En el top five de la “literatura melómana” la novela Alta Fidelidad (High Fidelity), de Nick Hornby, tiene un lugar asegurado. Y la adaptación en serie del título publicado en 1995 que estrenó Hulu este 2020, también. La ficción de diez capítulos demuestra que las buenas historias pueden volver a contarse cuando hay música de por medio.
En la novela, Rob Fleming es el dueño de una disquería de unos 30 y pico que tras una ruptura empieza a revisar su pasado sexoafectivo en tren de buscar respuestas. Esa retrospección está atravesada por sucesivos top five de canciones (y discos).
En esta reversión en clave de comedia romántica, Rob es Robin, también tiene 30 años y está encarnada por la actriz y cantante Zoë Kravitz. Su disquería no está en el norte de Londres sino en Brooklyn, ya no estamos a mitad de los ’90 sino en la segunda década del nuevo milenio y los originales compañeros de bateas de la Championship Vinyl (Barry y Dick) ahora son "les": Da'Vine Joy Randolph (Cherise) y David H. Holmes (Simon).
Menos melancólica y con licencias sobre la primera trama, la serie tiene su (top five de) créditos a favor.
Uno. Desestima el registro androcentrista de la novela (y la masculinidad de ciertos ritos) por uno diverso. Dos. No se plantea que una mujer sea incapaz de distinguir entre el “buen" y el "mal" pop (como se desliza un una parte de la novela). Tres. Los roles femeninos piensan, desean y se reafirman en sus contradicciones a medida que desarman amor romántico y mandatos. Cuatro. Comparte con el libro tanto la reivindicación del lugar que tienen las canciones en la vida de las personas como la existencia de una "ética sonora" que lleva a rechazar la compra de una fabulosa colección de vinilos por una suma mínima. Cinco. Porque sin primera no hay chances de segunda temporada.
Alta Fidelidad, diez capítulos. Disponible en Hulu.