Ichabod no está bien. Internado en un psiquiátrico por una serie de asesinatos, el Apocalipsis mejora sus perspectivas. Hay voces en su cabeza y ve monstruos. El lector no está seguro de si son reales y en esa incertidumbre radica el aspecto más interesante de Ichabod, el cómic de Russell Nohelty y Renzo Podestá que el sello rosarino Multiversal Ediciones eligió para lanzar su catálogo. Aunque la pandemia postergó el lanzamiento en papel –previsto para abril-, la editorial ya puso a disposición de los lectores el primer capítulo de la historia.
El dibujante argentino Podestá es un viejo conocido del ambiente local y ganó el Premio Trillo que entrega la convención internacional Crack Bang Boom. El guionista norteamericano autogestiona su editorial y no le va nada mal. Incluso alcanzó la lista de best-sellers del USA Today. Ante el coronavirus organizó el festival digital Wannacon (el archivo de actividades está online) y es un gran recaudador de Kickstarter. El lanzamiento local de Ichabod es la excusa para entrevistarlo.
-¿Cómo concibió inicialmente Ichabod?
-Tenía una propuesta para un libro llamado The Wannabes, sobre falsos superhéroes consiguiendo superpoderes. Lo llevé a la ComicCon de San Diego de 2010 y me lo rechazaron porque iba demasiado a lo seguro. Así que pensé que si iba a ser rechazado iba a hacer el libro más demente posible. Lo dejé macerar unas semanas hasta que iba a Hollywood para una reunión. Recuerdo llegar a la cima de la 405 en Los Angeles, enfilando hacia el valle, y la idea de Ichabod se plantó en mi cabeza.
-¿Por qué le interesaba contar la historia de un paciente psiquiátrico?
-Un gran tema en todo mi trabajo es si uno puede cambiar el destino que se nos impone y de quién nos lo impone, más allá de si son dioses, otras personas o el Estado diciendo que sos demasiado peligroso para existir. No pensé entonces que Ichabod se iba a convertir en una declaración de cómo lidiamos con la enfermedad mental, pero me alegra que la gente haya tomado eso y se diera cuenta que somos más de lo que la sociedad dice que somos, y que incluso aquellos dejados de lado pueden ser héroes.
-Dice “que la gente se diera cuenta que somos más de lo que la sociedad dice que somos”. ¿Cuál es su propia historia con la salud mental?
-Lidio con ansiedad y depresión desde que tengo memoria. Sin medicación mi estado habitual es ese. Me tomó mucho trabajo y medicación llegar al “quizás todo va a estar bien”. Todos mis padeceres son invisibles. También tengo la Enfermedad de Graves y migrañas. Si alguna se descontrola las otras se disparan. Así que es una cuerda floja balanceando todo para que la cosa no espirale.
-En los comics mainstream en EE.UU. el héroe es bueno, el villano malo y el lector los distingue sin problemas. En Ichabod no, ¿por qué?
-Nadie es blanco y negro. Nadie que conozca es todo bondad o maldad. Tiene escalas de grises. Algunas de las peores personas que conocí hicieron cosas particularmente grandiosas. Reverenciamos a muchos que son monstruos en muchos aspectos. Carnegie estuvo entre los principales explotadores de mano de obra infantil a comienzos del siglo XX y aún así construyó algunas de las mejores universidades de EE.UU. Gandhi fue el padre de la India y un horrible misógino. Ichabod es esa dicotomía llevada al extremo lógico. Es un monstruo, pero cuando la sociedad se quiebra, se convierte en un héroe. Lo interesante es que no es un héroe pese a las cosas que la sociedad dice que están mal. Es un héroe por esas cosas por las que lo encerraron. Es el contexto lo que cambia.
-Ichabod es una historia sobre el fin del mundo, pero también sobre la percepción del mundo. ¿Cómo trabajó sobre eso?
-Las historias de fin del mundo son un gran lugar para revelar la verdad sobre la personalidad de un personaje. El Apocalipsis permite que cualquier cosa suceda en cualquier momento, cosa que amo de Ichabod. Además, él jamás tendría una chance de redención antes del Apocalipsis porque el mundo ya lo descartó. Una de mis partes favoritas es que Ichabod ve el mundo pasado muy distinto que el resto de la gente. Para él era una pesadilla donde estaba aislado. Ahora tiene amigos y algo parecido a una familia. Para muchos, el horror es la vida que llevan y si cambiamos el orden natural, sus vidas mejoran.
-Ichabod salió con otro sello y después recuperó los derechos, ¿no?
-Sí. Es que soy un poquitito controlador y no estaba feliz con cómo el libro era editado. No sé si ahora lo estoy, pero al menos no puedo culpar a nadie más que a mí por lo que no me gusta. Prefiero no tener esa capa de fricción con mis compradores.
-¿Cómo es trabajar con Podestá?
-Renzo es un colaborador soñado. Dice “sí” a cualquier idea loca y me descubro escribiendo más para él que para los demás. Tiene un estilo increíble y una mente retorcida, ¡mucho más que la mía! Así que sé que si puedo hacer que él la disfrute, mis fans también lo harán. Renzo toma todo y lo mejora.
-En EE.UU. el mercado se concentra en Marvel, DC y pocas independientes. ¿Cómo trabaja en torno a eso?
-Es muy difícil. Estamos fuera del mercado grande a menos que tengamos muchos más títulos al año de los que me siento cómodo publicando, lo que significa que para vender debo ir a un montón de convenciones y confiar en Kickstarter. Es difícil, pero si sos tenaz y estás dispuesto a viajar podés vivir de esto. Pero es muy, muy difícil, especialmente ahora en el mundo está cerrado por la pandemia del coronavirus. Igual espero algún día poder entrar al circuito de venta directa de comics, o al mercado de libros más grande, pero la verdad es que por ahora no es viable.