Aunque Netflix tiene una serie de selecciones que dialogan perfectamente con pandemia y virus, desde fines de marzo una producción propia se lleva todos los comentarios, recomendaciones y reseñas y eso que nada tiene que ver con el Covid-19.
Se llama Unorthodox (traducida como Poco Ortotodoxa) y es una ficción alemana hablada en yiddish. En cuatro capítulos de casi una hora cuenta la historia de Esty (Esther Saphiro, protagonizada por Shira Haas, actriz israelí de 24 años) una joven judía de la comunidad ultraortodoxa Satmar de Williamsburg, Brooklyn, Estados Unidos. Obligada a casarse a los 17 años del hombre que para nada ama (Yanky, protagonizado por Jeff Wilbush) y sometida a una serie de reglas religiosas –tener sexo los viernes, embarazarse, dormir en habitaciones separadas durante la regla, raparse el cabello y taparlo con una peluca, usar polleras por debajo de las rodillas y no mostrar su cuello– decide reunir unos ahorros para fugarse nada más ni nada menos que a Berlín, epicentro del Holocausto.
“No soy como las demás”, le había anticipado a su marido antes que se concretara la boda. La que avisa no traiciona. Pero igual la familia no puede perdonar tal rebelión y todos se organizan para recuperarla de ese descarrío.
La serie está basada en la novela Unrthodox: The Scandalous Rejection of My Hasidic Roots de Deborah Feldman –escritora estadounidense-alemana que actualmente vive en Berlín– y que se crió en esa comunidad ortodoxa.
Después de ser madre a los 19 años Feldman comenzó a estudiar. Fue por recomendación de una profesora que decidió escribir sobre sus vivencias. No es casual que Esty, la protagonista de la serie, también encuentra en una profesora, en este caso de piano, a una aliada. No sólo es quién la anima a liberarse a través de la música, también le consigue un pasaje de avión, un pasaporte y le entrega un pequeño obsequio cerrado –que resulta ser una brújula– para que abra al pisar su nuevo destino.
Esty consigue llegar a Berlín. Ahí abandona su peluca –lo que en la tradición religiosa de la que viene sirve para tapar su cabello– deja ver su cabeza rapada, se pinta los labios de rojo y cambia las polleras largas por un jeans. Pero quizás el mayor gesto de libertad está en que canta, algo que tampoco les está permitido a las mujeres de su comunidad porque los únicos que pueden hacerlo son los varones. En esa expresión del arte no sólo está el dejar atrás una tradición también está el abrazar un deseo. Y no lo hace sola. También arma una comunidad que no es ni por asomo la de la familia matrimonial sino la de les amigues que aparecen en el camino. Y eso es esa humanidad la que Esty abraza.