“El virus vive feliz en los medios”, dice el experto en comunicación colombiano Omar Rincón. Y recomienda a los medios, entre otras cosas, “recordar que este virus no es un partido de fútbol, que cada enfermo no es un gol, que cada decisión de los gobiernos no es un cántico de barrabrava. Menos es más, pero un menos con conciencia social y responsabilidad democrática”.
Rincón es ensayista, periodista, profesor universitario, crítico de televisión y autor audiovisual. Es asiduo visitante de Argentina, adonde viene a dictar clases, escribir o desarrollar distintos proyectos de comunicación. La última vez estuvo en febrero, para grabar las conferencias que irán en el Diploma virtual sobre medios digitales y educación, que empieza en mayo, impulsado en forma conjunta por la Universidad Pedagógica Nacional (UNiPE) y la Oficina en Buenos Aires de la Organización de Estados Iberoamericanos para la Educación, la Ciencia y la Cultura (OEI).
--¿Cómo analiza el tratamiento mediático del coronavirus?
--Dos perlas: “En Caracol Televisión (el canal número uno en rating en Colombia y que duplicó su sintonía en tiempos de esta “cosa”) lo más importante es la gente y su salud”, dicen y agregan que “garantizamos la mejor y más responsable información en tiempo real”. Y para hacerlo nos cuentan esas noticias terroríficas del coronavirus con un dejo de emoción futbolera: cada contagiado es un gol que se narra, cada comentarista es un fanático que inventa análisis, el árbitro es un gobierno que mete más miedo y todos somos barras bravas dispuestas a linchar o reír. Y todo en directo y en vivo: no hay pausa, ni reflexión, ni esperanza, ni humor, ni ambigüedad: y otro virusiado, gol y goool y gooolll. Así esta “cosa” se convierte en miedo mediático ya que nos dice que el mundo real-real es una amenaza, luego mejor quedarnos en casa y como no hay fútbol y deportes, y las telenovelas y realities aburren, mejor ser espectadores de las miserias humanas y políticas de los otros. Así creamos el comportamiento perfecto: estamos en casa viendo la tele porque el afuera real es amenazante, sobre todo porque los humanoides son poco confiables en sus cuerpos.
--¿Qué deberían hacer los medios y el periodismo para informar sobre este virus?
--Reportear, no analizar. Ojo con los títulos. No se trata de un gol, no se cuenta cada “viruseado” como un gol patrio, no se comunica cada miedo con la emoción del hincha. Más que nunca se necesita y exige contexto. Contexto, antes que el directo, el envío primero es el contexto, sin contexto no hay sentido. Hacer periodismo tutorial: más que informar primero, se debe hacer periodismo lento, comprensible y explicativo. Un tutorial que desactive los miedos y active al ciudadano. No se trata de producir terror, sino de colaborar en la generación de confianza. Periodismo lento: no al directo, al en vivo, a la alarma. Sí al pausar, tener datos, verificar los datos, evitar a los expertos opinólogos, ganar el criterio. Esto significa renunciar al periodismo de “todo por un clic” para hacer el periodismo que provee criterio. Menos es más: recordar que este virus no es un partido de fútbol, que cada enfermo no es un gol, que cada decisión de los gobiernos no es un cántico de barra brava. Menos es más, pero un menos con conciencia social y más responsabilidad democrática.
--El diplomado sobre medios digitales y educación en el que usted dará conferencias fue propuesto antes de la pandemia y la cuarentena, ahora parece tener un nuevo sentido.
--Creo que la sociedad compró el discurso digital en todo el mundo y sin ideología. Todos quieren cerrar la brecha digital, todos quieren conectar a todos los ciudadanos con internet, suponen que internet va a liberar al mundo. Y henos aquí viviendo en modo remoto y conectados vía digital. Las empresas de tecnología hacen buen negocio y deciden el modelo de sociedad que nos toca en destino: una de vigilancia y control con ciudadanos conectados y dóciles en sus casas. En este contexto, reflexionar crítica y productivamente sobre los mundos digitales en la educación es urgente: la tecnología no resuelve todo, solo el conectarse; la educación pone las ideas, el humanismo y los rituales cuerpo a cuerpo.
--Marshall Mcluhan...
--Otra vez hemos vuelto a tener el mismo sueño colectivo que hemos tenido desde siempre. Vivimos creyendo que la solución del mundo viene de afuera y hoy las tecnologías incentivan este humo. Hay mucho humo digital y no es de izquierda, ni de derecha. Todos lo aplican idéntico. Las universidades y la educación viven comprando tecnología y creen que con eso transforman el mundo, cuando en realidad le estamos regalando los datos de profesores y estudiantes para que nos vigilen y controlen mejor. Por eso, es clave pensar la relación de medios digitales y educación. Y para hacerlo debe volver a hacer lo que siempre ha hecho, generando conciencia crítica. No comprar el humo pero tampoco ser apocalíptico. Comenzar a dialogar entre culturas modernas con culturas digitales. Por ejemplo, hay cosas clarísimas que están funcionando. Una, como dice Alessandro Baricco en The Game, está clarísimo que la revolución digital existe, está pasando, la estamos habitando: es una nueva experiencia cultural. Eso implica cosas totalmente novedosas de ecosistema que tenemos que empezar a comprender. No podemos seguir diciendo que es más de lo mismo, que fue lo que pasó con la televisión, que fue lo que pasó con la radio, no sigamos diciendo lo mismo. Todo el mundo quiere normalizar esto; no, es nuevo, es una nueva experiencia cultural y política. ¿Cómo la habitamos? Ahí la pregunta por la educación es de las más cuestionadas.
Una segunda cosa es que viene con un cambio de experiencia cultural. Entonces, habitamos la coolture, ya no la cultura. Dejamos de ser modernos, de pensar desde la profundidad, desde la complejidad, desde las preguntas densas para pasar a una sociedad que se piensa más desde estilos de vida, de andar en la superficie, de generar experiencias cool. Entonces la propuesta es que no es que una cosa aparece y otra desaparece, sino que tenemos poner en diálogo intercultural a Jurasic Park con The walking dead, a la educación con los zombies, pero en diálogo, no en imposición autoritaria de contenidos o saberes o prácticas.
--En las escuelas todavía ni siquiera saben qué hacer con los celulares.
--Es que el problema está planteado desde los aparatos. Pasaba con la televisión. La televisión no entraba al aula, sino que estaba guardada en un salón aparte. Ahora los celulares, el computador, la tablet, las redes digitales, los videojuegos quedan guardados y no entran al aula de clase. No entra el aparato pero el sujeto ya viene con los nuevos consumos culturales y los nuevos saberes, no los puedes dejar afuera.
La segunda opción es domesticarlo, entonces, lo mete al aula de clase pero lo aburre profundamente porque le quita todo lo que tiene de juguetón, de divertido y lo vuelve superaburrido. La tercera fórmula es asumir que eso entre como es y comenzar a entenderlo como textos, pretextos, contextos del proceso educativo. Creo que el mayor susto que tiene el maestro con eso es que viene con un nuevo concepto, viene con la lógica del juego. Y es triste que la educación se resista, no sé cuándo perdió esa lógica. El aula escolar expulsó al juego de la educación, originalmente la educación era un juego.
Entonces, el mundo digital trae al presente una cosa viejísima que es que a la educación se va a jugar y eso creo que al maestro le da mucho susto. El maestro tiene que aceptar que ya perdimos la capacidad cognitiva de mediador, que perdimos la autoridad de oráculos que teníamos, tenemos que asumir la revolución digital sin perder el estilo humanista.
--Qué difícil.
--Si le preguntas a cualquier persona, todos tienen un maestro al que adoran. El maestro que motivaba, que incentivaba, que jugaba, que imaginaba, que experimentaba. De pronto, los maestros nos quedamos con la autoridad, el currículum, la didáctica, la pedagogía, lo aburrido, y expulsamos lo que siempre hemos sido... los contadores de historias sobre el conocimiento inscrito en la sociedad, la vida y el territorio
--¿Pero todo tiene que ser divertido?
--El problema no es solamente divertir. Hay juegos que son serios. Jugar implica estrategia, criterios, pensar. No es que se vuelva todo divertido. Lo que sí tiene que pasar es que te dé criterio para la vida. Yo no tengo que aprender cosas a las que no les encuentro sentido.
--Esa es la gran pregunta de los chicos de todos los tiempos, ¿qué sentido tiene estudiar esto?
--Tienen que darme criterios. Entonces ¿por qué tengo que aprender a escribir y a leer? Porque tiene que aprender. Nooo. Por ejemplo, escribir aunque sea con faltas de ortografías es para contar historias y si cuentas historias seduces al mundo, a sus amigos, a los afectos... No es la ortografía, es el contar. Me sirve para de pronto inventar mundos. Los maestros tenemos la obligación de decirles a los estudiantes para qué le sirven los conocimientos que estamos aportando, qué experiencias van a vivir con los saberes que enseñamos. Y es un rol muy interesante.
--Cuestiona la educación en general más allá de las tecnologías. Creo que eso pasa con algunos profesores muy puntuales.
--De acuerdo. Yo creo que hay mucho profesor y maestro de maravilla, pero no sabemos. Y eso ha hecho que juzguemos al sistema educativo injustamente. Estamos juzgando al sistema educativo a partir de lo que han construido los medios de información sobre el maestro, que es feo, mal vestido, de mal gusto, no quiere trabajar y lo único que hace es pedir más salario. Esa es la construcción TN y de todos los noticieros del mundo. El maestro como una figura desagradable, anacrónica, totalmente prescindible en la sociedad. Frente a esto tenemos a los vendedores de humo digital, emprendedores, que además nunca fueron a la universidad. Y nos dicen: un celular cambia el mundo, te convierte en emprendedor. Frente a esa falsa figura informativa tenemos la figura de la ficción, donde los maestros son lo máximo, son lo que necesitamos, crean mundo. Y en la mitad tenemos la vida cotidiana. Todos los ciudadanos hablan pésimo de la educación pero no saben qué hacer sin la educación, no saben qué hacer con sus hijos, no saben dónde dejarlos. La sociedad le ha descargado toda la necesidad de vida a la escuela, pero no le colabora. Los políticos se lavan las manos y no dan presupuesto. Los medios se lavan las manos de la mala imagen que producen. La institución escolar se lava las manos: no tenemos plata, no tenemos esto. Es complejo. Entonces ahora llega lo digital y dicen: solucionado el problema, lo digital soluciona los malos maestros. Y no es cierto. Lo digital no soluciona nada sin un ecosistema cultural y educativo que aporte. El segundo problema es que la institución educativa es absolutamente conservadora y clásica y eso nunca se ha podido transformar. Usted mete cualquier tecnología y la mete al colegio...
--Y la hace aburrida...
--Y conservadora.
--¿Qué hay que hacer?
--Transformar todo el ecosistema. Eso cuesta dinero y el Estado prefiere invertir dinero en tabletas que en el factor humano. Por ejemplo, hoy en día las clases deberían ser hechas por dos o tres profesores en colectivo para que haya saberes integrados. Eso sería la convergencia desde la docencia, en la sociedad digital lo más importante es el acompañante, tutor, guía, como quieran llamarlo. El profesor hoy no tiene que enseñar nada, los conocimientos están en todas partes. Pero sí necesitamos sujetos que den criterios, que motiven, que contextualicen, que generen ecosistema de saberes. Pero esas conexiones no son automáticas. Las conexiones se las estamos dejando al mercado. La convergencia en los modos de construir los ambientes de aprendizaje triplicaría el precio de los docentes.
--En este contexto ¿cuál debería ser el rol de los medios públicos?
--La primera función de los medios públicos sería generar ciudadanía celebrity. O sea, convertir a cada ciudadano en la estrella de sus pantallas.
--¿Eso no sería copiar el modelo privado?
--No, porque el mercado convierte al ciudadano en protagonista muy pocas veces. Son las estrellas de la farándula las que hablan y cuando aparece el ciudadano es como “pone problemas”, como el que mata.
--O la víctima...
--O cuando es periodista, el que es denuncista... entonces en mi barrio todo es problema, nunca aparece un ciudadano creativo, propositivo, actor de su historia. No aparece el ciudadano que cocina rico, que baila rico, que es famoso en su comunidad. Ese ciudadano que mantuvo a este país durante los cuatro años de macrismo, que resistió como nunca, no aparece en los medios. Eso para mí sería lo mejor que tiene que hacer la televisión y los medios públicos. Después tiene que haber medios bien hechos, ojalá no tanto documental, más ficción, otros formatos que celebren la diversidad cultural de una sociedad.
--¿Todavía es importante la televisión?
--A la televisión la han vivido matando. Y la gente que la mata es gente que nunca ha sido capaz de ver televisión siquiera.
--Pero los y las adolescentes, por ejemplo, nunca miraron TV ni leyeron un diario.
--Sí, pero hoy en día la televisión es un virus que se toma todo. La televisión nunca pelea, se acomoda a lo que sea. Primero tomó al cine y lo hizo hacer cine estilo televisión. Ahora los periódicos empezaron a hacer periódicos que parecen televisión. Aparece Youtube, la gran liberación, y la TV obliga a que youtube haga televisión, youtube es televisión hasta en la publicidad que interrumpe losa programas, tiene control de desnudos, control de sexo y violencia igual que la televisión. El streaming de Facebook es la primera televisión que existió, el directo. La televisión toma todo.
--Es lo audiovisual...
--A eso voy. Es que no triunfa el audiovisual de alta calidad cinematográfica, triunfa el audiovisual televisivo. Y eso hace que hoy el joven no sepa que lo que está viendo es televisión pero lo que está viendo es televisión. La televisión mutó hacia un entretenimiento audiovisual expandido. Se tomó todas las pantallas bajo el concepto de entretenimiento y expande las pantallas. Todo tiene los principios de la televisión, no tiene los principios del cine ni de lo digital. La televisión popular, la abierta, seguirá viviendo en cosas como transmitiendo eventos en directo. El directo sigue siendo el reino de la televisión. Transmitiendo espectáculos deportivos, musicales, entretenimiento popular como la telenovela, los realitys, los programas musicales. Además tiene la otra virtud de los formatos más clásicos como los concursos. Lo que para mí está muerto es el cable. Con internet y con plataformas veo en el dispositivo que quiera y a la hora que quiera, no debo esperar al cable.