrante de la organización, explica: "La cuarentena nos complica porque la danza es movimiento. Yo todo el tiempo me estoy moviendo en trabajos diferentes: acompañar turistas a milongas, dar clases en institutos privados, hacer shows en teatros. Es mucha la variedad, pero todos los trabajos están parados". La mayoría de los trabajadores de este sector -"el 90 por ciento"- es informal o monotributista, algunos no alcanzados por el beneficio de los 10 mil pesos, y se dedica al turismo.
Ante este complejo panorama, y teniendo en cuenta que la actividad tardará en volver a la normalidad, las asociaciones del tango agrupadas en una Asamblea Federal iniciaron conversaciones con el Estado para delinear soluciones. Tuvieron reuniones con Cultura de Nación y esperan tener encuentros también con autoridades porteñas. Una de las propuestas que plantean es la creación de una biblioteca digital en la que los trabajadores puedan compartir contenidos. "Se habla del tango como bandera argentina, pero no hay apoyo en teatros oficiales ni un ballet de tango. Básicamente buscamos que nos visibilicen en espacios como el Mercado de Industrias Culturales (MICA) y el SInCA , que sepan el valor que generamos a nivel económico y nos empiecen a respetar como trabajadores", dice Barri. A su vez, la Asamblea impulsó un censo en torno a la actividad.