Bajo el slogan “Desintegrar mitos también es contribuir en esta pandemia”, el equipo denominado “Ciencia Anti Fake News-Covid-19” tiene el objetivo de combatir las noticias falsas que circulan por estos días. Se trata de un grupo de científicos del Conicet que relevan bibliografía para desmentir falsedades y, con eso, aportan su granito en la arena discursiva. Los medios masivos y las redes sociales dan para todo. Hoy, crisis sanitaria por medio, configuran un escenario colmado de opiniones de actores que, aunque en su vida han leído una página sobre virología, inmunología o epidemiología se pronuncian como si fuesen virólogos, inmunólogos o epidemiólogos.
Soledad Gori es bióloga, doctora de la Universidad de Buenos Aires e Investigadora del Conicet. Ella fue la responsable de convocar a sus colegas para sumarse a la cruzada, un proyecto autogestivo que cada vez suma más participantes. Desde esta perspectiva, narra cómo se concretó la iniciativa: “Desde el año pasado trabajo en divulgación científica y brindé algunas charlas sobre fake news y vacunas. Pensé que en esta coyuntura podía arrancar algo similar con compañeros que conozco del campo de la salud y la inmunología. Entonces, cuando vi que el MinCyT había presentado la Unidad Covid-19 me puse a disposición. Me recibieron súper bien, les encantó la idea de salir a combatir las noticias falsas desde la evidencia científica”, apunta. La Unidad a la que se refiere fue conformada a mediados de marzo por el Ministerio de Ciencia y Tecnología, el Conicet y la Agencia Nacional de Promoción de la Investigación, el Desarrollo Tecnológico y la Innovación; y su objetivo es articular las capacidades que posee el área CyT para afrontar al Covid-19.
“Hemos visto de todo: gente que se lavaba las manos con lavandina concentrada para matar al virus y se quemaba la piel. Un video de un profesor peruano que recomendaba hacerse gárgaras de sal para eliminar el Covid-19. Una nutricionista que recomendaba tomar agua cada 15 minutos porque el patógeno, supuestamente, de esa manera llegaba al estómago para ser eliminado. Un conductor de Crónica que usa guantes frente a cámara cuando hoy se indica no emplearlos”, describe Gori, con mezcla de gracia e indignación.
“Los miembros de mi familia están preocupados, no pertenecen al mundo de la ciencia ni están entrenados en la lectura cotidiana de papers. Mi abuela, pobre, está mareada con el tema de los barbijos; no sabe si usarlo, si no usarlo, a quién creerle. A veces es desesperante para las personas, tantas contradicciones juntas exasperan. Las noticias falsas trabajan sobre el pánico”, dice Julieta Alcain, bióloga, becaria doctoral del Conicet y referente del grupo. Lo que aún complica más las cosas es que, a veces, son los propios especialistas los que no se ponen de acuerdo. “Hay ciertos fenómenos sobre los que no hay consenso y, en definitiva, está bien que así sea. La ciudadanía reclama todas las respuestas pero no las tenemos. Hay que explicitar los matices, dejarlos en claro; exponer las diferentes voces, sobre todo, en asuntos tan delicados como la salud. Una opinión de un médico puede generar conductas en la gente, debemos ser responsables”, relata Alcain. Y luego sigue con su razonamiento: “Nosotros seguimos muy de cerca las recomendaciones oficiales de los organismos de referencia. No podemos ir en contra de la Organización Mundial de la Salud o del Ministerio del área. Nos actualizamos y si hay afirmaciones pasadas que en el presente son errores las modificamos sin problemas”.
Para cumplir con el propósito de barrer con tanto humo que circula se organizaron en tres comisiones. La primera, que se encarga del relevamiento de las noticias falsas, hurgar en la red y chequear fuentes. Todo ese material se organiza en una planilla Excel para compaginar el caudal de información falsa que llega por diferentes canales. La segunda se ocupa del estudio de los artículos científicos, que permiten confrontar la información emitida en los medios y argumentar, desde la ciencia, por qué son erróneos los datos que se difundieron. Y, por último, una tercera comisión que se concentra en la divulgación científica, narrar el resultado del análisis de una manera amena aunque sin resignar rigurosidad. “Más allá de esta división, la realidad es que todos los miembros trabajamos un poco en todas las comisiones. Estamos tan emocionados que nos gusta la idea de que cada trabajo, cada desmentida que realizamos, se haga con velocidad. El mandato es ese: responder relativamente rápido”, señala Gori, el alma máter del grupo.
Los aportes que el equipo realiza se suben a la plataforma Confiar, desarrollada por Télam para verificar información de todo tipo y calibre. Está distribuida en base a dos secciones: una de fake news (una desmentida de corte tradicional: captura de pantalla y la explicación de su falsedad) y otra que determina si la información es verdadera o falsa. “Hay veces que la ciencia no puede decir si algo es verdadero o falso. Un caso particular que ingresaría en esta categoría sería el del barbijo que, en un comienzo se recomendaba no usar y ahora eso se modificó. A veces la población cree que si no tenemos información certera sobre algún mecanismo o proceso lo estamos ocultando adrede, como una conspiración; cuando en verdad hay mucho desconocimiento sobre muchas cosas. Realmente no lo sabemos, si supiéramos todo ya no se justificaría trabajar de investigar. Me pasa con mi familia que me reclama: ¡vos que sos científica me tenés que explicar, no puede ser que no sepas!”. El conocimiento se construye con el tiempo y de manera paulatina; es dinámico, se modifica y se reemplaza de manera constante. Por este motivo, las recomendaciones de “Ciencia Anti Fake” también se adecuan a las transformaciones repentinas que, en este tiempo de excepción y como suele apuntar Alberto Kornblihtt, experimentan “las verdades transitorias”.
El siguiente paso, en un futuro, será dotar de una mayor transdisciplina a los análisis a partir de la incorporación de expertos provenientes de diferentes campos. Hoy los investigadores vuelven al centro de la escena como garantía de confianza. “Hace muchísimo tiempo que no nos pedían tantas opiniones. Si bien es cierto que no trabajamos por un reconocimiento en particular, nos viene muy bien después de tantas malas que pasamos los últimos cuatro años. Siempre es preferible que los medios consulten a gente que se preparó y estudió para estar capacitada”, reflexiona Alcain.