Desde principios de 2020, los casos de dengue en la Ciudad de Buenos Aires no paran de crecer. Según el último boletín epidemiológico del Gobierno porteño, hay 3.173 casos confirmados y la mayoría de ellos son en la comuna 7. Durante el mismo período del año pasado, hubo sólo 29 casos en toda la ciudad. “El Gobierno no fue eficaz en la prevención, tendrían que haber laburado en invierno de 2019 para que esto no pasara”, denunció Osvaldo Balossi, integrante de la Junta Comunal de la comuna 6 por el Frente de Todos.
“Los datos son alarmantes. Cuando comparás los casos de 2019 con los de 2020, la diferencia es exponencial”, dijo Balossi a Página|12. La última epidemia de dengue fue en 2016 y, según el boletín epidemiológico, en las primeras 14 semanas de ese año se registraron 4741 casos en la ciudad. En ese mismo período, en 2017 hubo 2 casos y en 2018, 68.
Esta vez, la comuna más afectada es la 7, que abarca los barrios de Flores y Parque Chacabuco, con más de 700 casos. Le siguen las comunas 8 --Villa Soldati, Villa Riachuelo y Villa Lugano-- y 4 --Parque Patricios, Barracas, Nueva Pompeya-- con más de 600 y 500 casos, respectivamente.
Balossi contó que, ante la ausencia de campañas del Gobierno porteño, propuso a la Junta Comunal salir a comunicar medidas de prevención. Sin embargo, todavía no hubo respuesta. El comunero también destacó la importancia de promover políticas contra el dengue en invierno. “La larva del mosquito resiste (en el agua de los recipientes) y, si atacás antes de primavera-verano, que es cuando se desarrolla el mosquito, se puede controlar”, sostuvo Balossi.
Eugenia es una vecina de Caballito que tiene 57 años y fue diagnosticada con dengue. “El 2 de abril dormí muy mal y me levanté volando de fiebre y con diarrea”, contó a este medio. Cuando llamó a su obra social, la consulta médica fue por videollamada. Como la fiebre siguió todo el fin de semana, el lunes Eugenia decidió ir a un centro de salud. “Ahí me dijeron que lo más probable es que fuera dengue, pero me cobraban para hacerme el test”, afirmó. El testeo del caso se lo hicieron en el Hospital Ramos Mejía. “Éramos cuatro con dengue. Nos atendieron bárbaro. A mí me dejaron volver a casa porque no tuve sangrados, pero tengo que seguir controlándome las plaquetas y el hígado”, agregó Eugenia.
Según Balossi, en la comuna 6 hay 22 casos. “Los espacios públicos se fumigan una vez por semana, pero si no se ataca las casas, no sirve --aseguró el comunero--. Además, en CABA hay muchas obras, no se sabe si hay contenedores que sean focos de reproducción del mosquito”. En el caso de Eugenia, tiene “tres obras en construcción cerca, una de ellas en frente” al PH donde vive.
“Si no hay un Estado presente que haga difusión y concientice durante todo el año, no hay forma de controlar el dengue. Los números hablan por sí solos --lamentó Balossi--. Si no nos cuida el Gobierno de la Ciudad, tenemos que cuidarnos entre todos y pedirles a los vecinos que estén atentos a los lugares donde se puede acumular agua y que se cuiden”.
Falta de control en las obras
Un grupo de estudiantes de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la UBA comprobó que aparecieron ejemplares de Aedes aegypti, el mosquito que transmite dengue, zika, chikunguña y fiebre amarilla, entre otras enfermedades, en lugares de la Ciudad de Buenos Aires donde antes no se había registrado la presencia de esta especie de insecto. Según la investigación, las obras en construcción se convirtieron en espacios que favorecieron la reproducción del Aedes.
“Esta fue una tesis de licenciatura que se hizo el año pasado por algo que nos había pasado en Ciudad Universitaria --contó a Página|12 Nicolás Schweigmann, docente de la UBA, investigador del Conicet e integrante del Grupo de Investigación sobre Mosquitos en Argentina (GIMA)--. Cerca de Ciudad Universitaria hubo ocho obras y apareció Aedes en abundancia”. La investigación permitió identificar que se trataba de mosquitos que pertenecían a grupos familiares del insecto con presencia en otros barrios porteños. “Así pudimos ver que las nuevas poblaciones de Aedes no eran de Ciudad Universitaria”, explicó Schweigmann.
Según la investigación, las obras permitieron la introducción de huevos de Aedes aegypti provenientes de otros lugares. “Los huevos pueden estar en la maquinaria o los tachos que traen a las obras (y luego acumulan agua al ser guardados a cielo abierto)”, dijo Schweigmann y afirmó que “una vez que el mosquito se instala en una zona, no lo podés sacar”.
El investigador del GIMA sostuvo que es importante que en las obras en construcción los gobiernos promuevan un ambiente seguro para el trabajador. “Deberían poner inspectores que monitoreen si en las obras se reproduce el Aedes o no. Además de que un profesional en Higiene y Seguridad se fije si los trabajadores tienen casco, también tiene que fijarse si la obra es fuente de criaderos para cuidar la salud de los trabajadores y de los vecinos. Si hay criaderos, se generan mosquitos en toda la manzana”, señaló.
La propuesta de los investigadores es que se realice un trabajo de prevención que consista en que los fines de semana, cuando se para la obra, “se den vuelta los barriles o cualquier recipiente que pueda juntar agua”, como también pueden ser las bandejas de plástico de la comida. “Y el lunes se pueden volver a llenar los tachos. Si se vacían los recipientes aunque sea una vez por semana, cumplís con la medida de prevención”, aseguró Schweigmann.